Belén

 

Navidad: ¿una historia verdadera?

 

¿Jesús ha nacido realmente en un establo rodeado de pastores? El Padre Jacques Nieuvarts, biblista, asuncionista, responde a las preguntas de Sophie de Villeneuve.

 

 

15 mar 2020, 21:26 | La Croix


 

 

 

 

 

A algunos les cuesta creer en esa maravillosa historia de un nacimiento entre un asno y un buey… ¿Es verdaderamente así como ha nacido el Hijo de Dios? ¿De verdad los reyes magos han venido a ofrecerle regalos? ¿Qué dicen exactamente los textos?

San Juan abre su evangelio con estas palabras misteriosas: "En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios". Yo creo que san Juan anuncia que, en el fondo, el nacimiento de Jesús es un misterio. En el evangelio de Marcos, nos encontramos casi inmediatamente a las orillas del Jordán, en el momento del bautismo de Jesús. Sólo los primeros capítulos de los evangelios de Mateo y de Lucas, llamados también relatos de la infancia, nos hablan del nacimiento de Jesús. El de Lucas se centra en María. Después de la aparición del ángel a Zacarías que le anuncia el nacimiento de Juan Bautista, Isabel encuentra a María, las dos en un colmo de felicidad, pues María acaba de recibir la visita del ángel que le anuncia el nacimiento de Jesús.

 

Entonces, ¿no todos los evangelios cuentan el nacimiento de Jesús?

No, solamente Mateo y Lucas, y lo hacen de manera muy diferente, estando de acuerdo en lo esencial.

 

¿Qué es lo esencial?

Que Jesús es hijo de Dios, concebido por el Espíritu Santo, nacido de la Virgen María. Esto es lo que dicen los textos. También dicen que Jesús es de la estirpe de David, lo que es muy importante, pues Jesús es el heredero de toda la esperanza mesiánica que recorre la Biblia.

 

¿Los textos son también muy precisos sobre las condiciones del nacimiento de Jesús?

Sí. El evangelio de Lucas habla de Nazaret y de Belén, pero el asno y el buey no están en los evangelios, han salido de la intuición de san Francisco de Asís, para decir hasta qué punto Jesús ha llegado en la humildad. Jesús nace en Belén, dice Lucas, en el curso de un empadronamiento, en un lugar aparte, porque en la posada había demasiada gente. Mateo dice pocas cosas: que el ángel se le ha aparecido a José para decirle que acoja a María, que lleva en ella un hijo que viene del Espíritu Santo.

 

¿Es verdad que no había nadie que les acogiera?

El papa Benedicto XVI ha publicado un libro en el que pide que se reciba lo que se dice en los Evangelios como una realidad profunda, lo que en la fe es factualmente verdad. Los historiadores tienen una mirada mucho más crítica. Es claro que Jesús ha nacido probablemente en el año 6 de nuestra era. Pero ha nacido en medio de los pastores, que son los pobres de los pobres, que corren a adorar al niño y son sus mensajeros. El mensaje de Jesús pasa por la voz de los pobres. Mateo, moldeado de Escritura, describe a Jesús como un nuevo Moisés. Jesús es amenazado por Herodes, y Dios pide a José que tome al niño y que vaya a Egipto. Nada prueba que la sagrada familia, históricamente, haya ido a Egipto, pero los evangelios, diciéndolo, nos invitan a entender que Jesús es el nuevo Moisés.

 

¿Y los magos, que siguen su estrella y vienen de muy lejos?

En el libro de los Números, en los capítulos 22-25, encontramos la historia de Balaán, un astrólogo, un adivino que leía en los astros, al que un rey pagano llama para que maldiga a Israel. Balaán no lo hace, diciendo: «Veo su estrella que se levanta», y se deja llevar a un verdadero anuncio mesiánico. Esta historia impregna el texto de Mateo, así como el libro de Isaías, y se ve que entreteje las Escrituras de manera muy precisa. Teje un verdadero tapiz que nos muestra que, apenas nacido, Jesús ya es amenazado de muerte. Y mientras las gentes de Jerusalén, que leen las Escritura, no se mueven, estos magos venidos de ellos, ellos sí vienen a adorar a Jesús.

 

Pero ¿han venido de verdad?

Yo creo que la fuerza de estos textos es que son una afirmación teológica, que encontramos en nuestros pesebres, donde hemos añadido a los camellos. En el salmo 72 se dice que para venir al rey elegido por Dios, se cabalgarán camellos cargados de dones. Es lo que hacen los magos. Podemos creer también que es rigurosamente verdad. No se puede afirmar históricamente, pero es una manera de leer el Evangelio que se enraíza en la fe y dice quién es Jesús.

 

Si he entendido bien, aunque no se sepa si todo eso es verdad en los hechos, en el fondo no es grave. ¿Lo importante para nuestra fe es lo que eso significa?

Seguramente yo no diría eso de todo el Evangelio. El padre Benoît, que enseñaba en la Escuela Bíblica de Jerusalén, decía: «Los evangelios no han querido darnos historia, sino algo histórico». Los Evangelios nos hablan el lenguaje de las Escrituras para llevarnos más allá que la historia de los acontecimientos.

 

Y la famosa estrella ¿tiene un sentido?

Acabo de hablar de la historia de Balaán, escrita mucho antes del nacimiento de Jesús, que ve la estrella levantarse. En tiempos de Jesús, se hablaba de un astro que se eleva por un nacimiento extraordinario, el de un emperador, por ejemplo. Mateo no habla de un emperador, sino del Hijo de Dios. Habla con el lenguaje de las Escrituras. Algunos investigadores se han preguntado si había pasado algo en ese momento, y se ha encontrado una conjunción de estrellas particular. Pero lo que dicen los Evangelios es mucho más profundamente verdad que la realidad factual de un acontecimiento: encontrar a Jesucristo salvador es esencial para todos nosotros. Esto trastorna mi vida y la de cada uno de nosotros. Es una fuente de esperanza.

 

¿Lee usted estos textos cada Navidad con tanta pasión?

Con tanta pasión, con una lectura ingenua. Los leo como un niño, con toda mi experiencia de exégeta que me dice que hay otra manera de comprenderles. Pienso que la actitud creyente consiste en sobreponer las dos, para dejar a las Escrituras, de las que estos textos están saturados, remontar a través de ellos y nutrir nuestra fe.

 

Entonces, puede uno dejarse mecer, sin problemas, por la cuna, el asno, el buey, los reyes magos…

El niño que oye estos textos los comprende magníficamente, y esto le lleva al núcleo del encuentro con Cristo. Cuando se les lee como un adulto, se es llevado a poner en práctica la inteligencia, con el corazón. Pero, en la noche de Navidad, dejo que el corazón trabaje detenidamente, dejando que la inteligencia me advierta dulcemente.