Colaboraciones

 

Humildad intelectual

 

 

 

26 noviembre, 2024 | Javier Úbeda Ibáñez


 

 

 

 

 

 

La humildad intelectual es una actitud esencial. Consiste en reconocer que la verdad está en la realidad, para obrar en consecuencia. Esto implica respeto y sometimiento a la verdad, dejar que la realidad me comunique su verdad y aceptarla por mi parte tal como se me manifiesta; renunciar a la tendencia de querer ajustar la verdad a mi gusto, de convertirme yo en el autor de la verdad o de imponerle mis condiciones subjetivas. Quien carece de humildad intelectual se sale de la realidad porque se fabrica una verdad que no existe sino en su cabeza.

La humildad a la que nos estamos refiriendo conduce, además, a que la vida personal se configure conforme a la verdad, aunque suponga renuncias y sacrificios. Quien no es humilde no acepta las cosas como son y, en cuanto aparece algo que no le gusta, busca una justificación o inventa algún recurso para evadirlo. Por ejemplo, hay leyes derivadas de la naturaleza humana que muchas veces no se aceptan porque se prefieren soluciones más cómodas, como las leyes sobre la justicia social o sobre el matrimonio y la procreación. Quien así procede no está en la realidad y no va por caminos que le conduzcan hacia el verdadero fin de su existencia.

Una consecuencia importante de la humildad intelectual es la capacidad de rectificación, cuando uno se da cuenta de que se ha equivocado, o cuando otros se lo hacen notar. En cambio, la soberbia impide rectificar, hace que la persona se empecine en aquello que ha visto, que ha dicho, que ha hecho, aunque muchos pretendan hacerle ver su error. La soberbia intelectual produce ceguera —frecuentemente más intensa en los más inteligentes—, mientras que la humildad proporciona claridad…