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CONVERSIÓN

 

Gervasio Portilla | 10.06.2013


Sin conversión no puede haber Evangelización. Es decir, el ejemplo de los que nos llamamos cristianos debe de ser coherente, aún sabiendo de nuestras limitaciones humanas.

Esta tarea nos incumbe a todos los creyentes: laicos, sacerdotes, religiosos, etc. Este ejemplo debe de ser aun mayor, en aquellos que tienen responsabilidades en la Iglesia, sean religiosos o laicos.

No se puede actuar desde ningún cargo con falta de caridad y con formas que no sean adecuadas.

La Iglesia, no es ninguna sociedad anónima, ni tiene comparación con otro tipo de instituciones y esto debe de ser algo que todo el mundo entienda.

La envidia, la soberbia y el dominio sobre los demás son graves pecados que hacen mucho daño en la evangelización.

Sobre todo, los que estamos ordenados debemos de poner todo nuestro corazón en ser misericordiosos y dar ejemplo con nuestra forma de vivir y proceder. El mayor daño que podemos hacer a la evangelización es el testimonio negativo.

El "carrerismo", la auto referencia y la soberbia son grandes defectos a corregir; sin ello no será posible una evangelización plenamente fructífera.

Gervasio Portilla García,
Diácono permanente y periodista