A escondidas

ME ABURRO, LUEGO EXISTO

 

Marisa Puente | 18.07.2016


Poco antes de comenzar el periodo vacacional estival era polémico el tema del exceso de tarea en los niños que cursan primaria. Ahora, con la llegada del tiempo libre, llega el aburrimiento. Durante el curso los niños protestan porque salen del colegio y al llegar a casa siguen con los deberes, y durante las vacaciones se quejan porque no tienen nada que hacer.  Hasta aquí, nada nuevo.

El hecho noticioso ahora es que es positivo que los niños se aburran. Según Carme Crespo, psicóloga infantojuvenil y docente del Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP), cuando los niños tienen periodos de tranquilidad en los que no saben qué hacer se esfuerzan en buscar actividades y métodos para entretenerse. De este modo, conectan con su interior y se desarrollan como personas, fomentan su creatividad y su capacidad de valerse por sí mismos.

En otras palabras; el aburrimiento sirve para madurar. Queridos padres, presten atención: no es bueno saturar a los niños con actividades. Cierto es que hay que aprovechar las vacaciones, pero no hasta tal punto de tener no tener más momento para descansar que el de irse a dormir. Los niños de hoy en día están saturados. Clases, particulares, actividades extraescolares… Al igual que los adultos, ellos también necesitan tiempo para pensar. ¿Cuál es el problema? Que los padres buscan comodidad, y lo más fácil cuando sus hijos sueltan el típico “me aburro” es dejarles el móvil, la tablet, poner la televisión o apuntarlos a un curso de verano. Pues no, papás y mamás, dejen a sus hijos libertad para pensar y buscar soluciones sin ayuda aunque de vez en cuando haya que aguantar sus quejas. Educar a un hijo no consiste en buscar un lugar donde otros le enseñen.

 

Marisa Puente