Tribunas

 

Contra el aborto

 

 

Ángel Cabrero

 

 

 

 

 

El nuevo embajador de EEUU ante la ONU se ha posicionado totalmente en contra del aborto. Al parecer los expertos de la ONU criticaron a los Estados Unidos porque no calificaron el aborto como “esencial” durante la pandemia COVID-19. Andrew Bremberg escribió una carta muy clara donde decía: “Esta es una perversión del sistema de derechos humanos y de los principios fundacionales de las Naciones Unidas”.

Acusó a los expertos de la ONU de ignorar los continuos abusos contra los derechos humanos cometidos por el Partido Comunista Chino en Xinjiang, incluido el aborto forzado, la esterilización forzada y el control de la natalidad forzada. “Se trata de abusos reales contra los derechos humanos, que implican a millones de mujeres y niñas y su salud, a escala industrial, dirigida a una minoría étnica y religiosa vulnerable”, dice la carta al grupo de trabajo.

Es de agradecer que alguien se declare de manera clara contra el aborto. Alguien que es oído en las Naciones Unidas. Ante la pretensión de la ONU de calificar el aborto como esencial, habrá muchos que hayan puesto el grito en el cielo, pero ya sabemos que ese grito en el cielo no lo oyen los que tiene capacidad de decidir. Por eso, la intervención de Andrew Bremberg es muy importante, porque a él sí le van a oír.

La carta se quejaba del doble rasero del sistema de derechos humanos de la ONU. Todos los órganos de las Naciones Unidas que se ocupan de los derechos humanos, incluido el Secretario General, el Consejo de Derechos Humanos y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, “han mantenido notablemente silencio sobre este tema, aun cuando encuentran amplias oportunidades de opinar sobre asuntos de interés político interno estadounidense”, lamentó el Embajador Bremberg.

Y dijo también que la injerencia del grupo de trabajo en la política del aborto interno de Estados Unidos era un ejemplo de por qué tanta gente ve el sistema de derechos humanos de las Naciones Unidas como “absolutamente roto”. “Si realmente les preocupa la integridad del sistema de derechos humanos de las Naciones Unidas”, concluye la carta, “les instamos a reconsiderar el enfoque que les ha llevado a usted y a sus colegas a este triste punto, tan lejos del noble propósito para el que se fundó esta institución hace 75 años”.

Siempre queda la duda de hasta qué punto estas palabras tienen que ver con la campaña electoral de Trump, pero el hecho es que hoy en día hay muy pocos gobiernos o muy pocos personajes públicos que sean capaces de situarse de un modo tan claro contra el aborto. Suena a perversión de la peor calaña que lo que se pretenda aprobar descaradamente, no es ya la posibilidad de que en algunos casos se practique el aborto, sino que se apruebe como un derecho, que se mantenga como una necesidad, como si fuera una solución de algún tipo ante la pandemia del COVID 19.

Que en tantos países, en tantos ambientes, esto se vea como lo más natural, no deja de ser una manifestación de hasta qué punto los planteamientos morales y religiosos de grandes ámbitos internacionales están totalmente corrompidos. Y ante esas tendencias no queda otra cosa que hablar, que hacer el ambiente que sea preciso para sensibilizar a muchas personas que pueden votar en contra de medidas de este estilo.

 

 

 

 

 

 

Ángel Cabrero Ugarte