Fe y Obras

¡Que calle la Iglesia! ¿Que se calle la Iglesia?

 

 

18.08.2016 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

Es bien cierto eso de que no hay mayor ciego que quien no quiere ver. Y esto lo decimos por la situación que está pasando la Iglesia católica, creada por Alguien que era Hijo de Dios y cuyo nombre, Jesús, es muestra de hasta dónde puede llegar quien ama a sus amigos.

Esto de la ceguera lo decimos por aquellos hermanos de fe nuestros que pareciera no se dan cuenta de lo que está pasando y, siendo todo tan evidente y tan claro, nos queda la posibilidad de pensar que callan, luego, otorgan.

¿A qué viene esto?

Se dice que vivimos en una sociedad democrática. ¡Falso de toda falsedad!; se dice que habitamos en una sociedad libre. ¡Falto de toda verdad! Es más, hasta se sostiene (en beneficio propio, claro) que entre nosotros la libertad de expresión de chachi-piruli y que a ver quién se la salta.

Esto último es más falso que una moneda de 3 euros.

Vamos a ver.

Aquí cualquiera dice lo que le parece: los políticos en sus propios foros, cualquier persona en la calle, en el bar, en la oficina, en el taller… En fin, que es posible que si alguien quiere decir que el Presidente del Gobierno le cae más que mal nadie le va a afear la conducta porque para eso hay, existe y prevalece, la libertad de expresión.

Eso, así, dicho, está la mar de bien y muestra que una sociedad es y está sana.

Pero las cosas se tuercen siempre por el mismo lado. Y es del lado de la Iglesia católica.

Si la Esposa de Cristo tiene a bien manifestar que, según su doctrina, la ideología de género es una aberración (“aberratio”, palabra en latín que quiere decir “desviación”) las cosas cambian. Eso es intolerable y se tiene por lo más asqueroso del mundo. Faltaría más que alguien, tras una sotana, diga que el eje del mundo actual es algo desviado y que se tendría que volver a coger el rumbo de vida, digamos, natural.

Si, por ejemplo, a la Esposa de Cristo le parece bien criticar el aborto, el comportamiento homosexual, el divorcio, etc.… entonces saltan todas las alarmas porque, al parecer, debe ser (es) la única institución que no puede hacer uso de la sacrosanta libertad de expresión.

Ahora bien, si en un desfile del (mal) llamado orgullo gay hay alguien que se viste de obispo, de monja o de Papa para hacer burla, escarnio y todo lo que le parezca a costa de nuestra Iglesia católica, de nuestros pastores o de los simples fieles… ¡faltaría más!, todo está más que permitido porque, para eso (sobre todo para eso) existe la libertad de expresión.

Si, también, a alguien se le ocurre titular una obra de teatro “Me cago en Dios” (cosa que ya ha pasado) o similar no vaya  nadie a poner los pies sobre la mesa ni a dar un puñetazo sobre la misma superficie porque está mostrando un cariz intolerante y carca…

A esto se le llama, sin duda alguna, doble vara de medir. Por eso es tan triste que haya quien, dentro de nuestra Iglesia católica, calle tanto como está callando y no salga en defensa de aquellos pastores nuestros que dicen, sólo dicen sin obligar a nada (porque ni deben ni pueden) lo que tienen que decir porque es lo que sostiene la Iglesia de la que forman parte. Y es, además, una vergüenza la complicidad que muestran con tal actitud los que callan.

El problema es que son cómplices de Satanás, malos pastores que engañan a sus ovejas y, sobre todo, que las llevan al Infierno de cabeza.

¡Que calle la Iglesia! Tal es el grito de los intolerantes y dictadores que el mundo actual ha criado y amamanta con el líquido venenoso de su ideología; ¿Qué se calle la Iglesia católica? Ni debe ni puede hacerlo.

Y quien quiera entender, que entienda.

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net