Colaboraciones

 

Reventón, o borrón y cuenta nueva

 

 

08/10/2018 | por Jordi-Maria d’Arquer


 

 

El pecado de omnipotencia del ser humano actual lo lleva de cabeza a multiplicar por miles su fragilidad. Frágil en todo: en lo público y lo privado, lo profesional y lo personal… ¡En todo! Conforme avanza su separación de Dios, se enfrenta con la propia Naturaleza, que como es evidente y aunque él no quiere reconocerlo, le puede, y va demostrándose que esa pretendida omnipotencia no es más que una quimera, tras la cual corre cada vez más desgañitado, con un jadeo cada día más evidente. Pobreza extrema, desigualdad, ecología, divorcio, droga, desintegración de la familia, relativismo en lo ético y en la sopa. Para enredar y distraer lo más posible a ese ser infantil que no deja de serlo desde que entra en el parvulario, se le ponen delante como zanahorias ante el burro de carga ídolos que encarnan el espíritu del tiempo, con toda su parafernalia: éxito, dinero, fama…, ¡no falta nada! Y el burro va tirando del carro que cree suyo, cuando en realidad es la quimera que solo favorece a cuatro gatos que viven a todo tren, con casas, bancos, tierras… de lo que se habla y sobre todo de lo que no; todo cada día más volátil, amenazando a cada instante con reventar y saltar por los aires y quedar como dominio absoluto de un Señor del Mundo que solo favorecerá (bajo condición rendida) a sus mangantes. El ciudadano de a pie ya no se cree semejante galimatías, pero juega. ¡Pompas de jabón! ¡Burbuja múltiple de múltiples facetas! ¡Bluf! –Ni se supo-. Enciendes la tele y todo es vanidad y vacío. ¿Quién es el guapo que da la cara? No para explicar sus fantasías (de todo tipo y color, entre las que destacan las sexuales, cuanto más retorcidas mejor); ni en su grupito, no; ¡cada uno, con justicia, donde le toque!, en el día a día. Una política como la que reclaman estos tiempos. Políticos que se dejen de historias (que no son más que facetas de la misma burbuja de la que hablamos), y den la cara por la Verdad, agarrados a ella y solo a ella, y desplieguen las acciones que está demandando este planeta cada día más pequeño y más frágil… y más putrefacto. Hay que salir a los cuatro vientos y refrescar tanto dolor que se extiende por doquier, con acuerdos a diestro y siniestro, no solo para mantener y seguir calentando el propio sillón. Me pregunto: ¿tan grave es el sarao que hay montado que nadie osa levantar un dedo por miedo a que el invento reviente? Si es así, será mejor borrón y cuenta nueva, lo que no significa reventarlo, sino reconocer el propio error, rectificar y construir sobre roca, antes de que reviente. Y cada uno en su lugar. Será mejor.