Fe y Obras

Las cosas claras

 

 

26.08.2016 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

Hagamos un ejercicio de imaginación.

Imaginen ustedes la escena:

Jesús se encuentra en el monte y va hablar a la muchedumbre. Entonces dice esto que es muy conocido: “bienaventurados los pobres de espíritu”.

Sin embargo, luego añade: “Bueno, a esto hay que hacer algunas precisiones porque, en realidad, no quiero decir exactamente eso sino que, en determinadas circunstancias, tales personas, a lo mejor, y según, pueden ser bienaventuradas…”

Otra escena: Jesús dice que donde es sí ha de ser sí y donde es no ha de ser no. Pero entonces vuelve a hablar:

“En realidad, no es que quiera decir que nada se pueda alterar y, en todo caso, tal sí está condicionado a esto o a lo otro; el no, según y cómo…”

Y, acabemos, con esto. En el sumun de la imaginación, veamos a Cristo enseñando la oración más conocida:

“Cuando recéis decir Padre Nuestro, que estás en el Cielo”.

Pero entonces, antes de seguir, va y dice esto:

“Qué sepáis que el Cielo, a lo mejor, no existe o sí…”

En fin, con esto queremos decir que cuando el Hijo de Dios hablaba (veamos estos tres ejemplos) lo hacía con una claridad ante la que no se podía plantear duda alguna: bienaventurados son…, sí es sí y no es no y, por fin, el Padre Nuestro es el que es.

Con esto queremos decir que, al parecer, con el paso de los siglos ha llegado un momento en el que hay que interpretar, demasiadas veces, lo que dice el Santo Padre Francisco. Y es que no son pocas las veces que el anterior encargado de la Oficina de Prensa del Vaticano (ya sustituido) que tuvo que salir a desmentir determinadas interpretaciones de lo dicho por el Vicario de Cristo.

El caso es que no debería haber caso porque las palabras del Papa no deberían suscitar duda alguna. Eso, la mayoría de las veces, lleva a confusión a los fieles y a no pocos problemas de conciencia.

Seguramente, son los tiempos que nos ha tocado vivir pero es posible que sean los que nos han procurado vivir.

¡Oh tempora, oh mores!, que diría aquel.

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net