Cáritas | Análisis y reflexión • 12/12/2019

 

COP25: mucho más que una cumbre climática

 

Con su participación, Cáritas llama a la unidad, la solidaridad y la justicia

 

 

Por Adriana Opromolla, responsable de Seguridad Alimentaria y Cambio Climático de Caritas Internationalis.


 

 

 

 

Poco más que un mes desde el cierre del Sínodo para la Amazonía, la comunidad católica mundial se ha animado a acompañar otra gran cumbre que, a punto de finalizar, decidirá sobre el futuro del planeta y de la humanidad. La Confederación Cáritas ha participado en esta COP25 con el espíritu del Sínodo y teniendo sus llamamientos siempre enfocados en América Latina.

Caritas Internationalis ha estado trabajando en la cuestión del cambio climático durante mucho tiempo, siempre desde su misión de construir la justicia en solidaridad con los más pobres y defender sus derechos y su dignidad a través del empoderamiento.

Nuestro rol de incidencia política es, por consecuencia, llevar la voz de los afectados por el cambio climático hacia las instituciones nacionales e internacionales, desafiándolas a adoptar políticas que promuevan la justicia climática y social, los derechos humanos y el desarrollo sostenible.

 

El clima es un bien común

El clima nos pertenece a todos y preservarlo es uno de los principales desafíos de la humanidad. Hasta nuestros días las Cumbres no han establecido transformaciones profundas e irreversibles, por lo que, acorde al actual modelo económico, los Estados crean sus propias estrategias de mitigación del calentamiento global, las cuales quedan muy por debajo del nivel de ambición necesario.

La COP25 es la oportunidad de aumentar los esfuerzos y renovar todos los compromisos con el objetivo de contener el calentamiento global dentro de los 2 grados, meta que estableció el Acuerdo de París de 2015.

Madrid ha sido, por tanto, escenario de un nuevo debate sobre las comunidades y las personas desplazadas por efecto del cambio climático, y sobre cómo deberían ser compensadas. Desde Cáritas esperamos que esta COP25 sea el espacio donde se acuerde el aumento del apoyo financiero para estas personas y se adopten reglas para que los fondos lleguen de forma eficaz a los más necesitados.

 

¿Cuál debería ser el papel de la Iglesia para convertirse en un líder del cambio climático?

El liderazgo de la Iglesia ya existe. Afirmo esto porque me acuerdo claramente que en el proceso que llevó hasta el acuerdo de París en el 2015, la palabra y la enseñanza del Papa Francisco se solicitaba por todos lados y era impresionante observar esta atención hacia la Iglesia católica.

En ese tiempo la Laudato si’ tuvo un gran peso en la formación del consentimiento político que permitió la conclusión del acuerdo de París y a día de hoy, la Iglesia es un líder ético y moral, reconocido mundialmente y capaz de despertar el sentimiento de compromiso político de los Estados. Es necesario, por tanto, que la Iglesia haya acompañado los debates y negocios políticos llevados a cabo en la COP25 celebrada en Madrid. Pero la parte más importante es escuchar, aprender y dialogar con los demás actores para lograr el bien común.

 

¿Cómo pueden los creyentes sumar a esta responsabilidad?

Todos estamos llamados a la conversión ecológica, como la encíclica Laudato si’ y el Sínodo nos proponen. Pero no solo en público, sino también en la vida de cada uno de nosotros y nosotras, porque es realmente necesario un cambio de mentalidad que venga desde dentro, y que se adhiera al llamado, pero de forma libre.

Podemos, por ejemplo, escoger una vida sobria, respetuosa con el medio ambiente, limitar nuestros gastos y no despilfarrar. Pero hay muchas maneras de que cada persona contribuya a la causa del cuidado de nuestra casa común, comenzando siempre por nuestro entorno directo.