Tribunas

No hay derecho

 

 

 

Jesús Ortiz


Bebé en el vientre materno.

 

 

 

 

 

La queja surge cuando alguna persona sufre una merma en sus derechos ciudadanos. Y con razón aunque muchas veces no se busca reparación por tratarse de asuntos de menor importancia. Ahora bien, si pasamos de la exclamación a la afirmación podemos decir que no hay derecho al aborto.

El incremento anual de abortos en España hasta sobrepasar los 106 mil en el año 2024 debería hacernos reflexionar sobre la muerte silenciosa de esas criaturas. La propaganda del aborto lo sitúa como si fuera un derecho, una necesidad ante un embazado no deseado, una solución para casos penosos, y la mayoría se realiza en mujeres jóvenes para salir de un mal paso.

 

Realidad del aborto

Ginecólogos y embriólogos han explicado bien la realidad del aborto con el sufrimiento de la criatura concebida que se debate contra la agresión, hasta que muere asfixiado o troceado. No se trata de la «interrupción voluntaria de un embazado», es un eufemismo o expresión suave para evitar la dureza que supone el aborto:  porque acaba con la vida del nasciturus, y porque en esos casos la mujer se encuentra colapsada por su problema e inducida a terminar por la vía rápida. Además las clínicas abortistas omiten la información sobre los riesgos físicos y psicológicos para la madre. El consentimiento informado que se requiere para una intervención es un documento prolijo con muchas advertencias por si algo fallara en la operación. Sin embargo, en el caso del aborto la información es muy deficiente, y con buenas palabras se impulsa a esas madres a pasar por el quirófano con tranquilidad, cuando los profesionales y las pacientes saben que no es verdad, que hay un sufrimiento y un riesgo.

Al querer establecer el aborto como derecho de la mujer los legisladores pasan por encima de la naturaleza -la madre engendra y no mata a su hijo-, de la ética y de la experiencia contra todo derecho. En el caso de España además no parece que pueda salir adelante semejante ley por falta de votos y acuerdos, pero insistirán en su propósito de fabricar un derecho inexistente. Sin olvidar que los diputados y senadores tienen una conciencia por encima de las directrices políticas de un partido. Pero con independencia de esto la propaganda a favor del aborto, o pro choice, trata de abatir las barreras éticas de la conciencia en las jóvenes, en los médicos y sanitarios, y en la opinión pública.

 

Defensores del no nacido

El genetista Jérôme Lejeune afirmaba que la vida humana comienza en la concepción del nuevo ser. Lo mismo Nicolás Jouve comprobando que la vida humana es tal desde sus etapas iniciales basándose en datos científicos. Julián Marías afirmaba que la aceptación social del aborto y de la mentira es el peor mal de una sociedad adormecida. Miguel Delibes rechazaba también el aborto como un atentado contra la vida del más inocente, algo inexistente en las hembras de los animales. La lista de personajes que se han posicionado frente a favor de la vida y contra la violencia como el aborto es muy ilustrativa de que no se trata de un asunto sólo de religión -aunque la religión dice mucho sobre la vida y la muerte- sino de lesa humanidad. Por ejemplo, Martin Luther King, Nelson Mandela, Dalai Lama, Madre Teresa de Calcuta. En Japón hay templos budistas y monumentos, Mizuko Kuyo, para conmemorar a los niños de agua abortados o muertos al poco de nacer.

Las personas a favor de la vida humana, que son mayoría,  no se limitan a oponerse al aborto sino que actúan para ayudar a las madres en situaciones difíciles o traumáticas, promoviendo voluntariados, centros de información, de acogida y asistencia, con apoyo humano y ayudas económicas, gracias a lo cual nacen cada año miles de niños. Por ejemplo, Red Madre o Federaciones de centros Provida.

Algunos subrayan que no hace tantas décadas que se admitía la esclavitud por costumbre y por razones económicas, y ahora esperamos que más adelante la honradez de la conciencia personal, y el imperativo ético denuncien a los promotores del aborto por destruir la dignidad de la persona humana. Y resulta sorprendente que la izquierda ideológica y política sea incoherente con sus apuestas ecologistas cuando se trata de defender la vida humana de los no nacidos. Porque no hay derecho a segar la vida de los más inocentes.

 

 

Jesús Ortiz López
Doctor en Derecho Canónico

 

 

 

 

 

 


 

 

 

[1] Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador. 1700 años del Concilio ecuménico de Nicea (325-2025). Comisión Teológica Internacional. 2025.