Biblia

 

¿Por qué dijo Jesús: «Deja que los muertos entierren a sus muertos»?

 

P. Etienne Grieu, jesuita, rector del Centre Sèvres (Facultades jesuitas de París).

 

 

18 ene 2021, 13:50 | La Croix


 

 

 

 

 

Algunos cristianos se dicen sorprendidos por la respuesta de Jesús a uno de sus discípulos que quería ausentarse para ir a enterrar a su padre: «Deja que los muertos entierren a sus muertos», le dijo (Mateo 8,22). ¿No es contrario al dogma de la comunión de los santos? ¿Cómo se puede entender una respuesta tan áspera?

En primer lugar, era bastante común en el lenguaje que utilizaba Jesús exagerar ciertas palabras, para causar una impresión. Luego, este episodio tiene lugar en un marco más amplio en el que Jesús está a punto de anunciar el Reino de Dios. Creo que quiere mostrar la urgencia de la venida del Reino, una urgencia tal que incluso las tareas más importantes para nosotros deben relativizarse frente a esta extraordinaria promesa. Esta frase también sugiere un cierto menosprecio de Jesús por quienes se preocupan por sus muertos. En Mateo 23, 29-31, les dice a los fariseos: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: “Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!” Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas.» De hecho, Jesús denuncia nuestra preocupación por los muertos como algo que no es muy justo, como una forma de deshacernos a veces de lo que tenemos que vivir con los vivos.

 

¿Qué quiere decir?

Pienso en el llamamiento de nuestros hermanos y hermanas que presentan problemas de justicia y verdad, problemas a los que el propio Jesús se enfrentó directamente. Pienso en la acogida del don de Dios y del Reino… Muchas cosas en nosotros se resisten a estas cuestiones. La preocupación por los muertos a veces puede ser una manera de esquivarlas.

 

¿No es también una forma de decirle a su discípulo: deja tu pasado y ocúpate del futuro conmigo?

Es posible. Vemos que, en el momento en que Jesús llama a sus discípulos cuando están en pleno trabajo, estos lo dejan todo, sus herramientas, su casa, sus padres. Algunos proponen otra interpretación, argumentando que el padre del discípulo no está muerto, sino que es anciano, y que el discípulo pide poder quedarse con él hasta el final. Lo que retrasaría considerablemente su compromiso de seguir a Cristo. Sea como fuere, el evangelista subraya con esta frase la urgencia de trabajar por el Reino, que prima sobre lo más valioso para nosotros.

 

¿Esta frase contradice la comunión de los santos?

Entiendo la pregunta: si no nos ocupamos de enterrar a los muertos ¿por qué vamos a pensar en rezar por ellos? Pero creo que la preocupación por el Reino al que Cristo nos llama abarca a toda la humanidad, a vivos y muertos. No me parece que esta frase contradiga la comunión de los santos.

 

Usted piensa que aun así se nos pide que nos preocupemos por nuestros muertos y que mantengamos un vínculo especial con ellos...

Sí. Los fuertes lazos que hemos podido vivir con las personas ahora fallecidas siguen activos, e incluso cuando estas personas ya no están, aunque están con Dios, los lazos que tenemos con ellas siguen haciendo circular el don de Dios. Incluso después de nuestra propia muerte, no hay razón para que estos lazos dejen de hacer circular el amor que hemos recibido de ellos.

 

Los Evangelios reproducen con bastante frecuencia otras palabras muy abruptas de Jesús, como estas. ¿Por qué adopta un tono tan duro a veces? ¿Para advertirnos? ¿Para que cambiemos de rumbo?

Los evangelistas tienen palabras muy provocadoras, como para sacudirnos y que veamos lo realmente importante. No son agresiones, sino invitaciones a preguntarnos por nuestras prioridades y a tomar conciencia de la resistencia que surge en nosotros, para que estas resistencias no ocupen todo el espacio en nosotros.

 

¿Lo que se nos pide, en definitiva, es preocuparnos por el Reino, anunciar el Reino, actuar por el Reino?

El Reino es nuestra humanidad, es nuestra tierra, visitadas por Dios y renovadas por su paso y su presencia. Se nos pide que estemos atentos a las huellas de este paso y de esta presencia que nos rodea. La urgencia del Reino nos lleva a preguntarnos cómo podemos, en nuestra vida, dejar pasar mejor lo que nos viene de Dios en beneficio de los demás. El Reino comienza desde ahora, la predicación de Jesús es muy clara en este punto. El Reino es nuestra realidad transfigurada por la presencia de Dios. Todos nosotros hemos vivido alguna vez la experiencia de la presencia de Dios, que nos ha dejado una sensación de alegría, de paz, de esperanza y de amor. Ser cristiano significa agudizar todos estos sentidos para no perderse ninguno de esos momentos que se nos regalan, recibirlos y ayudarlos a crecer.

 

¿Podríamos resumirlo con el lema de los jesuitas: «Encontrar a Dios en todas las cosas»?

Efectivamente. No hay ninguna realidad que sea impermeable al don de Dios. Se puede encontrar a Dios en todas las cosas, incluso ahí donde jamás habrías imaginado encontrarlo.

 

 

Entrevista realizada por Sophie de Villeneuve.