Colaboraciones

 

Ecomagnicidio o el poder de la armonía

 

 

04 diciembre, 2019 | por Jordi-Maria d’Arquer


 

 

 

¡Quién hay que no sea ecologista! ¿Trump? Desengáñate, que él ni nadie te enrede. Quítale el oxígeno, y verás como él también lo es. Porque el ser humano está tan maravillosamente bien hecho que responde a los estímulos de manera admirable. El problema está en que se instala fácilmente en su poltrona o en el sillón para la siesta, y hasta que no le ve las orejas al lobo no se levanta.

Pero fíjate. Tan bien hechos estamos, que podemos elegir entre el sí y el no, en defender o atacar, en odiar o amar. Es la libertad, que el mismísimo Cervantes exaltaba: “La libertad es el don más precioso que a los hombres dieron los cielos”. En efecto, la libertad es el mayor regalo que Dios nos ha hecho, y prefiere perdernos porque nos separemos de Él, que obligarnos a hacer nuestro cometido. Pues, como sabes bien, tú, como todo ser humano cabal, quieres siempre y en todo momento poder elegir. La libertad. Lo que no debes olvidar jamás es que la libertad está en saber elegir el bien mayor entre todas las alternativas que te ofrece tu naturaleza humana, que radica en la animal. Este es el motivo por el que hay tantos hombres y tantas mujeres que en su vida responden como un animal. Para poder evitarlo es imprescindible el uso de tus facultades superiores, entre ellas el raciocinio.

No, no. No me seas un raquítico razonablejo tampoco. En nuestro mundo occidental, más que nunca, el raciocinio está de bajada. Para experimentarlo, basta que le vayas a una persona con aires meditabundos y verás lo fácil que es que se te aparte para siempre. La noticia está en que no es porque no quieran ni sepan razonar que no te hacen caso; el eje nuclear de la cuestión, el engranaje, está en que piensan en imágenes. Hemos sido educados –y más, los más jóvenes- en imágenes. Y no olvides lo que dice el proverbio: “Una imagen vale más que mil palabras”. Así que quizás no es que no quieran elegir el bien mayor, sino que no pueden –porque no saben- llegar a entenderlo si les hablas con la razón. ¿Quieres comprobarlo? Prueba a ver a hablarles con imágenes. Ahí tendrás, pronto, el pescado que tanto esperabas en otros anzuelos. La imagen los ha captado.

¡Armonía! ¡Otra palabreja, otro concepto en declive! No obstante, ya ves el éxito que tiene la búsqueda de la armonía en el universo de la reaccionaria Nueva Era. Pareciera que no desean otra cosa. Y a esa conclusión, o, más bien, necesidad han llegado como consecuencia de llegar al final de un camino y encontrarse con que estaban en un callejón sin salida, con la orejas del lobo allí despuntando. Y el lobo está aquí, ya casi, ante propios y extraños. Y nos enseña sus dientes.

¿Cabe hablar, pues, de un retorno a la conciencia ecológica? Háblales a Trump y a los que piensan como él en imágenes que le muestren la cruda realidad de que el planeta está llegando a su saturación, y que nos muestre a todos que pronto saltará al colapso. Muévele las orejas al lobo, ponle el lobo delante, amenázale el bienestar al comodón, y verás cuán pronto se levantan todos de la poltrona y den por finalizada su siesta en el sofá.

Así es. La realidad se impone. Ha llegado el momento en que has de vestir sabiamente la imagen con el razonamiento, en busca de una todopoderosa armonía, que existe si sabes combinarlas con maestría. Pues, en definitiva, podremos concluir, lo que nos faltaban eran maestros. ¿O santos?