Colaboraciones

 

La verdad, cuestionada

 

“Trabajemos con denuedo cada uno a su modo y en su lugar para saber encarar la mentira tecnológica posmoderna”

 

 

22 enero, 2021 | Jordi-Maria d’Arquer


 

 

 

 

 

Esa equivocada salsa endiablada que se cocinan ciertos personajes mediáticos la usan para dar sabor a sus cocidos multiformato con que alimentan su deletérea fama entre aquellos depauperados elementos de su rebaño que previamente y entre todos ellos han amamantado con leyendas de bárbaros borreguiles incultos. Son, ciertamente, “líderes”, “expertos”, “especialistas” enviados por el Bien Común superior al que dicen servir sin que ni ellos mismos sepan bien qué es. Adivinan esas que llaman “tendencias” entre los astros que amontonan el futuro que ellos mismos van borroneando a trazos garabateados sobre un horizonte utópico, “legitimados” –dicen- por una “voluntad popular” que en realidad es la que ellos mismos imponen y que a cada puesta de sol está más ennegrecida: estilo “dark”, le llaman ahora “los ilustrados” de las profundidades oscurantistas.

¿Recuerdan ustedes, señores, los horizontes de confines coloreados entre dorados carmesí que todos sin excepción sabíamos disfrutar con serenidad celeste? En efecto, inspiraban confianza, tan al contrario de los atardeceres que nos explosionan el devenir que ya desconocemos más que antaño… o lo adivinamos entre las cartas de la dejadez australopitheca.

Eso son cosas del lenguaje posmoderno, ¿verdad, chavales? Niñatos tan inexpertos en política como en las labores del hogar, o todos unos señores –si es que eso es ser señor- de corbata y gemelos de oro con piedras preciosas que expanden sus brillos entre la purria que los rodea y los aúpa. Usan su salsa –de pasada, que así ahorran tiempo en su escalada social- para mostrar lo trepas que son en limpiarse la boca pa que su mensaje entre mejor en la masa previamente fermentada -¡con fermento execrando, sepa usted!-. Se llenan, entonces, la boca a bocados con los dientes recién salidos de la implantología que les justifica su sueldo con buenas palabras y sonrisitas condescendientes pa que nadie se engañe: ¡son políticos, raza sagrada! “¡Que nadie me los toque!”.

¿Saben la última? Después de tanto perseguirla, han descubierto que hablando de la “defensa de la verdad” (porque son, según su diccionario, que cambian cada día, “católicos”) venden votos, calman y unen al “pueblo” que ya han enfurecido entre bastidores. Otra cosa –eso sí- será que sepan lo que es eso de la verdad. Antes decían que la Iglesia –católica, sin excepción- se la había inventado y trataba de imponerla a la aldea global que pretendía someter con sus miedos infernales, asediándonos con insolencias del otro mundo, del que esa pesada Iglesia siempre habla como salida de un disco rayado, porque aún no han conseguido cansarla de hacerlo… o asustarla con sus encantes delirantes.

¡Sin ton ni son, la Verdad masacrada! Aborto, eutanasia, ideología de género, igualitarismo de rebaño con líderes todopoderosos… ¿¡qué más nos darán entre la verdad aguada de una religión pansocial universal que, lejos de ser religión, es ideología populista!? ¿¡Es que no hay nadie de entre “los suyos” que advierta semejante engañifa!? ¡¡Nos están estafando!!

¡Tengo la solución! ¡Vamos –juntos- a arreglar el mundo! Ante todo, conserva la calma, pero muévete entre los tuyos. Trabajemos con denuedo cada uno a su modo y en su lugar para saber encarar la mentira tecnológica posmoderna. ¿Cómo? Sencillamente, abriendo bien los ojos para ver dónde pisamos y haciendo cada uno lo que esté en su mano hacer, sin esperar grandes amaneceres para mañana o pasado mañana. Eso sí, agarrando cada uno firmemente el timón de su vida ante los vientos que se alzan, para, con la esperanza como energía y la fe como punta de aguja, avanzar hacia el Norte que nos promete la herencia eterna de la salvación en la Vida de Jesucristo: la única vida que es auténtica, porque es la Verdad. ¡Y a volar como las águilas! ¡La alcanzaremos!