A escondidas

LA GENERACIÓN ESTANCADA

 

Marisa Puente | 11.08.2016


La generación de jóvenes que ahora están en edad de ser universitarios han tenido siempre una vida acomodada, sus padres se lo han dado todo y no han tenido que sudar para ganar nada de lo que tienen. Cuando aprendieron a hablar empezaron a pedir que les compraran juguetes, cuando llegaron a la adolescencia ropa de marca y tecnología, y ahora que han crecido no saben que más pedir porque ya lo tienen todo.

Los padres de estos jóvenes que ahora rondan los 25 años son la llamada generación X. Robert Capa bautizó así a este colectivo de jóvenes que tenían características comunes: estaban preparados intelectualmente y trataban de rebelarse contra la sociedad para imponer sus ideales modernos.

Estas personas nacidas entre los años 60 y 80 fueron los líderes en experimentar, tener coraje para “buscarse la vida”, independizarse y dar un salto para romper con la generación pasada. Sin embargo, parece que más de 30 años después sus hijos intentan retroceder y deshacer todo lo que sus padres hicieron.

Aunque la calidad de vida fue buena, la juventud de los “X” no fue un camino de rosas. A pesar de su preparación y su indomabilidad se encontraron con el “mileurismo” en la misma época en la que tenían que independizarse, comprarse una casa y un coche y tener hijos. Quizás lo duro que fue para ellos salir adelante sea el motivo de que hayan procreado una generación posterior con un espíritu reivindicativo casi inexistente.

Han puesto todo su empeño en que sus hijos tengan una vida acomodada y se han esforzado en protegerles para que no se repita su historia. No obstante, lo único que han conseguido es una generación “Y” de niños malcriados que lejos de tener la actitud de sus padres y luchar para solucionar sus problemas, se han acomodado y se han acostumbrado a que se lo den todo hecho. Ahora la tendencia es usar la excusa de que hay la crisis y la dificultad de encontrar trabajo para quedarse en casa. Muy pocos piensan en independizarse o en buscar estabilidad ni tampoco lo necesitan ya que viven cómodamente en casa de sus padres.

 

Marisa Puente