Tribunas

Una charla de don Mariano Fazio

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

Me contaron hace unos días que una parroquia madrileña, en un reciente peregrinación con jóvenes a Roma, organizó una serie de conferencias formativas. Una de ellas la pronunció el Vicario General del Opus Dei, don Mariano Fazio Fernández, a quien desde hace muchos años, allá de la época salmantina, recuerdo con afecto.

Pues hete aquí que el organizador de esa peregrinación, y en no menor medida de la pastoral juvenil de la citada parroquia, -que es mucha y muy activa-, grabó la intervención, la transcribió, la envió a su autor, y ahora se ha publicado en un folleto con el título “Transformar el mundo desde dentro”(Palabra).

La conferencia me parece una síntesis de lo que se puede decir, en poco tiempo, a los jóvenes sobre lo esencial cristiano.

Parte de una pregunta elemental: “¿Cómo podemos transformar el mundo para hacerlo más acorde con los “sueños” de Dios?”.

Y la respuesta tiene una condición previa: “Pero antes de hacerlo, es necesario enunciar una condición previa: para mejorar cualquier realidad es imprescindible mirarla con ojos de amor”.

A partir de este momento, don Mariano utiliza un esquema clásico, amar-conocer-lo que nos impide amar-lo que nos impide conocer -las enfermedades culturales-: el individualismo, el hedonismo, el relativismo.

Patologías que ponen en peligro, en la cultural actual, a la persona. Y que adquieren forma de sistema en la ideología de género, el transhumanismo y el biocentrismo.

Pero lo que más me ha gustado de lo que dijo don Mariano es el capítulo en el que invita a los jóvenes a ser un “influencer” desde la coherencia de vida.

Y por cierto que aquí, nuestro autor, utiliza a Kieerkegard y su denuncia de una religiosidad sociológica y cultural, oficialmente cristiana, que alejaba más que acercaba el encuentro con Cristo.

Para fundamentar la necesidad de “influencers” en el mundo, tenemos la doctrina del beato, pronto santo, John Henry Newman, cuando hablaba del laicado que quería para la Inglaterra del XIX y cuando advertía que “si la batalla se acerca, hay que permanecer sobre vuestro terreno, no sobre el terreno de los otros. Cuidaros de vosotros mismos. Que os vean ahí donde sois conocidos. Haceros conocer cada vez más vosotros mismos y vuestra religión, pues vuestra victoria está en ese conocimiento. La verdad saldrá a la luz, la verdad es poderosa y prevalecerá”.

Un modelo de charla propedéutica para los jóvenes de hoy que, sin duda, dará que hablar.

Por cierto, la parroquia madrileña a la que me he referido al principio es Santa María de Caná. Sí, la de Pozuelo.

 

José Francisco Serrano Oceja