La misteriosa Llama

La guerra como motor económico

 

 

Alejandro Sanz | 05/03/2017


 

 

Me ha preocupado leer esta semana la intervención de Donald Trump ante las fuerzas armadas de su país y no solo por la descarnada reflexión sobre la guerra en términos de victoria y derrota, sino más aún por la poco velada alusión a su papel en el desarrollo económico. Como decía Cicerón, “nerui belli pecunia infinita”, el nervio de la guerra es el dinero infinito.

Como periodista, hace mucho tiempo que dejé de creer en las casualidades, así que enseguida sospecho de cualquier gesto público, cualquier palabra que se deja caer en los medios adecuados,  cualquier razón de estado. El escenario elegido por el presidente de los Estados Unidos tampoco era casual; el discurso pronunciado a bordo del portaviones de propulsión nuclear Gerald R. Ford y el atrezzo de Trump, disfrazado de capitán de la US Navy  estaba destinado a reforzar unos lazos  no demasiado firmes aún con el estamento militar.

Los ardores  guerreros de Trump, ahora líder de un ejército que se cuestiona su propio papel de policía del mundo, contrastan con su ausencia de los arrozales vietnamitas, en una época en la que probablemente estudiaba aquello de “las guerras están para ganarlas”, a la vez que renunciaba -con la ayuda del dinero de su padre- a coger un fusil y combatir al vietcong.

Pero más allá de la inspiración bélica del presidente, me inquietan más sus reflexiones en torno a la relación entre guerra y  desarrollo económico… porque no son inciertas. Los americanos lo saben por experiencia, después del extraordinario esfuerzo productivo de la II Guerra Mundial y la posterior financiación de la reconstrucción de Europa.

El mundo sigue inmerso en la crisis, quizá un tanto suavizada, aunque crisis al fin, pero la receta para la curación final no puede ser la guerra. En el siglo XXI el hombre debería estar capacitado ya -por la experiencia colectiva que arrastramos- para solucionar sus conflictos de forma pacífica y también para encontrar vías de progreso y otros motores de desarrollo que le permitan vivir de una manera digna con otras alternativas que no se limiten a intercambiar cañonazos.