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El primer viaje apostólico de León XIV a Turquía y Líbano: hacia las raíces del cristianismo y la esperanza de paz

 

El pontificado arranca con una peregrinación cargada de símbolos: conmemorar los 1.700 años del Concilio de Nicea, renovar el ecumenismo y acercarse a las comunidades cristianas en situaciones difíciles

 

 

 

27/11/25 | Marta Santín


 

 

 

Tras seis meses después de su elección, León XIV, inicia su primer viaje apostólico con una agenda que combina memoria, fe y solidaridad. Del 27 de noviembre al 2 de diciembre recorrerá Turquía —Ankara, Estambul e Iznik— y Líbano —Beirut y otras localidades— en un peregrinaje que busca redescubrir las raíces del cristianismo, promover la unidad entre iglesias y llevar consuelo a comunidades cristianas en medio del conflicto y la dispersión.

 

 

 

  1. Las raíces del viaje: unidad y paz
  2. La voz de esperanza y diálogo: lo que dice Pietro Parolin
  3. Turquía: comunidad católica pequeña, viva y esperanzada
  4. Iglesia católica en Turquía “no está reconocida como entidad jurídica”
  5. Mosaico de confesiones y realidades eclesiales
  6. Los cuatro papas anteriores
  7. Una misión para el Líbano: paz, consuelo y solidaridad
  8. Un gesto cargado de simbolismo, fe y esperanza

 

 

 


Carta apostólica “In unitate fidei”
en el 1700 aniversario del Concilio de Nicea.

 

 

 

El viaje apostólico que parte en las próximas horas marca un hito para el pontificado de León XIV: primero fuera de Italia.

Para preparar este viaje, León XIV publicó la carta apostólica In unitate fidei, en la que reafirma que la profesión de fe en Cristo es “el corazón de la fe cristiana” e insta a los creyentes a custodiar y transmitir este don con amor y alegría.

El Pontífice subraya además la relevancia actual del Concilio: rechazar doctrinas que niegan la divinidad de Cristo y reafirmar juntos, desde Oriente y Occidente, la fe común.

 

Las raíces del viaje: unidad y paz

En su editorial para el medio oficial del Vaticano, Andrea Tornielli recuerda que pocos viajes resultan tan significativos desde el inicio de un pontificado como éste. Subraya que esta peregrinación a Turquía y Líbano —“un destino establecido por su predecesor”  representa “una síntesis geográfica de dos ejes fundamentales” del pontificado: la unidad y la paz.

Destaca además la importancia del aniversario que motiva la primera etapa: los 1.700 años del primer Concilio de Nicea (325). Tornielli escribe que “la unidad está en el corazón de la primera etapa, para conmemorar un concilio que marcó indeleblemente la historia de la Iglesia al proclamar la fe en Jesucristo Hijo de Dios. Es inútil ocultarlo: es necesario mirar al encuentro de Nicea y, al mismo tiempo, a la herida de la Iglesia dividida, que sigue sangrando y que en los últimos años ha visto surgir nuevas laceraciones”.

Este llamado a la memoria viva de Nicea no es nostalgia: como señala Tornielli, “el retorno a las raíces del Evangelio, de los Padres, de los primeros concilios” busca animar hoy un renovado impulso ecuménico".

Con ese telón de fondo, el editorial afirma que este viaje “marcará su pontificado”, como lo hicieron los primeros viajes de otros papas — desde Pablo VI hasta Francisco —, y define la doble dimensión del viaje: conmemorar un pasado fundacional, y comprometerse con un presente de divisiones, guerras y sufrimientos, para anunciar la paz y la fraternidad.

 

La voz de esperanza y diálogo: lo que dice Pietro Parolin

Para el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, este viaje es ante todo “un signo de esperanza, paz y fraternidad” en Oriente Medio.

Parolin subraya el papel fundamental de los cristianos en la vida social, económica, cultural y política de la región, y expresa el deseo de que “puedan permanecer en su tierra”.

Los lemas escogidos para la visita —"Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo" y "Bienaventurados los que trabajan por la paz"— iluminan el corazón del mensaje: unidad entre cristianos, testimonio de fe común, y compromiso por la paz.

Parolin recuerda la cita, profundamente cristológica, del Concilio de Nicea: la fe en Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre. Esa definición sigue siendo hoy la base de la fe, sin importar las divisiones que afectan a la Iglesia.

 

Turquía: comunidad católica pequeña, viva y esperanzada

La primera etapa del viaje llevará al Papa a Turquía —Ankara, Estambul e, importantemente, a İznik (la antigua Nicea), lugar histórico del Concilio— del 27 al 30 de noviembre.

Como señala el medio vaticano, la Iglesia católica en Turquía es “pequeña pero vibrante”. Muchas de las comunidades son reducidas, con fieles de múltiples nacionalidades —africanos, filipinos, etc.— y son “una pequeña minoría dentro de una minoría de cristianos”.

Por ejemplo: en Estambul existe la Catedral del Espíritu Santo, donde el párroco lleva años al servicio de una comunidad muy diversa. También hay parroquias en zonas del sur —como Mersin— y comunidades en lugares históricamente vinculados al inicio del cristianismo, como Éfeso o Antioquía.

 

Iglesia católica en Turquía “no está reconocida como entidad jurídica”

A esta realidad se agrega que la Iglesia católica en Turquía “no está reconocida como entidad jurídica”, lo que implica dificultades para su organización, aunque existe un nuncio apostólico acreditado que garantiza la relación con la Santa Sede.

Pese a ello, estas comunidades “intentan sembrar” con su fe y su testimonio. Como dice el padre misionero presente en Turquía, Paolo Raffaele Pugliese, también delegado de los Capuchinos en Turquía, los católicos turcos esperan con esperanza la llegada del Papa: muchos sienten que el viaje es una afirmación de su presencia, un mensaje de pertenencia y de apoyo desde Roma.

Una manifestación concreta de esa esperanza es la gran misa prevista en Estambul, en un estadio, a la que acudirán cientos —quizá miles— de fieles de diversas comunidades (latinos, armenios, caldeos, siro-católicos), junto a inmigrantes de distintas nacionalidades. Entre los participantes, muchos jóvenes se han inscrito como voluntarios con el deseo de formar un movimiento por la paz.

 

Mosaico de confesiones y realidades eclesiales

Este mosaico de confesiones y realidades eclesiales, lejos de ser un obstáculo, es interpretado por la Iglesia local como una riqueza: un reflejo vivo del mensaje del Concilio de Nicea, donde la fe en Cristo trasciende divisiones y diversas tradiciones.

Además, como recuerda el padre Igor Barbini, superior de la pequeña comunidad dominicana en Turquía sigue viva la experiencia del diálogo interreligioso y la cooperación social: tras el terremoto que sacudió el país hace dos años, católicos, musulmanes y otras comunidades trabajaron juntos en tareas de ayuda y caridad, derribando muros históricos y mostrando que la fe puede ser puente de fraternidad.

 

Los cuatro papas anteriores

La visita de León XIV a Turquía no es un hecho aislado: sigue los pasos de cuatro papas anteriores que pasaron por estas tierras —Pablo VI (1967), Juan Pablo II (1979), Benedicto XVI (2006) y Francisco (2014).

Con León XIV, Turquía se convierte en el quinto país en recibir un primer viaje papal del Pontífice, lo que reafirma que este país sigue siendo clave para el diálogo entre Oriente y Occidente, entre cristianos del Este y del Oeste.

Pero la diferencia ahora radica en el contexto: no solo un gesto ecuménico histórico, sino un llamamiento urgente a la unidad, al testimonio común, a la paz en un mundo dividido. Como dice Tornielli, este viaje «quiere ser un signo de esperanza, paz y fraternidad» en un momento en que la Iglesia y el mundo enfrentan heridas nuevas y antiguas.

 

Una misión para el Líbano: paz, consuelo y solidaridad

La segunda etapa del viaje será el Líbano, país golpeado por crisis económicas, sociales y conflictos, pero con una comunidad cristiana ancestral. Tornielli describe esta etapa como un “abrazo de paz” a un pueblo marcado por sufrimientos; Parolin confirma que allí el Papa será “mensajero de paz, diálogo y esperanza”.

El viaje al Líbano representa una continuación del compromiso de los papas con esa “tierra mensaje”, como la definió Juan Pablo II: un país donde conviven muchas confesiones, donde la diversidad religiosa puede ser puente de fraternidad, no motivo de conflicto.

 

Un gesto cargado de simbolismo, fe y esperanza

El primer viaje apostólico de León XIV a Turquía y Líbano no es una visita más. Es un gesto cargado de simbolismo profundo: conmemorar los 1.700 años del Concilio de Nicea, reafirmar la fe común, promover la unidad entre cristianos, y tender puentes de paz en una región marcada por la violencia, la emigración y el sufrimiento.

Al mismo tiempo, reconfirma la cercanía de la Iglesia universal con comunidades pequeñas, frágiles, muchas veces olvidadas, pero vivas en su fe, su testimonio y su esperanza. En palabras de Tornielli, no se trata solo de mirar al pasado, sino de “dejarse interpelar por las palabras de Jesús”.