Fe y Obras

¿Qué debemos hacer por Asia Bibi?

 

 

23.04.2015 | por Eleuterio Fernández Guzmán


Es fácil decir que no se puede hacer nada por esta mujer católica encarcelada por causa inexistente e injusta. Es fácil, pues, mirar para otro lado porque, al fin y al cabo, está muy lejos de aquí (vive, o malvive, en Pakistán) De todas formas, además, poco podemos nosotros, judicialmente hablando, hacer por ella…

A esto sólo se puede llamar indiferencia y, en el fondo, cobardía… mucha cobardía.

Hace bien poco su marido y su hija han estado en España para participar en un congreso de cristianos perseguidos en el que se ha proclamado que todos somos nazarenos (por el símbolo árabe que significa, precisamente, “nazareno” y que los malvados hijos del Mal utilizan para marcar las casas de los que quieren perseguir, sangrar económicamente y, si es necesario, matar) También han sido “recibidos” por el Papa en la Plaza de san Pedro…

Tanto uno como otra saben que la cosa está más que mal porque las autoridades judiciales de su nación están muy mediatizadas por el yihadismo o, en general, por el simple sentido que el Islam tiene de la justicia. Si, además, se trata de un caso contra una cristiana… la cosa está más que mal porque ya sabemos hasta dónde son capaces de llegar ciertos musulmanes cuando se trata de agraviar a un discípulo de Cristo. ¡Sí!, justo, hasta la misma muerte del mismo. Y, para ello, no se paran en nada y ponen toda la carne (la que no es suya) en el asador para darle vuelta y vuelta y que muera bien muerta…

Sabemos más que de sobra que muchos de los casos de acusación de blasfemia que recaen sobre cristianos no son ciertos sino que son llevados por envidias personales o por odios a la fe cristiana. Sin embargo, también sabemos que, dada la normativa contenida en el libro, llamado, sagrado, de los musulmanes, lo que les espera a tales personas es: primero, una escasa defensa (por lo inútil de la misma) y, segundo, una muerte asegurada pues ya se encargan de ello quienes tienen que encargarse en aquellas tierras donde la religión de la “paz” (¿?) campa por sus respetos.

Sin embargo, algo sí podemos hacer por Asia Bibi. Es más, estamos obligados a hacerlo porque si nos quedamos mirando las noticias o leyendo las mismas cuando se haya hecho pública su ejecución seremos muy culpables, ante Dios, de la misma.

¿Qué queremos decir con esto?

Pues es bien sencillo: nosotros podemos orar y, también, perdonar: orar

-Al Padre por ella, para que se mantenga firme en la fe católica.

-Al Padre por los que la tienen encarcelada, para que se conmuevan.

-Al Padre por los que la acusaron de forma injusta, para que caigan en la cuenta de acto tan perverso.

Y también le podemos pedir a Dios para que, como hemos dicho, nos ayude a perdonar tanta actuación contraria a su corazón amoroso y misericordioso. Y le pedimos esto porque sabemos que es muy difícil no caer en la tentación del odio. Por eso… pidámosle a Dios para que nos permita mantener un corazón de carne porque queremos que así sea.

Nosotros no confiamos, para nada, en la justicia de los hombres… de cierto tipo de hombres ataviados con los ropajes de la ley pero con el corazón bien negro y bien lleno de falsa religión. Nosotros sólo confiamos en la justicia de Dios Todopoderoso que bajó del Cielo y se encarnó de María, la Virgen. Y de esa seguro que no escapan los asesinos de los que matan discípulos de Cristo y los que quieren que Asia Bibi pase a la historia como mártir de la fe aunque mártir, lo que se dice mártir (por testigo) lo es ya desde hace mucho tiempo. Sólo le falta la pura palma del testigo supremo.

Pidamos para que no se la pongan en la mano los que deberían mirar a su corazón antes de tirar la primera piedra.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net