Tribunas

¿Por qué mataron a Vincent Lambert?

 

 

Ernesto Juliá


 

 

Y digo “mataron”, porque cualquier otra palabra para designar lo que ha ocurrido, no pasa de ser un eufemismo.

Hasta ahora, y en años relativamente cercanos a nosotros, se habían dado situaciones semejantes. Los médicos habían mantenido la alimentación y la hidratación del enfermo, y al cabo de un tiempo, de años, algunos enfermos se levantaron y caminaron; otros murieron.

De la situación de Vincent se ha hecho eco una buena parte de los medios de comunicación europeos y americana. Un hombre que víctima de un accidente en 2008, estaba viviendo desde entonces en un estado de cierta consciencia. No estaba en estado terminal y no padecía una enfermedad incurable”. Ante esta situación, la pregunta surge inmediata: ¿Por qué lo mataron quitándole la alimentación y la
hidratación?

¿Por razones económicas? ¿Acaso un país como Francia no puede mantener un tratamiento normal para un caso semejante, sin que se desequilibre el presupuesto?

¿Por razones humanitarias? El enfermo no sufría. Además, si hay que matar a todo el que sufre de una manera o de otra, tendríamos que matarnos los unos a los otros casi todos los mortales.

Un caso semejante viene a ser como aplicar una condena a muerte a una persona que, sin haber cometido ningún delito, ha cometido el “delito” de haber sufrido un accidente y quedarse en coma, enfermo.

Nadie, tampoco, había pedido que se le adelantara la muerte, eutanasia, y él, por supuesto tampoco; y vaya dicho esto a la vez que subrayo el mal en sí mismo que es la eutanasia. Sus padres estaban a su lado, cuidándole con cariño y manteniendo la firme esperanza de recuperar a su hijo un día.

¿Hemos llegado a un Estado tan totalitario, ahora que se pretende que “todo es política”, que puede disponer a su antojo de la vida de los ciudadanos?

Por desgracia, tengo la impresión de que el problema que late debajo de un asesinato semejante es mucho más serio y más profundo.

En unos momentos en lo que se pretende producir seres humanos a la medida -¿a la medida de quién?-, y que se pretende que cada uno escoja el momento de su muerte. En unos momentos en los que se pretende que la libertad de cada uno sea el faro de sí misma; y no que cada uno elija libremente, porque le da la gana, hacer el bien o el mal; y se pretende, además, que cualquier cosa que haga la libertad esté más allá del bien y del mal. En momentos semejantes, se entiende el asesinato de Vincent Lambert.

El hombre quiere sustituir a Dios en el manejo de la creación, y de manera particular, en el manejo de la criatura en la que Dios ha puesto todo su amor al crearla a “Su imagen y semejanza”. Y porque Dios ama a sus criaturas, se ha reservado el derecho de llamarlas a la vida terrena y a la muerte, a la vida eterna, en el momento en el que Él considere más oportuno.

Al querer dominar la vida y la muerte de sí mismo y de sus semejantes, el hombre solo alcanza a descubrir –si no se venda los ojos- la miseria, el vacío, la nada de sí y de su existencia; y se quiere quitar de la vista el fantasma de la Muerte; por eso mata.

El asesinato de Vincent Lambert es una clara manifestación del rechazo del hombre del Amor de Dios; de haber perdido la confianza en su Creador, y Padre.

 

Ernesto Juliá Díaz
ernesto.julia@gmail.com