Oído Cocina

 

MENTIRAS DE AYER, MENTIRAS DE HOY

 

 

Miguel del Río | 22.04.2018


 

 

Una mentira es la afirmación que hace una persona consciente de que no es verdad. Las redes sociales le dan hoy más protagonismo a las mentiras, tanto, que primeramente las han bautizado en inglés, “fake news” o noticias falsas.

Parece como si nunca hubiéramos mentido hasta que llegó Internet y lo cambió todo. Mucho me temo que los engaños vienen de ayer, son de hoy e imperarán en el futuro. Solo hay que ver la enciclopedia de trolas que se podría escribir sobre la reciente crisis económica, y la mucha gente buena que ha quedado en la estacada, sin saber realmente el por qué. Tan acertado él, Mark Twain descifró tres clases de falsedades: la mentira, la maldita mentira y las estadísticas. Hicimos menos caso a Aristóteles cuando nos filosofó con que el castigo del embustero es no ser creído, aún cuando diga la verdad. En mi opinión, aquí radica el mal.

El mentiroso suele salir indemne, y nos consolamos con reconocer que el inglés parlante es más riguroso a la hora de rechazar que en la sociedad anglosajona se falseen datos, se manipulen noticias o se fabule descaradamente por televisión. Como en la vida misma, en las redes sociales terminamos por conocernos a todos. Lo que pasa es que no hay que jugar con el lenguaje y decir las cosas como son. Ejemplos hay para dar y tomar como que el trabajador es el que trabaja; el serio porque lo hace bien y responsablemente; y quien cuenta milongas, un cantamañanas, lo tengas frente a ti o por el Twitter.

Si regulamos las redes sociales contra las noticias falsas, digo yo que tendremos que hacer lo mismo cuando abrimos la boca a diario, y mezclamos como si nada verdades con mentiras. Tampoco creo en los embustes piadosos, porque terminas por tener adicción a ellos. De esta forma, llegan las excusas habituales que se dan por llegar tarde al trabajo, no cumplir con los estudios, los deberes, o decir a tu pareja que ya has salido del trabajo para encontrarte con ella, cuando en realidad estás aún en la oficina. Como creo en la reencarnación, pienso que es posible que alguien se rehabilite como mentiroso patológico. Difícil, pero no imposible. Por eso no termina de convencerme tutelar a las redes para evitar mentiras. Cuando desaparezcan las que se cuentan todos los días en periódicos, radios y, por supuesto, en la televisión, entonces hablaremos.

 

Miguel del Río