REFLEXIONES DESDE EL CORAZÓN
VUELO UM 4230
Gervasio Portilla | 04.01.2017
Han pasado muchos años, quizá demasiados años desde aquella noche fatídica del 26 de Mayo de 2003, cuando un avión Yak42 de la compañía UM Airlines con el número de vuelo 4230 se estrello en su aproximación al aeropuerto de Trebisonda en Turquía, donde tenía previsto realizar una escala técnica de repostaje.
Como consecuencia de aquella tragedia, fallecieron 75 personas de las que 62 eran miembros de las Fuerzas Armadas, que retornaban a casa desde Afganistán.
No reconocer que todo el operativo, fue un despropósito, desde el caótico reconocimiento de los cadáveres y la prisa por su identificación a la falta de tacto y empatía del Ministerio que dirigía Federico Trillo con las familias; es no querer buscar la verdad.
Años después, los Tribunales eximieron al Ministerio de Defensa de responsabilidades penales, sin embargo, eso no debiera de ser óbice para reconocer que no se actuó bien con las familias y que hoy muchos años después no sienten haber sido, como se merecen, bien tratadas.
Federico Trillo, debiera de haber dimitido o haber sido cesado entonces y no debiera de haber ocupado una Embajada tan importante como la de Londres.
La contratación del Yak 42 por la agencia de la OTAN, al parecer con varias subcontrataciones por medio, dejaba muchas incógnitas abiertas, máxime si al parecer, existían protestas previas de algunos militares sobre el estado de los aparatos en los que se realizaban estos viajes.
La prepotencia y la falta de empatía es la tumba de cualquier político y desde luego en este asunto sobró prepotencia y faltó cariño y empatía, eso al menos, no es poco, en las dramáticas circunstancias sufridas por las familias de unos militares servidores de España, que debieran haberse sentido más protegidas y mejor tratadas.
Gervasio Portilla García,
Diácono permanente y periodista