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Cinco jueces fuera de la Curia para juzgar a Rupnik: las víctimas reclaman un juicio canónico justo
14/10/25 | Zenón de Elea
Marko Ivan Rupnik.
El Vaticano ha dado un paso inédito. El Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha nombrado cinco jueces —entre ellos mujeres y clérigos que no pertenecen ni a la Curia Romana ni al antiguo Santo Oficio—> para juzgar canónicamente al sacerdote y artista esloveno Marko Ivan Rupnik, acusado de abusos sexuales, espirituales y psicológicos contra varias religiosas. Así lo confirmó el comunicado oficial publicado por Vatican News el 11 de octubre de 2025, que subraya la voluntad de garantizar independencia y transparencia en un proceso largamente reclamado por las víctimas.
El “caso Rupnik” ha sido un tema espinoso dentro de la Iglesia Católica.
Rupnik no es un sacerdote cualquiera. Jesuita durante décadas, teólogo, predicador y autor de algunos de los mosaicos más célebres del arte sacro contemporáneo —desde el santuario de San Juan Pablo II en Polonia hasta la capilla Redemptoris Mater en el Vaticano—, fue durante años una figura influyente en la espiritualidad ignaciana.
Sin embargo, varias ex religiosas del Comunidad Loyola de Eslovenia denunciaron que el sacerdote las había manipulado y abusado sexual y psicológicamente entre los años 80 y 90. Las víctimas describieron dinámicas de control espiritual y coerción sexual amparadas en su autoridad religiosa.
Durante mucho tiempo, las denuncias parecieron caer en saco roto. En 2021, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe había archivado el caso al considerarlo prescrito según el derecho canónico. Pero la indignación pública creció cuando se supo que Rupnik seguía ejerciendo el ministerio y vendiendo sus obras sin restricción alguna.
El Papa Francisco, inicialmente cuestionado por algunos observadores y por las víctimas por no intervenir, decidió meses después levantar la prescripción y reabrir la investigación, ordenando una revisión completa del expediente. Desde entonces, el sacerdote fue expulsado de la Compañía de Jesús y suspendido de todo ministerio pastoral, aunque más tarde fue incardinado en la diócesis eslovena de Koper, lo que generó una nueva ola de escándalo y perplejidad.
A pesar de la gravedad de las acusaciones, Rupnik no se enfrenta actualmente a ningún proceso civil o penal en los países donde presuntamente ocurrieron los hechos (Italia y Eslovenia). La razón es, sobre todo, jurídica: los abusos denunciados se habrían cometido hace más de treinta años, por lo que los plazos de prescripción penal habrían expirado.
Además, las dificultades de jurisdicción —por tratarse de actos cometidos en distintos países— y la ausencia de denuncias formales ante la justicia civil han dejado el caso confinado al ámbito eclesiástico. Ninguna autoridad estatal ha abierto por ahora una investigación independiente.
La consecuencia es que el juicio canónico del Vaticano constituye, de facto, la única vía disponible para establecer una forma de justicia.
La decisión de nombrar cinco jueces “independientes” tiene, por tanto, un peso simbólico considerable. No se han hecho públicos sus nombres, pero el hecho de que ninguno pertenezca al entorno del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, sugiere una voluntad de distanciamiento del pasado y de apertura a nuevos criterios de justicia dentro de la Iglesia.
Las víctimas, por su parte, han recibido la noticia con cautela. Piden un juicio “realmente justo”, no una formalidad interna. Exigen ser escuchadas y que la Iglesia no vuelva a amparar el poder de quien se sirvió de su carisma para dominar conciencias.
Si este tribunal logra actuar con independencia y rigor, podría marcar un precedente en la larga lucha por la credibilidad eclesial en tema de abusos. Y en este caso, la elección de jueces ajenos a la Curia no es sólo un gesto institucional: es una oportunidad para demostrar que el Evangelio y la transparencia pueden ir de la mano.