NUESTROS AUTORES

NUEVOS TIEMPOS, NUEVAS FORMAS

 

Gervasio Portilla | 21.06.2013


Se quiera o no, nadie puede discutir que se ha abierto una etapa llena de ilusión con el Pontificado del Papa Francisco.

Las gentes sencillas, ven con ilusión sus gestos y sobre todo sus mensajes.

No quisiera olvidar que los cimientos de este Pontificado los puso otro gran Papa, Benedicto XVI, también un servidor humilde en la viña del Señor y a la vez sabio, que consciente de que por su edad las fuerzas podrían flaquearle, dejo paso, en un acto de autentico amor a la Iglesia; estoy seguro que el Papa Francisco, contará con su sabia colaboración y consejos en todo lo que necesite.

Sin embargo (esta ilusión, que en el mundo entero se ha suscitado, con la elección del Papa Francisco; no hay nada más que ver sus audiencias multitudinarias y las continuas peticiones de visitas y los millones de entradas en Internet para leer sus intervenciones), en España hay grupos y personas concretas, algunas con cargos de responsabilidad que que miran hacia otro lado. Parece, que prefieren una Iglesia parada o encerrada en si misma, llena de miedos y juzgan de forma inmisericorde a todo aquél que creen que se sale del carril. Se olvidan del Buen Pastor, se olvidan del Evangelio y además no quieren escuchar a una sociedad muy compleja y llena de aristas, y si no escuchan, no pueden poner remedio; son un auténtico frontón; eso si, con unas apetencias de poder que a veces asustan.

Aquel que es pequeño, que reconoce sus limitaciones humanas, es más grande ante el Señor; sin embargo los que buscan el poder y no el servicio, estoy seguro estarán más lejos del Señor.

Confundimos demasiado las normas con el Evangelio. Las normas son importantes, pero no pueden ser mas importantes que el Evangelio y algunos que se creen muy sabios; solo hablan de normas y decretos y no de perdón, acogida y camino hacia el Padre.

En fin, muchas veces uno siente impotencia ante tanto "carrerismo", ante esa ingeniería de poder dirigida siempre desde los mismos entornos; es hora de la luz y no de las tinieblas, es la hora de otro tipo de hacer y estar, aún sabiendo, que seguiremos siendo imperfectos y limitados; pero el Señor y la Santísima Virgen nos acompañan en este peregrinar hacia el Padre.

 

Gervasio Portilla García,
Diácono permanente y periodista