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De cómo se cambia la forma de pensar

 

Francisco Rodríguez Barragán | 08.03.2016


Después de mi artículo de hace un par de semanas en el que la historieta de la rana hervida me servía para una reflexión sobre el proceso que padecemos de eliminación de nuestras raíces para ir aceptando cualquier  cosa que quiera imponernos el gobierno de turno, he sabido que este proceso está estudiado perfectamente por el politólogo norteamericano Joseph Overton y funciona en una sociedad tolerante, sin ideales rigurosos y en la que la división entre el bien y el mal no esté claramente establecida.

Se trata de una secuencia de acciones concretas con el fin de conseguir el resultado deseado que puede ser más eficaz que un arma de destrucción masiva. Es la ventana de posibilidades con la que es posible legalizar desde la eutanasia al canibalismo.

Aquí ya viene funcionando hace tiempo por ejemplo con el aborto, en donde se pasó de su despenalización a convertirlo en un derecho o la sodomía y la homosexualidad que está plenamente legalizada, pues ha pasado de ser una práctica sexual aberrante  a la consideración de matrimonio respetable.

Naturalmente que esto no ocurre de un día para otro. Hacer socialmente aceptable una práctica que durante siglos era rechazable se produce por etapas. La secuencia es pasar de lo impensable a lo radical, de lo radical a lo aceptable, de lo aceptable a lo sensato, de lo sensato a lo popular, de lo popular a lo político

En primer lugar hay que hacer desaparecer del lenguaje las palabras mismas que identificaban aquello que se quiere cambiar y desde estas nuevas palabras pasar a su defensa radical, a ir proponiendo su aceptación, a presentarlo como algo sensato, como algo popular y por último que los políticos lo conviertan en medidas coercitivas..

La defensa de la salud sexual y reproductiva de las mujeres o la defensa de la planificación familiar, exige métodos y medidas que desplazan la cuestión del aborto a la interrupción voluntaria del embarazo en las mejores condiciones sanitarias posibles. Se pasa de lo rechazable a lo socialmente aceptable. Si alguien  esgrime el derecho a la vida del concebido se le ignora sin más.

Hablar de sodomía está feo, pues se cambia por orientación sexual, que resulta más científico y se defiende el derecho de cada cual a decidir la forma de ejercer su propia sexualidad, incluso a elegir si quiere aceptar su sexo biológico o cambiarlo. Si alguien invoca que la sexualidad está al servicio de la procreación también se le ignora o se le ridiculiza.

La eutanasia está en pleno proceso de legalización y como es natural se le llama derecho a una muerte digna, se busca el apoyo científico, se publicita en los medios y se convierte en un derecho que la sociedad termina considerando aceptable y sensato a un paso de su aprobación por los legisladores.

Todo empezó con la tolerancia. Hace ya bastante tiempo que fuimos convencidos de que hay que ser tolerantes con todo lo que se nos presente como progresista aunque el resultado ha sido la aparición de una radical intolerancia hacia quienes se opongan a la presión que padecemos. Por eso pienso que se combate siempre a la religión como el baluarte que puede oponerse a la manipulación educativa en la que lo bueno y lo malo lo terminan decidiendo  los parlamentos.

 

Francisco Rodríguez Barragán