Las redes sociales y las noticias falsas

 

 

20/11/2024 | por Grupo Areópago


 

 

 

 

 

 

Las noticias falsas y los bulos siempre han existido en los medios de comunicación; a lo largo de la historia se han tenido que desmentir muchas informaciones que no eran ciertas. Este problema se ha agravado en la sociedad moderna, pues hoy muchas redes sociales y plataformas online son fuente de contenidos falsos y engañosos, difíciles de saber dónde está la verdad y dónde está la falsedad.

Según un artículo publicado en la revista Historia y comunicación social, escrito por Carlos Salas Abad, en 2019 https://revistas.ucm.es/index.php/HICS/article/view/66268/4564456552454,  la primera “fake news” de la historia fue publicada en Nueva York en 1835 por el periódico The Sun, en el que se informaba sobre “los seres que habitaban en la Luna”; durante días se informó que había vida en la luna y  esto provocó un gran revuelo en la sociedad estadounidense de entonces.

Pero con la llegada de Internet y de todo lo que ha venido después las noticias falsas están revolucionando los medios de información y de comunicación, convirtiéndose en un fenómeno social peligroso en todos los sentidos, llegando a destrozar vidas y entidades. Es complicado tener un sistema de verificación continuamente y eso hace difícil distinguir entre lo qué es verdad y lo qué es mentira, y las noticias engañosas se difunden a velocidad de vértigo. El impacto en la sociedad todavía es más grande.

Las autoridades y los organismos internacionales intentan luchar contra la desinformación aprobando estrategias de comunicación y planes de acción para ayudar a los ciudadanos a identificar lo que son noticias reales de las informaciones falsas, incluso creando observatorios que trabajan para combatir la desinformación, como el Observatorio Europeo de Medios Digitales (EDMO) de la Comisión Europea.

La cultura de la desinformación, así como la aprobación y el cumplimiento de medidas legislativas que protejan al ciudadano y controlen los efectos de los bulos y de las noticias falsas son unas de las prioridades políticas de los gobiernos, ya que las “fake news” son una amenaza, afectan al bienestar y a la seguridad de la sociedad, y entre las consecuencias que se derivan están la publicación de las noticias relativas a los discursos del odio o de desconfianza social.  En este sentido la Comisión Europea está actuando “reforzando su comunicación estratégica como respuesta a la desinformación y a la manipulación de la información e injerencia por parte de agentes extranjeros cuyo blanco son las políticas de la UE”  https://commission.europa.eu/topics/strategic-communication-and-tackling-disinformation_es

Ante este escenario se echan de menos los medios de comunicación tradicionales y veraces, como la prensa escrita, la radio o la televisión de antiguamente (o por lo menos eso parecía), porque aunque también se divulgaba contenido falso, la información que se difundía era más moderada; se contrastaba, los periodistas se llevaban su tiempo en elaborar la información y los ciudadanos sabían contrastar la información con fuentes oficiales. Así se sabía lo que estaba manipulado de lo que era verdad; teniendo una ventaja –que hoy sabemos- que ni viralizaban ni se alimentaban las mentiras tan rápidamente como se hace en la actualidad donde las noticias distorsionadas inundan el mundo con el uso de las redes sociales. Por esto es necesario que los ciudadanos también tomen partido en no difundir bulos y las instituciones garanticen que la información difundida se ajuste a la realidad. Una noticia incierta, mata.

 

 

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