EL EVANGELIO DEL DOMINGO

por Gervasio Portilla García

31.01.2015


IV Domingo del Tiempo Ordinario (C)

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (4, 21-30)

En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga:

― «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían:

― «¿No es este el hijo de José».

Pero Jesús les dijo:

― «Sin duda me diréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo", haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún».

Y añadió:

― «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo: Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».

Al oir esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino

Palabra del Señor


COMENTARIO:

En este cuarto Domingo del Tiempo Ordinario, el Evangelio nos exhorta a tomar en serio la llamada a la santidad.

Los habitantes de Nazaret se maravillan con las enseñanzas del Señor; sin embargo, de forma súbita aparece el espíritu crítico, porque lo que Jesús les decía en el fondo, no coincidía con lo que ellos querían.

En realidad, el Señor les toca la fibra sensible y pone a aquellos habitantes de Nazaret ante su propio espejo.

En aquella ocasión llegaron ante la realidad que les señalaba, al extremo de entrar en locura y de querer despeñar a Cristo.

Lo mismo nos pasa a nosotros en esta sociedad, el mensaje del Evangelio y la verdad nos interpela y reaccionamos como si la cosa no fuera con nosotros y miramos hacia otro lado con disculpas incomprensibles para calmar nuestra propia conciencia.

Hasta el próximo Domingo si Dios quiere. Paz y bien.