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El mundo visto desde Roma
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Servicio diario -
26 de mayo de 2006


El Papa en Polonia
El Papa invita en Czestochowa a transformar el mundo anunciando que «Dios es amor»
No es posible quitar del Evangelio las verdades incómodas, advierte el Papa
Caridad y familia, dos terrenos de colaboración para cristianos de diferentes confesiones
Jóvenes rusos participan en el encuentro con el Papa en Polonia
Homilía de Benedicto XVI al celebrar misa en Varsovia

Mundo
Sin valores, la globalización se rebela contra el hombre, advierte Lech Walesa
El primado de Argentina presenta las Bienaventuranzas como programa para Argentina

Entrevista
Nace la figura del animador de la comunicación en las diócesis y parroquias

Espiritualidad
Nuestro verdadero cielo, según el predicador del Papa

Nuevos movimientos
Institución Teresiana
Instituto Católico para la Evangelización

 




 


El Papa en Polonia



El Papa invita en Czestochowa a transformar el mundo anunciando que «Dios es amor»


CZESTOCHOWA, viernes, 26 mayo 2006 (ZENIT.org).- Al visitar el santuario nacional polaco de Jasna Góra, en Czestochowa, Benedicto XVI exhortó este viernes en la tarde a ayudar a la humanidad a descubrir la fe anunciando que «Dios es amor».

«Esta verdad sobre Dios es la más importante, la más central. A todos los que les resulta difícil creer en Dios, hoy repito: "Dios es amor"», exclamó ante los 200.000 peregrinos que le acogieron entre cantos, enarbolando pañuelos de color amarillo y blanco, según la policía.

Los participantes en este encuentro, cuyo momento central fue la adoración de la Eucaristía, eran en su mayoría religiosos, religiosas, seminaristas y representantes de los movimientos a quienes el obispo de Roma había dado cita junto a la Virgen Negra, en ese lugar decisivo para la identidad de Polonia y de su Iglesia.

«Sed vosotros mismos, queridos amigos, testigos de esta verdad» --a la que el Papa ha dedicado su primera encíclica-- recomendó a los presentes. Como en discursos pasados, en ocasiones uno de sus colaboradores leyó algunos pasajes en polaco. Otras pasajes eran pronunciados por el Santo Padre en polaco o italiano.

A los religiosos el Papa les aseguró que «la vida consagrada vivida en la fe une íntimamente a Dios, suscita carismas y confiere una extraordinaria fecundidad a vuestro servicio».

A los seminaristas les aconsejó: «¡No tengáis miedo de los deberes y de las incógnitas del futuro! ¡No tengáis miedo de que os falten las palabras o de que encontréis el rechazo! El mundo y la Iglesia tienen necesidad de sacerdotes, de santos sacerdotes».

Y dirigiéndose a los representantes de los nuevos movimientos en la Iglesia deseó «que podáis ser siempre cada vez más numerosos para servir a la causa del Reino de Dios en el mundo de hoy. Creed en la gracia de Dios que os acompaña y llevadla en los tejidos vivos de la Iglesia y de manera particular allí donde no puede llegar el sacerdote, el religioso o la religiosa».
ZS06052609

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No es posible quitar del Evangelio las verdades incómodas, advierte el Papa
Al celebrar una multitudinaria misa en la Plaza Pilsudski de Varsovia

VARSOVIA, viernes, 26 mayo 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI alertó este viernes ante los intentos de quitar del Evangelio las verdades incómodas, durante la misa que presidió en la Plaza Pilsudski de Varsovia, ante unas 275.000 personas que desafiaron la intensa lluvia.

Con su acto más multitudinario en la capital polaca, el Santo Padre recordó los 27 años de aquella misa que Juan Pablo II celebró en ese mismo lugar, en su primera visita pastoral a su patria, y que suscitaría un movimiento espiritual de consecuencias decisivas para el bloque soviético.

El obispo de Roma dedicó su homilía a uno de los argumentos que le han apasionado durante toda su vida: la unión íntima entre el amor y la verdad.

«Muchos predicadores del Evangelio han dado la vida precisamente a causa de la fidelidad a la verdad de la palabra de Cristo», dijo el pontífice. Entre los presentes, no faltaban rostros de ancianos con arrugas y cabellos blancos a quienes su condición de cristianos les creaba serios problemas hace tan sólo veinte años.

Y sin embargo, denunció, «al igual que en los siglos pasados, también hoy hay personas o ambientes que, descuidando esta Tradición de siglos, querrían falsificar la palabra de Cristo y quitar del Evangelio las verdades que, según ellos, son demasiado incómodas para el mundo moderno».

«Se trata de dar la impresión de que todo es relativo», dijo retomando la preocupación que ya manifestó el cardenal Joseph Ratzinger al celebrar la misa de inicio del cónclave hace algo más de un año.

«Incluso las verdades de fe dependerían de la situación histórica y del juicio humano --siguió constatando--. Pero la Iglesia no puede acallar al Espíritu de Verdad»

«Todo cristiano está obligado a confrontar continuamente sus propias convicciones con los dictámenes del Evangelio y de la Tradición de la Iglesia en su compromiso por permanecer fiel a la palabra de Cristo, incluso cuando ésta es exigente y humanamente difícil de comprender», afirmó.

«No tenemos que caer en la tentación del relativismo o de la interpretación subjetiva y selectiva de las Sagradas Escrituras. Sólo la verdad íntegra nos puede abrir a la adhesión a Cristo, muerto y resucitado por nuestra salvación», aseguró.

La cruz de 25 metros de altura que destacaba en la plaza ayudó a los peregrinos a comprender la importancia de las palabras que estaban escuchando.

En la tarde, el Papa viajó en helicóptero a Czestochowa para visitar al santuario mariano de Jasna Gora y encontrarse con los religiosos y representantes de los movimientos. En la noche llegó a Cracovia, donde trascurrió la noche. Este sábado visitará Wadowice, ciudad natal de Juan Pablo II.
ZS06052607

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Caridad y familia, dos terrenos de colaboración para cristianos de diferentes confesiones
El Papa confirma en Varsovia que el ecumenismo es una de las prioridades de su pontificado

VARSOVIA, viernes, 26 mayo 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha confirmado que la búsqueda de la unidad constituye una de las prioridades de su ministerio papal y ha planteado dos campos de colaboración ecuménica: el compromiso de caridad, y el apoyo a familias en las que los cónyuges proceden de diferentes confesiones cristianas.

Si bien Polonia es un país mayoritariamente católico, este jueves por la tarde el pontífice quiso visitar la iglesia luterana de la Santísima Trinidad en la capital para encontrarse con representantes de siete iglesias reunidas en el Consejo Ecuménico Polaco.

El mismo obispo de Roma reconoció que ese encuentro era para él «una de las etapas para realizar el firme propósito que hice al inicio de mi pontificado, el de considerar una prioridad de mi ministerio la restitución de la unidad visible y plena entre los cristianos».

«Tarea de los discípulos de Cristo, tarea de cada uno de nosotros, es, por tanto, tender a una unidad así, de manera que, como cristianos, seamos signo visible de su mensaje salvífico, dirigido a todo ser humano», subrayó.

«Experimentamos muchos progresos en el campo del ecumenismo y, sin embargo, esperamos siempre algo más», reconoció. En este sentido, propuso la colaboración de los cristianos de las diferentes comunidades en dos campos específicos.

Caridad
El primero afecta «al servicio caritativo de las Iglesias». Según indicó, «muchos hermanos esperan de nosotros el don del amor, de la confianza, del testimonio y de una ayuda espiritual y material concreta».

«Según el espíritu del mandamiento evangélico, tenemos que asumir esta solicitud atenta con respecto a los hermanos que se encuentran en la necesidad, independientemente de quienes sean».

«Para un mejor desarrollo del mundo, es necesaria la voz común de los cristianos, su compromiso a favor del respeto de los derechos y de las necesidades de todos, en especial de los pobres, de los humillados y de los indefensos», afirmó.

La caridad fraterna, aseguró, hará «más creíble nuestro testimonio a favor de Cristo ante el mundo».

Familia
El segundo campo de colaboración que propuso el Papa los cristianos de diferentes confesiones es el apoyo a la familia, en especial, cuando está formada por cónyuges que proceden de diferentes confesiones cristianas.

«En el mundo de hoy, en el que se están multiplicando relaciones internacionales e interculturales cada vez más frecuentemente jóvenes de diferentes tradiciones, religiones, y confesiones cristianas, deciden fundar una familia», explicó.

Reconoció que «para los mismos jóvenes y para sus seres queridos, se trata de una decisión difícil, que comporta peligros para la perseverancia en la fe o para la construcción futura del orden familiar, así como para la creación de un clima de unidad de familia y de condiciones oportunas para el crecimiento espiritual de los hijos», aclaró.

El Papa propuso que estas familias, gracias al «diálogo ecuménico» se conviertan en «un laboratorio práctico de unidad».

«Por este motivo, se necesita la mutua benevolencia, la comprensión y la madurez en la fe de ambas partes, así como de las comunidades de las que proceden».

Por este motivo, el Papa agradeció a la Comisión Bilateral del Consejo para las Cuestiones del Ecumenismo de la Conferencia Episcopal Polaca y del Consejo Ecuménico Polaco por haber comenzado a redactar un documento en el que se presenta la doctrina común cristiana sobre el matrimonio y la familia, y se establecen principios, aceptables para todos, para contraer matrimonios interconfesionales, indicando un programa común de atención pastoral a estos matrimonios.

Esta cuestión, dijo, debe hacer crecer «la confianza recíproca entre las Iglesias y una colaboración que respete plenamente los derechos y la responsabilidad de los cónyuges para la formación en la fe de la propia familia y para la educación de los hijos».
ZS06052603

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Jóvenes rusos participan en el encuentro con el Papa en Polonia


MOSCÚ, viernes, 26 mayo 2006 (ZENIT.org).- Diferentes grupos de comunidades católicas en Rusia se encuentran en Polonia para participar en la visita de Benedicto XVI a este país.

Son en su mayoría jóvenes que, bajo la guía y el cuidado de sacerdotes y religiosas locales, empezaron a salir a Polonia desde el lunes 23 de mayo en tren o autobús y algunos más en pequeñas camionetas.

«Tengo una gran esperanza de que el encuentro con el Papa les ayude a estos jóvenes a fortalecer su camino espiritual y que para muchos signifique un cambio completo en su vida», comentó a Zenit, momentos antes de su partida, el padre Grigori Glovenka, encargado de un grupo de jóvenes del poblado Oktyabr’ski, en los alrededores de Moscú.

Los jóvenes han estado este viernes 26 en Czestochowa y tienen previsto unirse el sábado, en Cracovia, al encuentro del Santo Padre con los jóvenes, en el parque de Blonie. El domingo, también en Cracovia, participarán en la celebración eucarística.

A despedir a los muchachos acudieron algunas madres de familia. Una de ellas, Elena Martinenko, recordó cómo la peregrinación que hizo a Roma el año pasado se convirtió no sólo en un momento inolvidable, sino en un punto de apoyo para su vida. «Espero que mi hijo se contagie también de esa gran fuerza para el alma», expresó.

Las poco más de 20 horas de viaje que separan a Moscú de Polonia, fueron aprovechadas por los grupos como tiempo de preparación espiritual para el encuentro con Benedicto XVI.

Y aunque varios de los jóvenes habían tenido ya la oportunidad de estar con el pontífice en el Encuentro Mundial en Colonia, el año pasado, la emoción de esta ocasión era igual de intensa. En sus rostros se reflejaba una gran alegría y esperanza de reunirse con Benedicto XVI en Polonia.

En sus maletas no sólo han metido banderas rusas, sino también cancioneros con piezas alusivas a la visita para ser entonadas en las diferentes ciudades.

En total, alrededor de 100 peregrinos rusos no sólo de Moscú, sino de parroquias tan lejanas como Nizhni Novgorod, se encuentran siguiendo al Papa en Polonia.
ZS06052602

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Homilía de Benedicto XVI al celebrar misa en Varsovia


VARSOVIA, viernes, 26 mayo 2006 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que pronunció Benedicto XVI este viernes durante la celebración eucarística en la Plaza Pilsudski de Varsovia.

 

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¡Sea alabado Jesucristo!

Queridos hermanos y hermanas en Cristo Señor: «junto con vosotros deseo elevar un canto de gratitud a la Divina Providencia, que me permite hoy estar aquí como peregrino». Con estas palabras, hace 27 años, comenzó su homilía en Varsovia mi querido predecesor, Juan Pablo II. Las hago mías y doy gracias al Señor que me ha concedido poder llegar hoy a esta histórica Plaza. Aquí, en la vigilia de Pentecostés, Juan Pablo II pronunciaba las significativas palabras de la oración: «Que baje tu Espíritu y renueve la faz de la tierra». Y añadió, «¡De esta tierra!». En este mismo lugar fue despedido en una solemne ceremonia fúnebre el gran primado de Polonia, el cardenal Stefan Wyszynski, de quien en estos días recordamos el vigésimo quinto aniversario de su muerte.

Dios unió a estas dos personas no sólo mediante la misma fe, la misma esperanza y el mismo amor, sino también mediante las mismas vivencias humanas, que unieron a ambos íntimamente con la historia de este pueblo y de la Iglesia que vive en él.

Al inicio de su pontificado, Juan Pablo II escribió al cardenal Wyszynski: «En la Sede de Pedro no estaría este Papa polaco, que hoy lleno de temor de Dios, pero también de confianza, comienza el nuevo pontificado, sin tu fe, que no se doblegó ante la prisión y el sufrimiento, sin tu heroica esperanza, sin tu confianza hasta el final en la Madre de la Iglesia; sin Jasna Góra y sin todo este período de historia de la Iglesia en nuestra Patria, ligado a tu servicio de obispo y de primado» (Carta de Juan Pablo II a los polacos, 23 de octubre de 1978). ¿Cómo no dar gracias a Dios por lo que sucedió en vuestra patria, en el mundo entero, durante el pontificado de Juan Pablo II? Ante nuestros ojos han tenido lugar cambios de enteros sistemas políticos, económicos y sociales. La gente de varios países ha reconquistado la libertad y el sentido de la dignidad. «No olvidemos las grandes obras de Dios» (Cf. Salmo 78, 7). Yo también os doy las gracias por vuestra presencia y por vuestra oración. Gracias al cardenal primado por las palabras que me ha dirigido. Saludo a todos los obispos aquí presentes. Me alegra el ver la participación del señor presidente y de las autoridades estatales y locales. Abrazo con el corazón a todos los polacos que viven en la patria y en el extranjero.

«¡Permaneced firmes en la fe!». Acabamos de escuchar las palabras de Jesús: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad» (Juan 14, 15-17a). Con estas palabras Jesús revela el profundo lazo que existe entre la fe y la profesión de la Verdad Divina, entre la fe y la entrega a Jesucristo en el amor, entre la fe y la práctica de una vida inspirada en los mandamientos. Estas tres dimensiones de la fe son fruto de la acción del Espíritu Santo. Esta acción se manifiesta como fuerza interior que pone en armonía los corazones de los discípulos con el Corazón de Cristo y les hace capaces de amar a los hermanos como Él los ha amado. La fe es un don, pero al mismo tiempo es una tarea.

«Él os dará otro Consolador - el Espíritu de Verdad». La fe, como conocimiento y profesión de la verdad sobre Dios y sobre el hombre, «viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo», dice san Pablo (Romanos 10, 17). A lo largo de la historia de la Iglesia, los apóstoles han predicado la palabra, preocupándose por entregarla intacta a sus sucesores, quienes a su vez la han transmitido a las generaciones sucesivas, hasta nuestros días. Muchos predicadores del Evangelio han dado la vida precisamente a causa de la fidelidad a la verdad de la palabra de Cristo. De este modo, del cuidado de la verdad ha nacido la Tradición de la Iglesia. Al igual que en los siglos pasados, también hoy hay personas o ambientes que, descuidando esta Tradición de siglos, querrían falsificar la palabra de Cristo y quitar del Evangelio las verdades que, según ellos, son demasiado incómodas para el mundo moderno. Se trata de dar la impresión de que todo es relativo: incluso las verdades de fe dependerían de la situación histórica y del juicio humano. Pero la Iglesia no puede acallar al Espíritu de Verdad. Los sucesores de los apóstoles, junto con el Papa, son los responsables de la verdad del Evangelio, y también todos los cristianos están llamados a compartir esta responsabilidad, aceptando sus indicaciones autorizadas. Todo cristiano está obligado a confrontar continuamente sus propias convicciones con los dictámenes del Evangelio y de la Tradición de la Iglesia en su compromiso por permanecer fiel a la palabra de Cristo, incluso cuando ésta es exigente y humanamente difícil de comprender. No tenemos que caer en la tentación del relativismo o de la interpretación subjetiva y selectiva de las Sagradas Escrituras. Sólo la verdad íntegra nos puede abrir a la adhesión a Cristo, muerto y resucitado por nuestra salvación.

De hecho, Cristo dice: «Si me amáis…». La fe no significa sólo aceptar un cierto número de verdades abstractas sobre los misterios de Dios, del hombre, de la vida y de la muerte, de las realidades futuras. La fe consiste en una relación íntima con Cristo, una relación basada en el amor de Aquél que nos ha amado antes (Cf. 1 Juan 4, 11), hasta la entrega total de sí mismo. «La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros» (Romanos 5, 8). ¿Qué otra respuesta podemos dar a un amor tan grande, sino un corazón abierto y dispuesto a amar? Pero, ¿qué quiere decir amar a Cristo? Quiere decir fiarse de Él, incluso en la hora de la prueba, seguirle fielmente incluso en el Vía Crucis, con la esperanza de que pronto llegará la mañana de la resurrección. Si confiamos en Él no perdemos nada, sino que ganamos todo. Nuestra vida adquiere en sus manos su verdadero sentido. El amor por Cristo se expresa con la voluntad de poner en sintonía la propia vida con los pensamientos y los sentimientos de su Corazón. Esto se logra mediante la unión interior, basada en la gracia de los Sacramentos, reforzada con la oración continua, con la alabanza, con la acción de gracias y la penitencia. No puede faltar una atenta escucha de las inspiraciones que Él suscita a través de su Palabra, a través de las personas con las que nos encontramos, de las situaciones de vida de todos los días. Amarlo quiere decir permanecer en diálogo con Él, para conocer su voluntad y realizarla prontamente.

Pero vivir la propia fe como relación de amor con Cristo significa estar dispuestos a renunciar a todo lo que constituye la negación de su amor. Por este motivo, Jesús ha dicho a los apóstoles: «Si me amáis guardaréis mis mandamientos». Pero, ¿cuáles son los mandamientos de Cristo? Cuando el Señor Jesús enseñaba a las muchedumbres, no dejó de confirmar la ley que el Creador había inscrito en el corazón del hombre y que había formulado en las tablas de los Diez Mandamientos. « No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una "i" o una tilde de la Ley sin que todo suceda» (Mateo 5, 17-18). Ahora bien, Jesús nos mostró con nueva claridad el centro unificador de las leyes divinas reveladas en el Sinaí, es decir, el amor a Dios y al prójimo: «amar [a Dios] con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios» (Marcos 12, 33). Es más, Jesús en su vida y en su misterio pascual ha llevado a cumplimiento toda la ley. Uniéndose a nosotros a través del don del Espíritu Santo, lleva con nosotros y en nosotros el «yugo» de la ley, y de este modo se convierte en una «carga ligera» (Mateo 11, 30). Con este espíritu, Jesús formuló la lista de las actitudes interiores de quienes tratan de vivir profundamente la fe: Bienaventurados los pobres de espíritu, los que lloran, los mansos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos por causa de la justicia… (Cf. Mateo 5,3-12)

Queridos hermanos y hermanas, la fe en cuanto adhesión a Cristo se revela como amor que impulsa a promover el bien que el Creador ha inscrito en la naturaleza de cada uno y cada una de nosotros, en la personalidad de todo ser humano y en todo lo que existe en el mundo. Quien cree y ama se convierte de este modo en constructor de la verdadera «civilización del amor», en la que Cristo es el centro. Hace 27 años, en este lugar, Juan Pablo II dijo: «Polonia se ha convertido en nuestros tiempos en tierra de testimonio especialmente responsable» (Varsovia, 2 de junio de 1979). Os lo pido, cultivad este rico patrimonio de fe que os han transmitido las generaciones precedentes, el patrimonio del pensamiento y del servicio de ese gran polaco, el Papa Juan Pablo II. Sed fuertes en la fe, transmitidla a vuestros hijos, dad testimonio de la gracia que habéis experimentado de un modo tan abundante a través del Espíritu Santo en vuestra historia. Que María, Reina de Polonia, os muestre el camino hacia su Hijo y os acompañe en el camino hacia un futuro feliz y lleno de paz. Que no falte nunca en vuestros corazones el amor por Cristo y por su Iglesia. ¡Amén!
ZS06052604

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Mundo



Sin valores, la globalización se rebela contra el hombre, advierte Lech Walesa


BILBAO, viernes, 26 mayo 2006 (ZENIT.org).- El presidente de la república de Polonia entre 1990-1995 y Premio Nobel de la Paz en 1983, Lech Walesa, considera que sin valores la globalización acabará rebelándose contra el hombre.

Al participar en Bilbao en la I Jornada Católicos y Vida Pública, organizada por la Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación Universitaria San Pablo CEU, el antiguo líder de Solidarnosc alentó en una rueda de prensa a mantener vivos los valores trascendentes en la construcción del siglo XXI.

«Los valores deben primar en la globalización y los sistemas de ésta; tenemos que educar a un hombre de conciencia, para poder construir la sociedad del futuro», afirmó.

Además, señaló, «cuanto más alto es el desarrollo tecnológico y cuantos más peligros hay, son más necesarios los valores».

En el contexto de integración de Europa, Walesa reconoció que «los católicos deben ser más activos». «La gente de fe, de conciencia --destacó-- tiene que ponerse a trabajar porque somos mayoría pero estamos dispersos y poco activos».

Las religiones, en particular la cristiana, aseguró, tienen un patrimonio de siglos «que nos permitirá vivir en paz», indicó, aclarando que «religión y política son complementarios y no deben invaden sus parcelas».

Walesa consideró que «con el final del siglo XX ha terminado la época de grandes divisiones. El desarrollo tecnológico nos ha llevado a la época del intelecto, de la información y de la globalización, que requiere otros programas y otras estructuras».
ZS06052606

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El primado de Argentina presenta las Bienaventuranzas como programa para Argentina


BUENOS AIRES, viernes, 26 mayo 2006 (ZENIT.org-Aica).- Durante la celebración del tradicional Tedéum del 25 de mayo en la catedral metropolitana, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, presentó las Bienaventuranzas como programa de vida para Argentina.

El primado exhortó a la «pobreza evangélica» que «desecha la 'actuación' que sólo procura impresionar» y no necesita de la propaganda «para mostrar lo que hace, ni recurre al juego de fuerzas para imponerse».

«Felices si somos perseguidos por querer una patria donde la reconciliación nos deje vivir, trabajar y preparar un futuro digno para los que nos suceden. Felices si nos oponemos al odio y al permanente enfrentamiento, porque no queremos el caos y el desorden que nos deja rehenes de los imperios. Felices si defendemos la verdad en la que creemos, aunque nos calumnien los mercenarios de la propaganda y la desinformación», subrayó el purpurado en su reflexión.

El cardenal presidió el Tedeum del que participó el presidente de la nación, Néstor Kirchner, su esposa, gobernadores, funcionarios de gobierno, y representantes de distintas fuerzas sociales y políticos.

La invocación religiosa por la patria fue concelebrada por los obispos auxiliares de Buenos Aires y contó con la participación del nuncio apostólico, monseñor Adriano Bernardini, y la asistencia de referentes de distintos credos.

El cardenal Bergoglio consideró que seremos realmente «felices» si «construimos un país donde el bien público, la iniciativa individual y la organización comunitaria no pugnen ni se aíslen, sino que entiendan que la sociabilidad y la reciprocidad son la única manera de sobrevivir y, Dios mediante, de crecer ante la amenaza de la disolución».

«Nadie puede llegar a ser grande si no asume su pequeñez --concluyó--. La invitación de las Bienaventuranzas es un llamado que nos apremia desde la realidad de lo que somos, nos entusiasma, lima los desencuentros. Nos encamina en un sendero de grandeza posible, el del espíritu, y cuando el espíritu está pronto todo lo demás se da por añadidura».
ZS06052611

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Entrevista



Nace la figura del animador de la comunicación en las diócesis y parroquias
El periodista italiano Fabrizio Mastrofini explica la iniciativa

ROMA, viernes, 26 mayo 2006 (ZENIT.org).- Con el objetivo de lograr una mayor presencia y dinamismo en los medios de comunicación, la Iglesia católica en Italia ha creado la figura del «animador de la comunicación y la cultura».

Se trata en general de laicos, que reciben una formación específica, que tiene por objetivo sensibilizar a las parroquias y diócesis en el desafío de evangelizar estando presente en los medios de comunicación y en la vida cultural.

La figura surgió del documento «Comunicación y misión», publicado en octubre de 2004 por la Conferencia Episcopal Italiana.

Ahora acaba de publicarse en este país un manual práctico sobre esta figura que lleva por título «El animador de la comunicación y de la cultura» («L’animatore della comunicazione e della cultura», ediciones Paoline).

Con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebrará el próximo domingo 28 de mayo, Zenit ha entrevistado a su autor, Fabrizio Mastrofini, periodista de «Radio Vaticano», profesor de comunicación del Instituto de Teología «Claretianum» de Roma.

--¿La figura del animador de la comunicación y la cultura es una invención italiana?

--Mastrofini: Nace de la exigencia de intervenir en los medios de comunicación de manera específica y de ofrecer orientaciones. Es una invención italiana en el sentido en que ha sido creado en el marco del «Proyecto Cultural», lanzado por la Conferencia Episcopal Italiana hace más de diez años. La idea es reevangelizar la cultura pero también adquirir la capacidad orientar en materia de comunicación, tanto dentro como fuera del ambiente católico.

--El «animador», ¿es un agente pastoral que se incorpora a la Oficina de Comunicación?

--Mastrofini: El animador es una figura que debe estar presente en cada parroquia, sumándose e integrándose con otras existentes, como la del catequista o la del animador de grupos, para ocuparse también de la formación en comunicación de los formadores. Naturalmente, a nivel diocesano, debe estar en relación con las oficinas de comunicación.

--¿Cómo es posible crear en cada parroquia y a todos los niveles «antenas de verdad»?

--Mastrofini: ¡Es el verdadero problema! Hace falta un párroco que lo quiera, que comprenda la urgencia de formarse en comunicación, que sepa hacer crecer la comunicación interna entre los diversos elementos de la parroquia. El verdadero desafío está aquí: acabar con los compartimentos cerrados y valorizar el patrimonio de actividades, de ideas y de experiencias. Usando también todos los medios y todos los recursos existentes para enviar un mensaje al exterior, un mensaje positivo. Y aprendiendo cómo se puede comunicar de modo eficaz.

--Este animador debe tener muchas competencias: informáticas, musicales, comunicativas, artísticas, socioculturales... ¡parece una figura imposible de hallar en una sola persona!

--Mastrofini: Claro, el ideal sería tener en cada parroquia un pequeño grupo de tres o incluso cuatro animadores que puedan actuar juntos y cada uno con su área de competencia. El verdadero problema no es encontrar a los animadores, porque hay jóvenes voluntariosos e interesados. El verdadero problema es que se dé espacio a esta figura.
ZS06052605

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Espiritualidad



Nuestro verdadero cielo, según el predicador del Papa
Comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., al Evangelio dominical

ROMA, viernes, 26 mayo 2006 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap. --predicador de la Casa Pontificia-- al Evangelio del próximo domingo, solemnidad de la Ascensión.

 

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La Ascensión del Señor
Hechos 1,1-11; Efesios 1,17-23; Marcos 16,15-20



La solemnidad de la Ascensión de Jesús «al cielo» es una ocasión para que nos aclaremos de una vez por todas las ideas sobre qué entendemos por «cielo». En casi todos los pueblos, el cielo se identifica con la morada de la divinidad. También la Biblia utiliza este lenguaje espacial. «Gloria a Dios en lo alto del cielo y paz en la tierra a los hombres». Con la llegada de la era científica, este significado religioso de la palabra «cielo» entró en crisis. Para el hombre moderno el cielo es el espacio en el que se mueve nuestro planeta y todo el sistema solar, y nada más. Conocemos la salida atribuida a un astronauta soviético, de vuelta de su viaje por el cosmos: «¡He recorrido mucho el espacio y no he encontrado por ninguna parte a Dios!».

Así que es importante que intentemos aclarar qué entendemos nosotros, los cristianos, cuando decimos «Padre nuestro que estás en los cielos», o cuando decimos de alguien que «se ha ido al cielo». La Biblia se adapta, en estos casos, al modo de hablar popular; pero ella bien sabe y enseña que Dios «está en el cielo, en la tierra y en todo lugar», que es Él quien «ha creado los cielos», y si los ha creado no puede estar «encerrado» en ellos. Que Dios esté «en los cielos» significa que «vive en una luz inaccesible»; que dista de nosotros «cuanto el cielo se eleva sobre la tierra». En otras palabras, que es infinitamente diferente de nosotros. El cielo, en sentido religioso, es más un estado que un lugar. Dios está fuera del espacio y del tiempo y así es su paraíso.

A la luz de lo que hemos dicho, ¿qué significa proclamar que Jesús «subió al cielo»? La respuesta la encontramos en el Credo: «Subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre». Que Cristo haya subido al cielo significa que «está sentado a la derecha del Padre, esto es, que también como hombre ha entrado en el mundo de Dios; que ha sido constituido, como dice San Pablo en la segunda lectura, Señor y cabeza de todas las cosas. Jesús subió al cielo, pero sin dejar la tierra. Sólo ha salido de nuestro campo visual. Él mismo nos asegura: «He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mateo 28, 16-20. Ndt).

Las palabras del ángel --«Galileos, ¿qué hacéis mirando al cielo?»-- contienen por lo tanto una advertencia, si no un velado reproche: no hay que quedarse mirando arriba, al cielo, como para descubrir dónde va a estar Cristo, sino más bien vivir en espera de su retorno, proseguir su misión, llevar su Evangelio hasta los confines de la tierra, mejorar la calidad de la vida en la tierra.

Cuando se trata de nosotros, «irse al cielo» o «al paraíso» significa ir a estar «con Cristo» (Flp 1,23). «Voy a prepararos un lugar... para que donde esté yo estéis también vosotros» (Jn 14,2-3). El «cielo», entendido como lugar de descanso, de la recompensa eterna de los buenos, se forma en el momento en que Cristo resucita y sube al cielo. Nuestro verdadero cielo es Cristo resucitado, con quien iremos a reunirnos y a hacer «cuerpo» después de nuestra resurrección, y de manera provisional e imperfecta inmediatamente tras la muerte. Por lo tanto Jesús no ascendió a un cielo ya existente que le esperaba, sino que fue a formar e inaugurar el cielo para nosotros.

Hay quien se pregunta: ¿pero qué haremos «en el cielo» con Cristo toda la eternidad? ¿No nos aburriremos? Respondo: ¿aburre tal vez estar bien y con óptima salud? Preguntad a los enamorados si se aburren de estar juntos. Cuando sucede que se vive un momento de intensísima y pura alegría, ¿no nace a lo mejor en nosotros el deseo de que dure para siempre, de que no acabe jamás? Aquí abajo tales estados no duran para siempre, porque no existe objeto que pueda satisfacer indefinidamente. Con Dios es diferente. Nuestra mente hallará en Él la Verdad y la Belleza que nunca acabará de contemplar, y nuestro corazón el Bien del que jamás se cansará de gozar.

[Traducción del italiano y adaptación: Zenit.org]
ZS06052601.

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Nuevos movimientos



Institución Teresiana


CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 26 mayo 2006 (ZENIT.org).- Publicamos la descripción que presenta el «Repertorio» de «Asociaciones Internacionales de Fieles», editado por el Consejo Pontificio para los Laicos, de la Institución Teresiana.

 

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DENOMINACIÓN OFICIAL: INSTITUCIÓN TERESIANA

SIGLA I.T.

FUNDACIÓN: 1911

HISTORIA: La I.T. nació en Oviedo, en España, por iniciativa del sacerdote Pedro Poveda Castroverde –canonizado por Juan Pablo II en 2003– el cual, ante una mentalidad que afirmaba la incompatibilidad entre la fe y la cultura, advirtió la urgencia de demostrar que la promoción de la persona y la transformación de la sociedad son posibles sólo gracias a una formación cultural radicada en el Evangelio. El reto que propone es el de formar personas capaces de vivir a fondo la propia condición de bautizados y de ser presencia transformadora en la sociedad. En 1913 el padre Poveda encontró a Josefa Segovia, que fue su gran colaboradora y primera Directora general de la Institución Teresiana. Fue ella quien presentó la obra a Pío XI, que en 1924 la aprobó como Pía Unión Primaria, y la que llevó adelante el impulso y la extensión de la Asociación después de la muerte del Fundador. El 21 de noviembre de 1990 el Consejo Pontificio para los Laicos decretó el reconocimiento de la Institución Teresiana como asociación internacional de fieles de derecho pontificio.

IDENTIDAD: La I.T. promueve la relación entre la fe y la cultura como modalidad de crecimiento humano y de transformación social, comprometiéndose en la construcción de una sociedad justa, solidaria, animada por los valores del Evangelio. Sus miembros realizan esta finalidad a través del propio trabajo, mediante una presencia en el mundo como levadura, sal y luz, anunciando el Evangelio como palabra que no puede hacerse callar. El itinerario educativo de los miembros de la I.T. se basa en una pedagogía que privilegia la formación cultural y profesional necesaria para responder a las exigencias de su vocación y misión, la formación teológica y el estudio de las ciencias humanas. Son campos específicos de su actividad la educación en el ámbito de la escuela, la universidad, la familia, los medios de comunicación, la formación de educadores. Tiene estatus consultivo en el ECOSOC y colabora en programas promovidos por la UNESCO.

ESTRUCTURA: La I.T. constituye una unidad asociativa a la que los miembros se asocian por vocación y según diversas modalidades de compromiso. Núcleo propulsor y guía de la I.T. es la Asociación primaria, constituida por mujeres que se consagran totalmente al cumplimiento de su misión mediante promesas a tal fin, redactadas por el mismo Fundador. Junto a la Asociación primaria están las Asociaciones Cooperadoras de la Institución Teresiana (ACIT), que tienen carácter local, regional, nacional o internacional y están formadas por hombres y mujeres comprometidos a cooperar a la misión de la I.T. de la que son parte integrante.

DIFUSIÓN: La I.T. cuenta con unos 4.100 miembros y está presente en 32 países distribuidos del siguiente modo: África (3), Asia (4), Europa (9), Norteamérica (5), Oriente Medio (3), Sudamérica (8).

OBRAS: La Institución Teresiana gestiona Centros educativos, Residencias universitarias, Centros de animación sociocultural, Centros de formación de educadores, Organizaciones Juveniles, Programas de Cooperación Internacional en África, América y Asia, Programa de Voluntariado Internacional, Publicaciones periódicas, Editorial, Escuelas de formación familiar.

PUBLICACIONES: Revista Crítica, publicación mensual que aborda temas de actualidad desde una perspectiva interdisciplinar. Revista Novamérica, publicación bilingüe español – portugués, cuatrimestral. Trata de temas monográficos que son abordados por personas de distintos países.

PÁGINA WEB: http://www.institucionteresiana.org

SEDE CENTRAL: Institución Teresiana
Via Clitunno, 33/35
I - 00198 Roma (Italia)
Tel. [+39]06.844351 - Fax 06.8443535
E-mail: secdirit@pcn.net

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Instituto Católico para la Evangelización


CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 26 mayo 2006 (ZENIT.org).- Publicamos la descripción que presenta el «Repertorio» de «Asociaciones Internacionales de Fieles», editado por el Consejo Pontificio para los Laicos, del Instituto Católico para la Evangelización.

 

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DENOMINACIÓN OFICIAL: INSTITUTO CATÓLICO PARA LA EVANGELIZACIÓN

DENOMINACIÓN HABITUAL: ICPE Mission

FUNDACIÓN 1985

HISTORIA: El ICPE Mission nace en Malta por iniciativa de Mario y Anna Cappello, apoyados por líderes y miembros de la Glory of God International Covenant Community, comunidad de la Renovación Carismática Católica de la que quiere ser expresión misionera. Obtenido el reconocimiento canónico por el Arzobispo de Malta en 1992, el Instituto en el curso de los años crea en diversos países centros comunitarios constituidos por misioneros de varias nacionalidades que, dejados sus propios compromisos profesionales y, abandonándose a la Providencia, se dedican a una vida de oración y a la tarea de la evangelización. El 19 de mayo de 2002 el Consejo Pontificio para los Laicos decretó el reconocimiento del Institute for World Evangelisation - ICPE Mission como asociación internacional de fieles de derecho pontificio.

IDENTIDAD: El ICPE reúne comunidades que se comprometen a promover y sostener vocaciones misioneras entre los laicos, mediante una formación para la evangelización y mediante el desarrollo de misiones en diversas partes del mundo. Corazón de su espiritualidad es la alianza bautismal de amor con Dios, y núcleo de su apostolado es el compromiso de suscitar laicos dedicados a la misión y capaces de responder a la llamada a la santidad. El proceso formativo de los miembros se desarrolla, en la docilidad al Espíritu Santo, a través de la oración cotidiana, la participación en los sacramentos, el estudio de las Escrituras, el servicio. Para realizar los propios fines, el ICPE Mission trata de leer los signos de los tiempos para presentar el anuncio cristiano como respuesta profética a las concretas situaciones de vida de nuestros días; utiliza métodos, conceptos y terminologías aptos para transmitir el Evangelio de Cristo a los hombres contemporáneos.

ESTRUCTURA Órgano guía del ICPE Mission es el Consejo ejecutivo, constituido por miembros elegidos o cooptados, entre los que están el Presidente, el Vicepresidente, el Secretario, el Tesorero y el Director. El Consejo ejecutivo cuenta con una estructura consultiva formada por Directorios nacionales y por Directorios de servicios pastorales promovidos por el Instituto a nivel internacional. A la asociación pertenecen laicos, casados o no, sacerdotes diocesanos, consagrados y consagradas.

DIFUSIÓN: La actividad del ICPE Mission está coordinada a nivel internacional por centros regionales situados en 10 países distribuidos del siguiente modo: África (1), Asia (4), Europa (4), Oceanía (1).

OBRAS: El ICPE Missio ha dado vida a proyectos e iniciativas en el ámbito de la formación catequética y de la evangelización, como la Missio ad gentes, HopeXchange, Woman to Woman, Millennium Films International, Creative Communications Ministry, Abundant Life Ministries.

PÁGINA WEB: http://www.icpe.org

SEDE CENTRAL: ICPE Institute for World Evangelisation
Via della Stazione Aurelia, 95 - 00165 Roma (Italia)
Tel. [+39]06.66512891 - Fax 06.66512894
E-mail: imc@icpe.org


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