REFLEXIONES DESDE EL CORAZÓN

 

ESPERANZA

 

 

Gervasio Portilla | 05.04.2020


 

 

Necesitamos esperanza; esta sociedad en la que vivimos, esta sufriendo una pandemia que ha cambiado nuestra forma de vida y ha puesto en duda nuestras estructuras sociales.

La fe en Dios Todopoderoso, es el mejor asidero.

Puedo observar en mi circulo de amistades, como se vuelve a recobrar la oración y se vuelven los ojos a Dios.

Pero Dios estaba ahí, no se había marchado, pero nosotros estábamos distraídos, por mil circunstancias, por nuestros egoísmos, por la mentira y por un disfrute sin sentido en muchas ocasiones.

Dios, no abandona a su hijos, aunque nos pase como le sucedió a Jesús en la Cruz: “Dios mío, Dios mío, porque nos has abandonado”.

La Fe es un misterio, racionalmente no entendemos muchas cosas, sin embargo, percibimos la presencia de Dios y su fuerza todopoderosa.

No hemos visto el rostro de Dios, pero si conocemos a través del Evangelio a Jesús, una imagen real de Dios, que se hizo hombre y que quiso dar su vida por nosotros.

La fe en Dios, es también un acto de humildad, de reconocer nuestra suma pequeñez, nuestra fragilidad y que muchos misterios son inabarcables para nosotros.

El hombre moderno, había perdido su pequeñez, se creía controlar todo y sin embargo esta pandemia le está haciendo reflexionar de nuevo, sobre lo frágiles y pequeños que somos.

La búsqueda de Dios, no es algo ocasional, es algo que debe ser continuo en nuestra vida y la mejor formula, sin duda, es a través del bien, si somos hacedores de bien, si buscamos el bien, si actuamos queriendo lo mejor para nuestros hermanos y para nosotros, estaremos haciendo una oración continua.

La fuerza de la oración, debe de ir acompañada de la acción del bien, de otra forma sería una incoherencia.

Los cristianos tenemos la Eucaristía, el alimento de vida, estos días se hace dificultoso participar, pero si nuestro corazón lo quiere, si nuestros sentimientos “laten” participamos en espíritu del pan de vida.

Dios, sabe de nuestros sentimientos, de nuestras carencias, de nuestras dificultades. Abandonémonos en manos de Dios.

 

Gervasio Portilla García,
Diácono permanente y periodista