Fe y Obras

Lucía Caram: ¡Caramba con Lucía!

 

 

16.02.2017 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

Al parecer, a esta buena señora, el Papa Francisco le dijo en una ocasión que siguiera haciendo lío. Eso quería decir que no ignoraba el Santo Padre que lío, lo que se dice lío, es casi lo único que estaba haciendo la religiosa de supuesta clausura.

Lo penúltimo que ha armado esta buena señora ha sido de órdago. Es más que conocido por todos.

Al parecer, según su docto saber y entender, la Virgen María y el casto San José, su esposo, debían mantener relaciones sexuales como se hace en el seno de cualquier matrimonio.

Según parece, esta buena señora parece ignorar que aquel matrimonio no era un matrimonio más ni era una relación, digamos, ordinaria, la que allí se mantenía.

Sabemos, por nuestra fe católica (la nuestra pero no la de esta buena señora) que la Virgen María, era Virgen, precisamente Virgen, antes, durante y después del parto de su Hijo, e Hijo de Dios, a quien puso por nombre (a no ser que esta buena señora diga otra cosa) Jesús.

Eso es, por decirlo pronto, dogma de fe. Luego esta buena señora, religiosa de presunta clausura, se cisca en un dogma de la Iglesia católica a la que pertenece sólo de nombre pero no de fe.

No podemos negar que eso es lo que ha pasado. Incluso ha habido algún sacerdote abrazafarolas que no ha tardado en decir que los dogmas no pueden ser la sustentación de una fe y que, para él, tienen una importancia menos que relativa. Vamos, que le importan un bledo.

Vemos, por tanto, que a esta buena señora le están saliendo discípulos hasta debajo de las piedras que van a ser las que van a acabar gritando sino lo hacen aquellos que tienen superioridad jerárquica sobre esta buena señora, religiosa de presunta clausura.

Por otra parte, sus otros defectos como son, por ejemplo, ser independentista catalana y ser del Barça no son más que tics propios de alguien llegado a Cataluña de fuera o, por decirlo de otra forma, de alguien que, por ignorancia, quiere quedar bien con quienes allí desmandan. Y eso, a lo mejor, se cura con el tiempo pues es cosa de puro mimetismo y, por decirlo pronto, de pura tontuna personal.

Pero lo peor de todo esto no es que esta buena señora sea una deslenguada y le guste un plató de televisión más que a un tonto un lápiz (realidad que en su caso coinciden) sino que nadie la pone de patitas en la calle de la Iglesia católica a la que denigra con sus declaraciones.

Dice ella, y muchos, que hace mucho bien a los pobres. Sin embargo, parece olvidar que hay algo que compensa (en lo malo) a sus caritativas acciones: ella escandaliza mucho más a los sencillos en la fe católica con sus excesivas palabras y eso, según Cristo, lleva aparejada la pena de la piedra de molino.

Aunque, quien que esto escribe, por ser misericordioso (como está de moda según para quién) se conformaría con ver que alguien le muestra el lugar dónde debe colgar el hábito que usa cuando no toca (que es casi siempre) y dónde está la puerta de la calle de su convento para que salga por ella y no vuelva más hasta que no se convierta.

¡Ah, claro, es que esta buena señora casi no pisa su convento!

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net