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07
de junio de 2006
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Santa Sede
Benedicto XVI explica el primado de Pedro según el Nuevo
Testamento
Confidencias de Benedicto XVI al recibir el título de ciudadano
honorario de Altötting
El cardenal Sodano ordena a dos obispos para Kirguizistán y
Kazajstán
Dos nuevos obispos auxiliares para Quito (Ecuador)
Mundo
Los obispos aplauden la abolición de la pena de muerte en
Filipinas
Una exposición muestra en Barcelona la fe de Andy Warhol
China: La diócesis de Cangzhou recuerda a sus mártires
Estudioso de fama mundial demuestra que el feto experimenta
dolor
Entrevista
El sentido de la visita de Benedicto XVI a Auschwitz
Audiencia del miércoles
Benedicto XVI: Pedro, la roca sobre la que Cristo fundó la
Iglesia
Nuevos movimientos
Punto Corazón
Documentación
«Dios es amor», la verdad más importante; según Benedicto XVI
Santa Sede
Benedicto XVI explica el primado de
Pedro según el Nuevo Testamento
Recorre los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles para ilustrar en qué
consiste
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 7 junio 2006 (ZENIT.org).-
Benedicto XVI mostró este miércoles en la audiencia general cómo Cristo en los
Evangelios confío a Pedro un papel preeminente entre los apóstoles que consiste
en garantizar la unidad en la Iglesia.
Al dirigirse a unas 50.000 personas congregadas en la plaza de San Pedro, el
pontífice dedicó su tercera intervención a la figura del pescador de Galilea
--después de las catequesis del 15 y del 24 de mayo--, presentando en esta
ocasión a Pedro como «la roca sobre la que Cristo fundó la Iglesia».
«Recemos para que el primado de Pedro, confiado a pobres seres humanos, sea
siempre ejercido en este sentido original deseado por el Señor y para que lo
puedan reconocer cada vez más en su significado verdadero los hermanos que
todavía no están en comunión con nosotros», dijo el Papa al concluir.
Su meditación se convirtió en un repaso de las páginas del Evangelio y en parte
de los Hechos de los Apóstoles en los que «se manifiesta la voluntad de Cristo
de atribuir a Pedro un especial relieve dentro del colegio apostólico con
numerosos indicios».
Él es, por ejemplo, el único apóstol a quien Jesús le asigna un nuevo nombre,
Cefas, que quiere decir «Piedra», nombre que acabará sustituyendo al original,
Simón.
Pedro es el único que es nombrado en numerosas ocasiones por su nombre,
mencionándose al resto de los apóstoles en grupo, y siempre es recordado como el
primero del grupo en los Evangelios.
«Fue el primero a quien lavó los pies en la última Cena --recordó el Santo
Padre-- y sólo reza por él para que no desfallezca en la fe y pueda confirmar
después en ella a los demás discípulos».
Por otra parte, «el mismo Pedro es consciente de esta posición particular que
tiene --siguió diciendo--: es él quién habla a menudo, en nombre de los demás,
pidiendo explicaciones ante una parábola difícil, o para preguntar el sentido
exacto de un precepto o la promesa formal de una recompensa».
En el capítulo 16 de Mateo (versículos 18 a 19) Jesús pronuncia «la declaración
solemne que define, de una vez por todas, el papel de Pedro en la Iglesia»,
siguió aclarando el pontífice: «tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las
llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los
cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos»
«Las tres metáforas a las que recurre Jesús son en sí muy claras: Pedro será el
cimiento de roca sobre el que basará el edificio de la Iglesia; tendrá
las llaves del Reino de los cielos para abrir y cerrar a quien le parezca
justo; por último, podrá atar o desatar, es decir, podrá
establecer o prohibir lo que considere necesario para la vida de la Iglesia, que
es y seguirá siendo de Cristo».
«Es siempre la Iglesia de Cristo y no de Pedro. Describe con imágenes plásticas
lo que la reflexión sucesiva calificará con el término "primado de
jurisdicción"», subrayó.
Y esta posición preeminente que Jesús quiso entregar a Pedro «se constata
también después de la resurrección», ilustró su sucesor den la sede de Roma, en
el nacimiento de la primera comunidad cristiana.
«En el así llamado Concilio de Jerusalén, Pedro desempeña una función directiva,
y precisamente por el hecho de ser el testigo de la fe auténtica, el mismo Pablo
reconocerá en él un papel de "primero" ».
«Además, el hecho de que varios de los textos claves referidos a Pedro puedan
ser enmarcados en el contexto de la Última Cena, en la que Cristo confiere a
Pedro el ministerio de confirmar a los hermanos, muestra cómo la Iglesia, que
nace del memorial pascual celebrado en la Eucaristía, tiene en el ministerio
confiado a Pedro uno de sus elementos constitutivos», siguió aclarando.
Este contexto del Primado de Pedro en la Última Cena, explica la esencia del
primado, dijo por último: «Pedro tiene que ser el custodio de la comunión con
Cristo; tiene que guiar en la comunión con Cristo de modo que la red no se
rompa, sino que sostenga la gran comunión universal».
«Sólo juntos podemos estar con Cristo, que es el Señor de todos. La
responsabilidad de Pedro consiste en garantizar así la comunión con Cristo con
la caridad de Cristo, guiando a la realización de esta caridad en la vida de
todos los días», concluyó.
ZS06060705
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Confidencias de Benedicto XVI al
recibir el título de ciudadano honorario de Altötting
El corazón mariano de Baviera
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 7 junio 2006 (ZENIT.org).-
Benedicto XVI recibió este miércoles en una breve ceremonia el título de
ciudadano honorario de Altötting (Alemania), localidad conocida como el
«corazón» mariano de Baviera, su tierra natal y, emocionado, dejó espacio a
confidencias.
En esa localidad se encuentra el santuario de la época carolingia dedicado a la
Virgen María que es visitado todos los años por un millón de peregrinos. Muy
cerca se sitúa Marktl am Inn, el pueblo donde nació Joseph Ratzinger.
Al encontrarse con la delegación alemana en el Aula Pablo VI, según ha informado
«Radio Vaticano», el Papa recordó un episodio de juventud, acaecido cuando él y
su hermano regresaron «sanos y salvos» de la segunda guerra mundial.
Su padre «recorrió a pie el largo trayecto que separa Traunstein de Altötting
para dar gracias a la Madre de Dios» por la salvación de sus dos hijos.
Benedicto XVI añadió que fue inolvidable también la peregrinación a ese
santuario que realizó Juan Pablo II, cuando el cardenal Joseph Ratzinger era
arzobispo de Munich, pues en él el Papa Karol Wojtyla pudo «percibir el corazón
católico de Baviera».
«Hace pocos años --reveló-- pude acompañar a una peregrinación a pie, que
procedía de Ratisbona (Regensburg) y en aquella ocasión comprendí profundamente
lo que significa una peregrinación de este tipo».
«No es sólo "caminar con los pies", sino "caminar con el corazón", no es un
recorrido exterior, sino interior», señaló.
«En medio de los esfuerzos y de los cansancios de este camino, al final se da
verdaderamente la gran alegría de llegar a la Madre de las Gracias, de
encontrarse con ella en el silencio del santuario».
«Altötting custodia este patrimonio de siglos, que de este modo permanece
siempre vivo», reconoció, siendo así un «lugar antiguo y nuevo de encuentro con
la Madre del Señor y, por tanto, de renovación de nuestra vida».
«Con este título de ciudadano honorario --confesó Benedicto XVI-- ahora formo
parte de manera totalmente particular de Altötting. Los grandes duques bávaros
0habían dispuesto que, tras su muerte, sus corazones se conservaran en aquel
santuario. Yo sé que, de este modo, mi corazón ahora es tomado aún más
definitivamente por la Madre de Dios y que ella mi cuidará desde lo alto y me
guiará en mi peregrinación».
ZS06060707
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El cardenal Sodano ordena a dos obispos
para Kirguizistán y Kazajstán
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 7 junio 2006 (ZENIT.org).-
La Iglesia católica en las antiguas repúblicas soviéticas de Kirguizistán y
Kazajstán cuentan con dos nuevos obispos, símbolos del renacimiento católico
experimentado en las dos últimas décadas.
Los dos prelados recibieron la ordenación episcopal de manos del cardenal Angelo
Sodano, secretario de Estado, el 2 de junio pasado, en la Basílica de San Pedro
del Vaticano.
Los nuevos consagrados son monseñor Nikolaus Messmer S.J., obispo titular de
Carmeiano, administrador apostólico de Kirguizistán; y monseñor Athanasius
Schneider, obispo titular de Celerina, auxiliar de Karaganda (Kazajstán).
El cardenal Sodano, en la homilía, definió a las pequeñas comunidades católicas
de Kirguizistán y Kazajstán come «sla de la tierra y luz del mundo», pues se
trata de pequeñas minorías.
En Kirguizistán, país de unos cinco millones de habitantes, los católicos son
unos 5.000. En Kazajstán, con unos 15 millones de habitantes, hay unos 40.000
católicos.
«Con la llegada de los dos nuevos prelados, esas comunidades podrán fortalecerse
y continuar su camino de testimonio evangélico en la realidad contemporánea »,
dijo el purpurado en una homilía pronunciada en italiano, ruso y alemán.
Monseñor Messmer es enviado a la capital de Kirguizistán, Bishkek, como guía de
una nueva administración apostólica, en un país en el que desde hace años
trabajan algunos religiosos de la Compañía de Jesús.
Nacido el 19 de diciembre de 1954 en Karaganda, tras ser ordenado sacerdote en
el seno de esa congregación religiosa, alcanzó la licencia en Espiritualidad en
la Universidad Pontificia Gregoriana en el año 2004. Ha sido párroco en Bishkek
y después superior del preseminario de la diócesis de la Transfiguración en
Novosibirsk (Federación Rusa).
Monseñor Schneider asistirá en su ministerio apostólico al obispo de Karaganda,
monseñor Jan Pawel Lenga, quien fue uno de los otros dos obispos co-consagrantes,
junto al arzobispo Józef Wesolowski, nuncio apostólico en Kazajstán, Tayikistán,
Kirguizistán, y Uzbekistán.
Nacido en Tokmak (Kirguizistán), de padres de origen alemán, que más tarde
emigraron a Rottweill (Alemania), en 1982 entró en la Orden de los Canónigos
Regulares de la Santa Cruz en Austria.
Estudió filosofía en la Universidad Pontificia Santo Tomás («Angelicum») de Roma
y teología en el Instituto «Sapientiae» de Anápolis (Brasil). Ordenado sacerdote
el 25 de marzo de 1990, se doctoró en Teología Patrística en 1997. Hasta ahora
era director espiritual en el seminario y canciller de la Curia diocesana de
Karaganda.
En la basílica de san Pedro, sin esconder su emoción, se encontraban algunos de
los familiares de los nuevos obispos.
Junto a monseñor Messmer concelebraron sus tres hermanos jesuitas, otro hermano
sacerdote diocesano, y entre los presentes se encontraban tres hermanas
religiosas, así como la madre, que tras quedar viuda, se ha consagrado a Dios.
Monseñor Schneider estaba acompañado por sus dos hermanas, una de ellas
religiosa clarisa.
ZS06060703
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Dos nuevos obispos auxiliares para
Quito (Ecuador)
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 7 junio 2006 (ZENIT.org).-
Benedicto XVI ha nombrado dos nuevos obispos auxiliares para la arquidiócesis de
Quito, monseñor René Coba Galarza y el Padre Danilo Echeverría Verdesoto, según
informó este miércoles la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Monseñor Coba nació en Quito, el 26 de septiembre de 1957. Estudió en los
Seminarios Menor y Mayor de esta ciudad. Es Licenciado en Teología y Master en
Teología Pastoral por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
Recibió la ordenación sacerdotal el 3 de julio de 1982. Ha desempeñado diversos
servicios pastorales en la arquidiócesis de Quito: párroco, formador en el
Seminario Menor, profesor en la Universidad Católica del Ecuador.
Por encargo de los obispos de Ecuador, colaboró en varias tareas en la
Conferencia Episcopal Ecuatoriana. Actualmente es Párroco de Chimbacalle, al sur
de Quito, y Vicario General de la arquidiócesis de Quito.
El padre Echeverría nació en Quito, el 19 de junio de 1962. Hizo sus estudios
con los Hermanos Maristas en la escuela «Pedro Pablo Borja» núm. 2, de Quito, y
en el Colegio «Los Andes».
Estudió Medicina en la Universidad Central del Ecuador; pero luego decidió
ingresar al Seminario Mayor de Ibarra. Obtuvo su doctorado en Teología en la
Universidad de Navarra, España.
Juan Pablo II lo ordenó sacerdote el 29 de mayo de 1988. Se ha dedicado sobre
todo a la docencia eclesiástica en el Seminario Mayor de Ibarra, del cual fue
Vicerrector durante cuatro años y Rector desde el año 2003 hasta ahora.
ZS06060710
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Mundo
Los obispos aplauden la abolición de la
pena de muerte en Filipinas
MANILA, miércoles, 7 junio 2006 (ZENIT.org).-
La Conferencia Episcopal de Filipinas ha aplaudido el apoyo del Congreso
filipino a una ley de abolición de la pena capital. Unos mil reclusos esperaban
hasta ahora en el corredor de la muerte su ejecución.
La medida ha sido aprobada por el Senado y la Cámara de Representantes. La ley
debe ser ratificada y promulgada por la presidenta, Gloria Macapagal Arroyo.
La firma presidencial se producirá «con toda probabilidad» antes de que Arroyo
emprenda a finales de junio un viaje de Estado al Vaticano y España, dijo a la
agencia EFE el consejero político de la presidenta y responsable de las
relaciones con el legislativo, Gabriel Claudio.
Todo el trámite parlamentario se va a acelerar al máximo para poder aprobar la
ley antes de que el legislativo entre en receso el próximo viernes.
La propia presidenta pidió, el 31 de mayo, por escrito a los presidentes del
Senado y de la Cámara de Representantes que aprobasen «urgentemente» sus
respectivos proyectos de ley para abolir la pena de muerte, un castigo que
considera inútil para evitar crímenes y que, perjudica a los pobres, que no
pueden costearse buenos abogados.
Filipinas se convertirá en el cuarto país de la región del Sudeste
Asiático-Pacífico, sólo con Australia, Nueva Zelanda y Timor Oriental, que no
tendrá en su legislación la pena capital.
ZS06060709
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Una exposición muestra en Barcelona la
fe de Andy Warhol
«Encontraba en la Iglesia el contrapeso a todo lo negativo de la sociedad»
BARCELONA, miércoles, 7 junio 2006 (ZENIT.org-Veritas).-
El director del museo diocesano de Barcelona, Josep Maria Martí Bonet, valoró
este miércoles el éxito que está teniendo la exposición que acoge este mes 130
piezas realizadas por Andy Warhol desde el año 1957 hasta el año de su muerte,
1987.
Se tratan «de un cuadro muy intimista» del representante del pop art, afirmó.
«Warhol era muy contradictorio --declaró a la agencia Veritas el sacerdote--.
Por un lado, muy revolucionario, pero por otro, encontraba en la Iglesia
católica el contrapeso a todo lo negativo de la sociedad y la gran solución a
todos los problemas que él mismo sufría en su carne”.
Martí Bonet explicó que el artista no ocultaba su condición de católico
practicante y tenía en su despacho un Cristo, y se refirió a su voluntad de
hacer una evocación de la Última Cena en los últimos años de su vida. “Era un
hombre muy contemporáneo, con problemas que hoy están en la calle, pero con
esperanza, a pesar de todo”, añadió.
La exposición, abierta del 1 de junio al 9 de julio, invita a reflexionar sobre
el hombre contemporáneo y muestra el deseo de la Iglesia de establecer un
diálogo abierto a todos sobre los problemas que se encuentran en las piezas
expuestas, según Martí Bonet.
El museo diocesano de Barcelona dedica especial atención al arte contemporáneo,
en el que se inscriben casi la mitad de las cerca de doscientas exposiciones que
ha acogido. «Pretendemos abrazar a tantos artistas que quieren manifestar el
diálogo de convivencia que es el arte --concluyó el director del museo--,
gracias al cual podemos entendernos y respetarnos».
ZS06060721
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China: La diócesis de Cangzhou recuerda
a sus mártires
Al celebrar los 150 años de vida
ROMA, miércoles, 7 junio 2006 (ZENIT.org).-
El 150 aniversario de la fundación de la diócesis de Cangzhou (Xianxian), en
China, ha servido para impulsar el esfuerzo misionero de la comunidad católica,
según afirman sus responsables.
Según informa «Eglises d’Asie», la
agencia de Misiones Extranjeras de París, el 6 de mayo pasado, monseñor Joseph
Li Liangui, obispo «oficial» y también «legítimo» de la diócesis de Cangzhou, en
la provincia de Hebei, inició las ceremonias del 150 aniversario de la fundación
de su diócesis.
El acontecimiento tuvo lugar en el cementerio católico d Xianxian, también
conocido como Colina de Yuntai, donde ha sido erigido recientemente un pequeño
monumento en memoria de los fundadores de de la diócesis.
En el cementerio se encontraban las tumbas de cinco obispos franceses, de un
obispo chino y de un gran número de misioneros extranjeros y sacerdotes chinos.
Todas fueron destruidas durante la Revolución Cultural (1966-1976). Usando el
cirio pascual de la catedral para encender una antorcha gigante, de dos metros
de altura, el obispo hizo un llamamiento a los sacerdotes y a los fieles a
continuar el esfuerzo misionero emprendido hace más de 150 años en la región.
En enero pasado, en una carta pastoral, monseñor Joseph Li, de 44 años, invitó a
sus diocesanos a prepararse para este jubileo.
Los misioneros franceses, que «trajeron a esta tierra las semillas de la luz y
de la verdad», fundaron la diócesis en 1856. «Hoy, ha llegado la hora de
escribir nuevas páginas de la historia de nuestra diócesis. Animados por un
espíritu inquebrantable, hemos heredado de nuestros predecesores la semilla de
la Buena Noticia», escribía el obispo, ordenado en marzo de 2000.
Acompañada por reliquias de santos, incluidas reliquias de santa Teresa de
Lisieux, la antorcha pasará de parroquia en parroquia durante cinco meses,
simbolizando la luz de Cristo propagada por la región, antes de regresar a la
catedral el 15 de octubre próximo.
A principios de octubre se celebrará una asamblea de representantes de la
diócesis y culminará con el bautismo de 150 catecúmenos. Paralelamente, tendrá
lugar, los días 12-13 de octubre, un coloquio universitario sobre evangelización
Conocida por su gran número de vocaciones sacerdotales y religiosas, la diócesis
de Cangzhou cuenta en la actualidad con más de doscientas parroquias y 75.000
fieles. Su obispo se apoya en un centenar de sacerdotes y 227 religiosas. Unos
ochenta seminaristas estudian en el seminario intermedio de la diócesis, antes
de ir al seminario regional de Shijiazhuang.
La Santa Sede creó la diócesis en 1856, escindiendo la misión católica de Tcheli
(Zhili, nombre de una provincia hoy desaparecida) en tres territorios. El
vicariato sudeste de Tcheli fue confiado a los jesuitas franceses, y en 1924
tomó el nombre de vicariato de Xianxian. Elevada al rango de diócesis en 1946,
Xianxian fue rebautizada con el nombre de Cangzhou en 1981, en el marco de la
política de las autoridades tendente a hacer coincidir el mapa de las diócesis
con el de las circunscripciones administrativas.
Catorce de los 120 mártires de China, canonizados en Roma el 1 de octubre de
2000, son de la diócesis de Xianxian, una tierra especialmente probada durante
la revuelta de los boxers, en 1900. Cuatro sacerdotes y 5.153 fieles encontraron
la muerte a raíz de esta revuelta dirigida contra la presencia occidental en
China. Durante la misa celebrada en el cementerio católico, se dio relevancia
especial a la letanía de los santos.
ZS06060708
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Estudioso de fama mundial demuestra que
el feto experimenta dolor
K.J. Anand lo afirma en la revista «Pain Clinical Updates»
ROMA, miércoles, 7 junio 2006 (ZENIT.org).-
El profesor de la Universidad de Kansas K.J.S. Anand, neonatólogo de fama
mundial acaba de publicar un estudio en el que demuestra el dolor que siente un
feto incluso antes del estado avanzado de gestación.
Anand ha publicado un artículo sobre el argumento en el número de junio de 2006
de «Pain Clinical Updates»,
la revista oficial de «International Association for the Study of Pain»
(Asociación Internacional para el Estudio del Dolor), que es considerada
mundialmente la fuente más autorizada sobre el argumento.
Su estudio nace de la necesidad de ofrecer un punto de referencia, alejado de
las polémicas partidistas, porque «el dolor fetal tiene tantas implicaciones que
exige un enfoque científico independiente de las polémicas sobre el aborto,
derechos de las mujeres o inicio de la vida humana», afirma Anand.
Gracias a los estudios de K.J. Anand en los años ochenta, se demostró ya que el
recién nacido podía experimentar dolor, por lo que se comenzó a difundir la
práctica de suministrar morfina en el momento de las operaciones quirúrgicas a
estos pequeños pacientes.
Anand comienza su artículo afirmando que «los precedentes argumentos contra la
posibilidad del dolor fetal estaban basados en la inmadurez o la inhibición de
las neuronas corticales y los estímulos talamocorticales en el feto, dado que
estos elementos son considerados esenciales para una percepción consciente del
dolor. Pero la inmadurez o la hipofunción de las neuronas corticales no son en
sí suficientes para obstruir el dolor fetal».
El autor incluye explicaciones sobre la actividad y el desarrollo neuronal y
presenta ejemplos de percepción sensorial consciente en el feto. Citando
investigaciones precedentes, afirma: «En un atento análisis del comportamiento
fetal basado sobre el aprendizaje y la memoria, como evidencias de la función
psicológica en el útero, Hepper y Shihidullah concluyen que se da una percepción
consciente en el feto».
Anand critica los trabajos que ponían en duda la percepción del dolor prenatal,
basándose en la peculiaridad del sistema nervioso del feto: «Estos trabajos
presuponen que la activación cortical es necesaria para la percepción del dolor
por el feto. Este razonamiento ignora el dato clínico de que la ablación de la
corteza somatosensorial no altera la percepción del dolor en los adultos».
Por lo que concluye: «La evidencia científica muestra como posible e incluso
probable que la percepción del dolor en el feto comience antes del periodo
avanzado de la gestación».
«Nuestros actuales conocimientos sobre el desarrollo --añade-- muestran las
estructuras anatómicas, los mecanismos fisiológicos y la evidencia funcional de
la percepción del dolor que se desarrolla en el segundo trimestre, cierto no en
el primero, pero mucho antes del tercer trimestre de gestación humana».
Entrevistado por Zenit sobre el alcance científico de este estudio, el profesor
Carlo Bellieni, neonatólogo del Departamento de Terapia Intensiva Neonatal del
Policlinico Universitario «Le Scotte» de Siena, ha comentado: «La evidencia
científica sobre el dolor del feto encuentra aquí una exposición sistemática por
parte de la máxima autoridad mundial».
«La lucha contra el dolor de quien no puede expresarse sale reforzada. Por otra
parte, no se puede sostener que el niño prematuro de 500 gramos experimenta
dolor pero tampoco se puede decir que el feto del mismo peso no lo experimenta
sólo por el hecho de que está todavía en el útero», puntualizó.
ZS06060702
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Entrevista
El sentido de la visita de Benedicto
XVI a Auschwitz
Entrevista con el padre Jean Stern
ROMA, miércoles, 7 junio 2006 (ZENIT.org).-
La visita de Benedicto XVI a Auschwitz, al concluir su viaje apostólico a
Polonia, constituye una continuación de las enseñanzas de Juan Pablo II sobre la
particular relación que existe entre Dios y el pueblo judío, explica un
sacerdote de origen judío cuyos padres murieron en ese campo de concentración.
En esta entrevista concedida a Zenit, el padre Jean Stern, francés, misionero de
Nuestra Señora de La Salette, confía sus reflexiones ese histórico
acontecimiento que tuvo lugar el pasado 28 de mayo.
--Usted siguió seguramente con atención la visita de Benedicto XVI a
Auschwitz. ¿Qué le ha parecido especialmente significativo de esta visita?
--P. Stern: El hecho de que el Santo Padre se haya presentado como alemán,
diciendo: «Era y es un deber ante la verdad y de justicia hacia quienes
sufrieron, un deber ante Dios, el venir aquí como sucesor de Juan Pablo II y
como hijo del pueblo alemán». Un pueblo al que logró dominar una banda de
criminales, «de manera que nuestro pueblo pudo ser utilizado y explotado como
instrumento de su furia de destrucción y de dominación». Benedicto XVI conoce el
catecismo y sabe que la intervención de un tentador mentiroso no es una excusa
que pueda hacer inocentes a quienes le han escuchado y seguido. «La serpiente me
ha engañado», dijo Eva tras su pecado (Génesis, 3, 13). Por otra parte, el Papa
se abstuvo de precisar cuánta gente siguió al poder nazi por convicción, por
debilidad y cuánta por el contrario supo resistir heroicamente. Leer en las
conciencias y juzgarlas corresponde a Dios.
--La visita de Benedicto XVI ha tenido tres etapas: Auschwitz I, con el Muro
de los fusilados y el bunker del hambre; el Centro Católico para la oración y el
diálogo; y, por último, Birkenau, llamado también Auschwitz II, campo
especializado en masacres a escala industrial. ¿Es significativo que el Papa
haya hecho un alto en el Centro Católico?
--P. Stern: Cierto. Este centro, con el Carmelo que está al lado, manifiesta una
notable apertura del pueblo polaco a los sufrimientos de los demás. De los seis
millones de polacos que perecieron durante la guerra, la mitad eran judíos, la
otra mitad eran todos o casi todos bautizados cristianos. La mayoría de estos
últimos fueron llevados a la muerte por los nazis. Aunque la proporción de
víctimas no judías, en relación a la población total, es muy inferior a la
proporción de las víctimas judías, en torno al 10% en el primer caso, y 90% en
el otro, se trata de todos modos de cifras enormes, de heridas que han dejado en
el pueblo polaco cicatrices profundas y dolorosas. La apertura a los
sufrimientos, y también a los problemas de los otros, que representa la
existencia de este centro, me parece muy positiva para el futuro de Europa.
--¿Qué percepción se tenía en la época de esta barbarie?
--P. Stern: Para mucha gente en Francia, al menos hasta 1942, el invasor alemán
era todavía el alemán de 1914-1918. Mi familia estaba al corriente, en líneas
generales, de las atrocidades nazis. Mis padres murieron en Auschwitz. Pero
cuando subieron en los vagones de ganado que les llevaron allí, ¿tenían ya idea
de la «solución final»? No lo sé.
--¿Qué es lo que le parece importante hacer comprender a las nuevas
generaciones?
--P. Stern: A los jóvenes hay que hacerles comprender que todo hombre es frágil
a nivel moral. Es tentador para los jóvenes pensar: «Nuestros padres han
cometido abominaciones, de acuerdo. Pero nosotros lo hemos entendido». En
realidad, hoy como ayer cada uno debe velar por sus convicciones y su propia
conducta. Si no, se da un gran riesgo de dejarse arrastrar allí a donde en
principio no se pensaba ir.
--¿Qué es lo que le ha impresionado de Benedicto XVI cuando habló de los
judíos?
--P. Stern: Me impresionó la continuidad entre sus enseñanzas y las de Juan
Pablo II. Según este último Papa, Dios no ha renunciado nunca a la alianza que
hizo con Israel. El pueblo judío, dijo Benedicto XVI en Auschwitz, «por el hecho
mismo de su existencia, es un testimonio del Dios que ha hablado al hombre»,
quien en el Sinaí enunció criterios que permanecen válidos para la eternidad. En
las intenciones de los nazis, añadió, «con la destrucción de Israel, debía ser
arrancada, al fin, la raíz en la que se funda la fe cristiana».
ZS06060701
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Audiencia del miércoles
Benedicto XVI: Pedro, la roca sobre la
que Cristo fundó la Iglesia
Intervención en la audiencia general del miércoles
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 7 junio 2006 (ZENIT.org).-
Publicamos la intervención de Benedicto XVI pronunciada durante la audiencia
general de este miércoles dedicada a comentar el tema « Pedro, la roca sobre la
que Cristo fundó la Iglesia».
* * *
Queridos hermanos y hermanas:
Reanudamos las catequesis semanales que hemos comenzado en esta primavera. En la
última de hace quince días había hablado de Pedro como el primer apóstol; hoy
queremos volver una vez más sobre esta grande e importante figura de la Iglesia.
El evangelista Juan, al narrar el primer encuentro de Jesús con Simón, hermano
de Andrés, constata un dato singular: «Jesús, fijando su mirada en él, le dijo:
"Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas", que quiere decir,
"Piedra"» (Juan 1, 42). Jesús no acostumbraba a cambiar el nombre de sus
discípulos. A excepción del apelativo de «hijos del trueno», dirigido en una
circunstancia precisa a los hijos de Zebedeo (Cf. Marcos 3, 17), y que después
no utilizará, nunca atribuyó un nuevo nombre a uno de sus discípulos. Lo hizo
sin embargo con Simón, llamándole Cefas, nombre que después fue traducido en
griego como «Petros», en latín «Petrus». Y fue traducido precisamente porque no
sólo era un nombre; era un «mandato» que Petrus recibía de ese modo del Señor.
El nuevo nombre «Petrus» volverá en varias ocasiones en los Evangelios y acabará
sustituyendo a su nombre original, Simón.
Este dato alcanza particular importancia si se tiene en cuenta que, en el
Antiguo Testamento, el cambio de nombre anunciaba en general la entrega de una
misión (Cf. Génesis 17,5; 32,28 siguientes, etc.). De hecho, la voluntad de
Cristo de atribuir a Pedro un especial relieve dentro del colegio apostólico se
manifiesta con numerosos indicios: en Cafarnaúm el Maestro se aloja en la casa
de Pedro (Marcos 1, 29); cuando la muchedumbre se agolpa en la orilla del lago
de Genesaret, entre las dos barcas amarradas, Jesús escoge la de Simón (Lucas 5,
3); cuando en circunstancias particulares Jesús sólo se queda en compañía de
tres discípulos, Pedro siempre es recordado como el primero del grupo: así
sucede en la resurrección de la hija de Jairo (Cf. Marcos 5, 37; Lucas 8,51), en
la Transfiguración (Cf. Marcos 9, 2; Mateo 17, 1; Lucas 9, 28), y por último
durante la agonía en el Huerto de Getsemaní (Cf. Marcos 14, 33; Mateo 16, 37). A
Pedro se dirigen los recaudadores del impuesto para el Templo y el Maestro paga
por él y por Pedro y nada más que por él (Cf. Mateo 17, 24-27); fue el primero a
quien lavó los pies en la última Cena (Cf. Juan 13, 6) y sólo reza por él para
que no desfallezca en la fe y pueda confirmar después en ella a los demás
discípulos (Cf. Lucas 22, 30-31).
Por otra parte, el mismo Pedro es consciente de esta posición particular que
tiene: es él quién habla a menudo, en nombre de los demás, pidiendo
explicaciones ante una parábola difícil (Mateo 15, 15), o para preguntar el
sentido exacto de un precepto (Cf. Mateo 18, 21) o la promesa formal de una
recompensa (Mateo 19, 27). En particular, es él quien supera el empacho de
ciertas situaciones interviniendo en nombre de todos. De este modo, cuando
Jesús, dolido por la incomprensión de la muchedumbre tras el discurso sobre el
«pan de vida», pregunta: «También vosotros queréis marcharos? », la respuesta de
Pedro es perentoria: «Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida
eterna» (Mateo 16, 15-15). Jesús pronuncia entonces la declaración solemne que
define, de una vez por todas, el papel de Pedro en la Iglesia: «Y yo a mi vez te
digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas
del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los
Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates
en la tierra quedará desatado en los cielos» (Mateo 16, 18-19). Las tres
metáforas a las que recurre Jesús son en sí muy claras: Pedro será el
cimiento de roca sobre el que basará el edificio de la Iglesia; tendrá
las llaves del Reino de los cielos para abrir y cerrar a quien le parezca
justo; por último, podrá atar o desatar, es decir, podrá
establecer o prohibir lo que considere necesario para la vida de la Iglesia, que
es y seguirá siendo de Cristo. Es siempre la Iglesia de Cristo y no de Pedro.
Describe con imágenes plásticas lo que la reflexión sucesiva calificará con el
término «primado de jurisdicción».
Esta posición preeminente que Jesús quiso entregar a Pedro se constata también
después de la resurrección: Jesús encarga a las mujeres que lleven el anuncio a
Pedro, distinguiéndole entre los demás apóstoles (Cf. Marcos 16, 7); acude
corriendo a él y a Juan la Magdalena para informar que la piedra ha sido
removida de la entrada del sepulcro (Cf. Juan 20, 2) y Juan le cederá el paso
cuando los dos lleguen ante la tumba vacía (Cf. Juan 20,4-6); Pedro será
después, entre los apóstoles, el primer testigo de la aparición del Resucitado
(Cf. Lucas 24, 34; 1 Corintios 15, 5). Este papel, subrayado con decisión (Cf.
Juan 20, 3-10), marca la continuidad entre su preeminencia en el grupo de los
apóstoles y la preeminencia que seguirá teniendo en la comunidad nacida con los
acontecimientos pascuales, como atestigua el libro de los Hechos de los
Apóstoles (Cf. 1,15-26; 2,14-40; 3,12-26; 4,8-12; 5,1-11.29; 8,14-17; 10;
etcétera). Su comportamiento es considerado tan decisivo que es objeto de
observaciones y también de críticas (Cf. Hechos 11,1-18; Gálatas 2, 11-14). En
el así llamado Concilio de Jerusalén, Pedro desempeña una función directiva (Cf.
Hechos 15 y Gálatas 2, 1-10), y precisamente por el hecho de ser el testigo de
la fe auténtica, el mismo Pablo reconocerá en él un papel de «primero» (Cf. 1
Corintios 15,5; Gálatas 1, 18; 2,7 siguientes; etcétera). Además, el hecho de
que varios de los textos claves referidos a Pedro puedan ser enmarcados en el
contexto de la Última Cena, en la que Cristo confiere a Pedro el ministerio de
confirmar a los hermanos (Cf. Lucas 22,31 siguientes), muestra cómo la Iglesia,
que nace del memorial pascual celebrado en la Eucaristía, tiene en el ministerio
confiado a Pedro uno de sus elementos constitutivos.
Este contexto del Primado de Pedro en la Última Cena, en el momento de la
institución de la Eucaristía, Pascua del Señor, indica también el sentido último
de este Primado: para todos los tiempos: Pedro tiene que ser el custodio de la
comunión con Cristo; tiene que guiar en la comunión con Cristo de modo que la
red no se rompa, sino que sostenga la gran comunión universal. Sólo juntos
podemos estar con Cristo, que es el Señor de todos. La responsabilidad de Pedro
consiste en garantizar así la comunión con Cristo con la caridad de Cristo,
guiando a la realización de esta caridad en la vida de todos los días. Recemos
para que el primado de Pedro, confiado a pobres seres humanos, sea siempre
ejercido en este sentido original deseado por el Señor y para que lo puedan
reconocer cada vez más en su significado verdadero los hermanos que todavía no
están en comunión con nosotros.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit. Al final de la
audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. Estas fueron sus
palabras en lengua española.]
Queridos hermanos y hermanas:
San Juan evangelista, al narrar el primer encuentro de Jesús con Simón, hermano
de Andrés, «se le quedó mirando y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú
te llamarás Cefas (que significa Pedro)"». Este cambio de nombre significa la
nueva misión que se le confiaría después dentro del Colegio apostólico.
En el Evangelio hemos escuchado cómo Jesús, al preguntar a sus discípulos, Pedro
responde en su nombre: «Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo». Ante esta
confesión de fe, Jesús define el papel de Pedro: «Tú eres Pedro, y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia... Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo
que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra,
quedará desatado en el cielo». Estas tres metáforas, «piedra», «llaves», «atar y
desatar», son muy claras y pueden considerarse la expresión de lo que después se
llamaría el «primado de jurisdicción». Esto refleja el papel preeminente que
Pedro tuvo en la primera comunidad cristiana, como se narra en los Hechos de los
Apóstoles.
Me es grato saludar cordialmente a los visitantes de lengua española, en
especial a las Hermanas de María Auxiliadora y a los miembros de Regnum
Christi. Saludo también a los diversos grupos diocesanos, parroquiales y
asociaciones de España, así como a los peregrinos de Argentina, Costa Rica, El
Salvador, Perú y de otros Países latinoamericanos. ¡Muchas gracias!
[A continuación, el Santo Padre dirigió este saludo en catalán:]
Saludo l’equip del programa religiós Signes dels Temps de Televisió de
Catalunya amb motiu del seu vintè aniversari. Us animo a continuar el vostre
servei a l’Església, que ajuda a l’evangelització a través dels mitjans de
comunicació social.
[Saludo al equipo del programa religioso «Signos de los Tiempos» de
Televisión de Cataluña con motivo de su vigésimo aniversario. Os animo a
continuar vuestro servicio a la Iglesia, que ayuda a la evangelización a través
de los medios de comunicación social.]
[© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
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Nuevos movimientos
Punto Corazón
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 7 junio 2006 (ZENIT.org).-
Publicamos la descripción que presenta el «Repertorio» de «Asociaciones
Internacionales de Fieles», editado por el Consejo Pontificio para los Laicos,
de Punto Corazón.
* * *
DENOMINACIÓN OFICIAL: PUNTO CORAZÓN
FUNDACIÓN: 1990
HISTORIA: Punto Corazón nació en Paraná, en Argentina, por iniciativa del padre
Thierry de Roucy, entonces superior general de la Congregación de los Siervos de
Jesús y María, con la intención de dar vida a pequeñas comunidades de acogida de
niños abandonados, solos o víctimas de la violencia. La experiencia, que
involucra a jóvenes voluntarios deseosos de dedicar al menos un año de su vida a
los hermanos más pequeños y pobres, se difundió rápidamente en otros países de
América Latina, Europa, Asia y África. Algunos años después del nacimiento de la
Asociación, en respuesta al deseo de algunos jóvenes voluntarios (hombres y
mujeres) de comprometerse definitivamente en la obra tanto como laicos
consagrados que como sacerdotes, se instituyeron la Fraternidad Molokai que
reúne a los llamados “permanentes” y la Fraternidad sacerdotal Molokai. La rama
laica de la obra está constituida por la Fraternidad San Maximiliano Kolbe, de
la que forman parte personas cercanas a la Asociación que quieren vivir su
vocación bautismal en el mundo según el carisma de Punto Corazón.
IDENTIDAD: Punto Corazón les propone a sus miembros vivir el carisma de la
compasión y la consolación, ofreciendo una presencia acogedora de amor y de
ternura a los niños; viviendo una amistad con personas solas o que sufren allí
donde ellas viven; construyendo un puente entre quien está marginado, la Iglesia
y las estructuras sociales locales. La pedagogía de la Asociación se articula
alrededor de tres grandes ejes: la vida de oración, la vida comunitaria y la
vida apostólica. Para los jóvenes voluntarios (Amigos de los niños), está
previsto un tiempo de discernimiento y de encuentros de una duración mínima de
seis meses, tres fines de semana de formación y unas prácticas de quince días.
Durante el período de voluntariado, los jóvenes continúan su recorrido formativa
bajo la tutela del responsable (visitador) de cada Punto Corazón. La formación
permanente de los miembros de la Fraternidad San Maximiliano Kolbe se realiza
mediante encuentros mensuales (escuelas de comunidad), encuentros trimestrales
(fines de semana de reflexión) y encuentros anuales (vacaciones espirituales).
ESTRUCTURA: Autoridad máxima de Punto Corazón es el Moderador general, que
gobierna la Asociación asistido por un Consejo y por un Comité. El Consejo está
formado por el Fundador; el Superior general de la Congregación de los Siervos
de Jesús y María; por la Priora general de la Asociación de las Siervas de Jesús
y María; por el Moderador y por el Asistente de la Fraternidad sacerdotal
Molokai; por los responsables de las ramas masculinas y femeninas de la
fraternidad Molokai; por el representante de los Visitadores; por el Responsable
general de la Fraternidad San Maximiliano Kolbe. El Comité esta formado por el
Moderador general; por el Fundador; por un miembro del Consejo nombrado por el
Moderador general.
DIFUSIÓN: En la experiencia de Punto Corazón participan 290 personas, entre las
cuales 180 jóvenes voluntarios en misión, 60 miembros de la Fraternidad Molokai,
50 miembros de la Fraternidad San Maximiliano Kolbe. La Asociación está presente
en 20 países distribuidos del siguiente modo: África (1), Asia (7), Europa (3),
Norteamérica (1), Sudamérica (8). OBRAS Del carisma de Punto Corazón han nacido
la Fazenda do Natal, en Brasil, y Le jardin de la miséricorde en India, dos
realidades dentro de las cuales familias, niños de la calle y personas que
sufren pueden renacer a una vida de oración, de caridad fraterna y de trabajo;
varias comunidades para estudiantes y trabajadores.
PUBLICACIONES: D’un Point-Coeur à l’autre, revista trimestral.
PÁGINA WEB: http://www.pointscoeur.org
SEDE CENTRAL: Association Points-Coeur
Notre-Dame-du-monde entier
40 Route Eugénie - 60350 Vieux Moulin (Francia)
Tel. [+33]03.448540 - Fax 03.44854949
E-mail: contact@pointscoeur.org
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Documentación
«Dios es amor», la verdad más
importante; según Benedicto XVI
Discurso en Czestochowa del 26 de mayo
CZESTOCHOWA, miércoles, 7 junio 2006 (ZENIT.org).-
Publicamos el discurso que pronunció Benedicto XVI en el santuario de Jasna Góra,
en Czestochowa, durante el encuentro que mantuvo con los religiosos, las
religiosas, los seminaristas, y los representantes de los movimientos eclesiales
en la tarde del viernes 26 de mayo de 2006, durante su viaje apostólico a
Polonia.
* * *
Queridos religiosos, religiosas, personas consagradas, todos vosotros que,
movidos por la voz de Jesús, lo habéis seguido por amor; queridos seminaristas,
que os estáis preparando para el ministerio sacerdotal; queridos representantes
de los Movimientos eclesiales, que lleváis la fuerza del Evangelio al mundo de
vuestras familias, de vuestros lugares de trabajo, de las universidades, al
mundo de los medios de comunicación social y de la cultura, a vuestras
parroquias:
Como los Apóstoles con María "subieron a la estancia superior" y allí
"perseveraban en la oración con un mismo espíritu" (Hch 1, 12. 14), así también
hoy nos hemos reunido aquí, en Jasna Góra, que es para nosotros, en esta hora,
la "estancia superior", donde María, la Madre del Señor, está en medio de
nosotros. Hoy ella guía nuestra meditación; nos enseña a orar. Nos indica cómo
abrir nuestra mente y nuestro corazón a la fuerza del Espíritu Santo, que viene
a nosotros para que lo llevemos a todo el mundo. Deseo saludar cordialmente a la
archidiócesis de Czestochowa juntamente con su pastor, el arzobispo Stanislaw, y
con los obispos Antoni y Jan. A todos os doy las gracias por haber querido
participar en esta oración.
Queridos hermanos, necesitamos un momento de silencio y recogimiento para entrar
en la escuela de María, a fin de que nos enseñe cómo vivir de fe, cómo crecer en
ella, cómo permanecer en contacto con el misterio de Dios en los acontecimientos
ordinarios, diarios, de nuestra vida. Con delicadeza femenina y con "la
capacidad de conjugar la intuición penetrante con la palabra de apoyo y de
estímulo" (Redemptoris Mater, 46), María sostuvo la fe de Pedro y de los
Apóstoles en el Cenáculo, y hoy sostiene mi fe y la vuestra.
"La fe es un contacto con el misterio de Dios", dijo el Santo Padre Juan Pablo
II (ib., 17), porque creer "quiere decir "abandonarse" en la verdad misma de la
palabra del Dios viviente, sabiendo y reconociendo humildemente "cuán
insondables son sus designios e inescrutables sus caminos"" (ib., 14). La fe es
el don, recibido en el bautismo, que hace posible nuestro encuentro con Dios.
Dios se oculta en el misterio: pretender comprenderlo significaría querer
circunscribirlo en nuestros conceptos y en nuestro saber, y así perderlo
irremediablemente. En cambio, mediante la fe podemos abrirnos paso a través de
los conceptos, incluso los teológicos, y podemos "tocar" al Dios vivo. Y Dios,
una vez tocado, nos transmite inmediatamente su fuerza. Cuando nos abandonamos
al Dios vivo, cuando en la humildad de la mente recurrimos a él, nos invade
interiormente como un torrente escondido de vida divina.
¡Cuán importante es para nosotros creer en la fuerza de la fe, en su capacidad
de entablar una relación directa con el Dios vivo! Debemos cuidar con esmero el
desarrollo de nuestra fe, para que penetre realmente todas nuestras actitudes,
nuestros pensamientos, nuestras acciones e intenciones.
La fe ocupa un lugar no sólo en los estados de ánimo y en las experiencias
religiosas, sino ante todo en el pensamiento y en la acción, en el trabajo
diario, en la lucha contra sí mismos, en la vida comunitaria y en el apostolado,
puesto que hace que nuestra vida esté impregnada de la fuerza de Dios mismo. La
fe puede llevarnos siempre a Dios, incluso cuando nuestro pecado nos hace daño.
En el Cenáculo los Apóstoles no sabían lo que les esperaba. Atemorizados,
estaban preocupados por su futuro. Seguían experimentado aún el asombro
provocado por la muerte y resurrección de Jesús, y estaban angustiados por
haberse quedado solos después de su ascensión al cielo. María, "la que había
creído que se cumplirían las palabras del Señor" (cf. Lc 1, 45), asidua con los
Apóstoles en la oración, enseñaba la perseverancia en la fe. Con toda su actitud
los convencía de que el Espíritu Santo, con su sabiduría, conocía bien el camino
por el cual los estaba conduciendo y que, por tanto, podían poner su confianza
en Dios, entregándose sin reservas a él, y entregándole también sus talentos,
sus límites y su futuro.
Muchos de vosotros habéis reconocido esta llamada secreta del Espíritu Santo y
habéis respondido con todo el entusiasmo de vuestro corazón. El amor a Jesús,
"derramado en vuestros corazones por el Espíritu Santo que os ha sido dado" (cf.
Rm 5, 5), os ha indicado el camino de la vida consagrada. No lo habéis buscado
vosotros. Ha sido Jesús quien os ha llamado, invitándoos a una unión más
profunda con él. En el sacramento del santo bautismo habéis renunciado a Satanás
y a sus obras, y habéis recibido las gracias necesarias para la vida cristiana y
la santidad. Desde ese momento brotó en vosotros la gracia de la fe, que os ha
permitido uniros a Dios.
En el momento de la profesión religiosa o de la promesa, la fe os llevó a una
adhesión total al misterio del Corazón de Jesús, cuyos tesoros habéis
descubierto. Renunciasteis entonces a cosas buenas, a disponer libremente de
vuestra vida, a formar una familia, a acumular bienes, para poder ser libres de
entregaros sin reservas a Cristo y a su reino. ¿Recordáis vuestro entusiasmo
cuando emprendisteis la peregrinación de la vida consagrada, confiando en la
ayuda de la gracia? Procurad no perder el impulso originario, y dejad que María
os conduzca a una adhesión cada vez más plena.
Queridos religiosos, queridas religiosas, queridas personas consagradas,
cualquiera que sea la misión que se os ha encomendado, cualquiera que sea el
servicio conventual o apostólico que estéis prestando, conservad en el corazón
el primado de vuestra vida consagrada. Que ella renueve vuestra fe. La vida
consagrada, vivida en la fe, une íntimamente a Dios, aviva los carismas y
confiere una extraordinaria fecundidad a vuestro servicio.
Amadísimos candidatos al sacerdocio, la reflexión sobre el modo como María
aprendía de Jesús puede ayudaros en gran medida también a vosotros. Desde su
primer "fiat", durante los largos y ordinarios años de su vida oculta, mientras
educaba a Jesús, o cuando en Caná de Galilea solicitaba el primer milagro, o por
último cuando en el Calvario al pie de la cruz contemplaba a Jesús, lo
"aprendía" en cada momento. Había acogido, primero en la fe y después en su
seno, el Cuerpo de Jesús y lo había dado a luz. Día a día lo había adorado
extasiada, lo había servido con amor responsable, había cantado en su corazón el
Magnificat.
En vuestro camino y en vuestro futuro ministerio sacerdotal dejaos guiar por
María para "aprender" a Jesús. Contempladlo, dejad que él os forme, para que un
día, en vuestro ministerio, seáis capaces de mostrarlo a todos los que se
acerquen a vosotros. Cuando toméis en vuestras manos el Cuerpo eucarístico de
Jesús para alimentar con él al pueblo de Dios, y cuando asumáis la
responsabilidad de la parte del Cuerpo místico que se os encomiende, recordad la
actitud de asombro y de adoración que caracterizó la fe de María. Del mismo modo
que ella en su amor responsable y materno a Jesús conservó el amor virginal
lleno de asombro, así también vosotros, al arrodillaros litúrgicamente en el
momento de la consagración, conservad en vuestro corazón la capacidad de
asombraros y de adorar. Reconoced en el pueblo de Dios que se os encomiende los
signos de la presencia de Cristo. Estad atentos para percibir los signos de
santidad que Dios os muestre entre los fieles. No temáis por los deberes y las
incógnitas del futuro. No temáis que os falten las palabras o que os rechacen.
El mundo y la Iglesia necesitan sacerdotes, santos sacerdotes.
Queridos representantes de los nuevos Movimientos en la Iglesia, la vitalidad de
vuestras comunidades es un signo de la presencia activa del Espíritu Santo.
Vuestra misión ha nacido de la fe de la Iglesia y de la riqueza de los frutos
del Espíritu Santo. Deseo que seáis cada vez más numerosos, para servir a la
causa del reino de Dios en el mundo de hoy. Creed en la gracia de Dios que os
acompaña, y llevadla al entramado vivo de la Iglesia y, de modo particular, a
donde no puede llegar el sacerdote, el religioso o la religiosa. Son numerosos
los Movimientos a los que pertenecéis. Os alimentáis de doctrina proveniente de
diversas escuelas de espiritualidad, reconocidas por la Iglesia. Aprovechad la
sabiduría de los santos, recurrid a la herencia que han dejado. Formad vuestra
mente y vuestro corazón en las obras de los grandes maestros y de los testigos
de la fe, recordando que las escuelas de espiritualidad no deben ser un tesoro
encerrado en las bibliotecas de los conventos. La sabiduría evangélica, leída en
las obras de los grandes santos y verificada en la propia vida, se ha de llevar
de modo maduro, no infantil ni agresivo, al mundo de la cultura y del trabajo,
al mundo de los medios de comunicación social y de la política, al mundo de la
vida familiar y social. Para verificar la autenticidad de vuestra fe y de
vuestra misión, que no atrae la atención hacia sí, sino que realmente irradia en
torno a sí la fe y el amor, confrontadla con la fe de María. Reflejaos en su
corazón. Permaneced en su escuela.
Cuando los Apóstoles, llenos del Espíritu Santo, se dispersaron por todo el
mundo para anunciar el Evangelio, uno de ellos, Juan, el apóstol del amor, de
modo particular "acogió a María en su casa" (cf. Jn 19, 27). Precisamente
gracias a su profunda relación con Jesús y con María pudo insistir tan
eficazmente en la verdad de que "Dios es amor" (1 Jn 4, 8. 16). Yo mismo quise
tomar estas palabras como inicio de la primera encíclica de mi pontificado: Deus
caritas est. Esta verdad sobre Dios es la más importante, la más central. A
todos aquellos a quienes resulta difícil creer en Dios, les repito hoy: "Dios es
amor". Sed vosotros mismos, queridos amigos, testigos de esta verdad. Lo seréis
eficazmente si permanecéis en la escuela de María. Junto a ella experimentaréis
vosotros mismos que Dios es amor y transmitiréis su mensaje al mundo con la
riqueza y la variedad que el mismo Espíritu Santo sabrá suscitar.
¡Alabado sea Jesucristo!
[Traducción distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
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