REFLEXIONES DESDE EL CORAZÓN

 

«MORIRSE EN VIDA»

 

 

Gervasio Portilla | 22.04.2021


 

 

 

No es que lo diga yo, aunque dicho de otra manera lo dice también, el estudio sobre los confinamientos de la Universidad de Stanford, y lo dice cualquier persona razonable y que piense un poco.

Da la sensación que se quiere obligar a morirse en vida a esta sociedad, sin estudios científicos previos sobre los confinamientos.

Si, muerte en vida, es obligar en Cantabria a que estén cerrados los establecimientos, cuando llevamos varios meses con menos mortalidad total que los últimos cuatro años, es morir en vida, para las familias de los empresarios afectados, es morir en vida para los que están en ERTE, es morir en vida para muchas personas que debido al “terror” exagerado por políticos y medios de comunicación con el silencio cómplice de los Colegios de Médicos, no salen de casa, no ven a sus hijos y no disfrutan del aire puro, ni de un día en familia.

Es morir en vida, el miedo y el terror que se propaga a todas horas por los medios informativos, dejando las noticias positivas en el cajón.

Es morir en vida, obligar a los niños a llevar mascarilla a todas horas, sin necesidad alguna e incluso obligarles cuando hacen deporte.

Es morir en vida, en definitiva la gran manipulación y el interés de cercenar nuestros derechos y libertades con toques de queda y estados de alarma.

Es morir en vida, escuchar mentiras y rectificaciones continuas de los dirigentes sanitarios europeos y escuchar con un cinismo digno de estudio, cuando se conoce el fallecimiento de alguien por reacción a la vacuna, que es mayor el beneficio que el riesgo.

Es morir en vida, cuando uno se entera, de que no se permiten autopsias a los cuerpos de los fallecidos con COVID, lo que realmente, le lleva a uno a preguntarse ¿como pueden conocer más aspectos de la enfermedad?.

Es morir en vida, tener que soportar como se miente a todas horas y la sociedad lo acepta.

Es morir en vida, el sufrimiento de los familiares de los fallecidos en Residencias y Centros para Mayores, al inicio de la pandemia, por falta de la atención sanitaria necesaria y que nadie investigue lo sucedido y sólo traten de cargar la responsabilidad a los centros cuando parte del personal estaba enfermo y no tenían ayuda para atender médicamente a los mayores.

Sólo nos queda el asidero firme de la fe en el Señor Jesucristo, el auténtico amigo que no falla.

 

 

Gervasio Portilla García,
Diácono permanente y periodista