Servicio diario - 23 de mayo de 2018


 

Confirmación: Nuevo ciclo de catequesis en la audiencia general
Rosa Die Alcolea

El Papa a los peregrinos de lengua española: "Ser dóciles al Espíritu Santo"
Rosa Die Alcolea

Audiencia general, 23 de mayo de 2018 — Texto completo
Redacción

Audiencia: Francisco llama a los matrimonios a "valorar la oración del rosario"
Rosa Die Alcolea

El Papa recibió a José Luis Rodríguez Zapatero en el Vaticano
Rosa Die Alcolea

Perú: Colecta nacional para ayudar a Venezuela
Rosa Die Alcolea

Discípulos del Señor en China: La Iglesia reza "con vosotros y por vosotros"
Rosa Die Alcolea

Chile: Tiempo de diálogo y renovación
Redacción

Mons. Felipe Arizmendi: "Es tiempo de rehabilitar la política
Felipe Arizmendi Esquivel

Beato Luis Zeferino Moreau, 24 de mayo
Isabel Orellana Vilches


 

 

23/05/2018-09:35
Rosa Die Alcolea

Confirmación: Nuevo ciclo de catequesis en la audiencia general

(ZENIT — 23 mayo 2018).- En la confirmación, Cristo "nos colma con su Espíritu" y "nos consagra como testigos suyos, nos hace partícipes de su misma vida y misión", ha anunciado el Papa Francisco en la audiencia general.

Hoy, el Santo Padre ha iniciado un nuevo ciclo de catequesis del sacramento de la Confirmación, en la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro, la mañana de miércoles, 23 de mayo de 2018, tras finalizar las reflexiones sobre el Bautismo.

 

Testimonio cristiano

Francisco ha explicado en castellano —tras pronunciar la catequesis completa en italiano— que "el testimonio cristiano consiste en hacer todo lo que el Espíritu de Cristo nos pide, dándonos su gracia para cumplirlo".

En este sentido, el Pontífice ha descrito que el sacramento se llama así porque "confirma el Bautismo y robustece la gracia bautismal".

Se llama también crismación —ha matizado—, porque con la unción del crisma se recibe al Espíritu Santo, "para que el cristiano se conforme cada vez más a Cristo y se comporte siempre como hijo de Dios".

 

Impulso misionero

Los Apóstoles, sobre los cuales descendió con su fuerza el Espíritu Santo el día de Pentecostés, recibieron el impulso misionero de "entregar sus vidas por la santificación de los hombres, para gloria de Dios" ha indicado el Pontífice.

Cristo fue ungido por el Espíritu Santo —ha recordado Francisco— y toda su vida estuvo animada por el Espíritu; de la misma manera, la vida de la Iglesia, y de cada uno de nosotros, ha de estar guiada por el mismo Espíritu.

 

 

23/05/2018-09:59
Rosa Die Alcolea

El Papa a los peregrinos de lengua española: "Ser dóciles al Espíritu Santo"

(ZENIT — 23 mayo 2018).- "Pidamos a la Virgen María que nos ayude a ser dóciles al Espíritu Santo", es el mensaje que el Papa Francisco ha dejado en la audiencia general a los peregrinos de lengua española.

Coincidiendo con el comienzo de un nuevo ciclo de catequesis sobre el sacramento de la Confirmación, Francisco ha saludado de nuevo a los visitantes procedentes de España y de América, en la audiencia general celebrada esta mañana, 23 de mayo de 2018.

Con el recuerdo todavía reciente de la pasada fiesta de Pentecostés, el Papa ha animado a los peregrinos de lengua castellana a pedir a la Virgen que seamos dóciles al Espíritu, "para que sepamos dar a nuestro alrededor un testimonio vivo de santidad y amor, entregándonos en todo momento al bien de los demás".

 

 

23/05/2018-13:08
Redacción

Audiencia general, 23 de mayo de 2018 —Texto completo

(ZENIT — 23 mayo 2018).- "Si en el Bautismo es el Espíritu Santo quien nos sumerge en Cristo, en la Confirmación es Cristo quien nos llena de su Espíritu" —ha expresado el Papa— consagrándonos como "testigos suyos".

Francisco ha iniciado en la audiencia general, este miércoles, 23 de mayo de 2018, un nuevo ciclo de catequesis sobre la Confirmación, ante miles de peregrinos procedentes de todo el mundo, congregados en la Plaza de San Pedro.

El Papa se ha centrado en el testimonio cristiano; Fragmento bíblico: Evangelio de san Lucas 4,17-18), ha señalado la Oficina de Prensa del Vaticano.

Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes procedentes de todo el mundo. Después ha lanzado un llamamiento invitando a la oración por los católicos de China. La audiencia general ha terminado con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica.

Sigue el texto de la catequesis completa del Papa Francisco, pronunciada en italiano en la audiencia general:

***

 

Catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Después de la catequesis sobre el Bautismo, estos días que siguen a la solemnidad de Pentecostés nos invitan a reflexionar sobre el testimonio que el Espíritu suscita en los bautizados, poniendo sus vidas en movimiento, abriéndolas al bien de los demás. Jesús confió a sus discípulos una gran misión: “Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 13-16). Estas son imágenes que nos hacen pensar en nuestro comportamiento, porque tanto la falta de sal como su exceso vuelven poco apetecible la comida, así como la ausencia y el exceso de luz nos impiden ver. El que puede hacernos realmente sal que da sabor y conserva de la corrupción y luz que ilumina el mundo es solo el Espíritu de Cristo. Y este es el don que recibimos en el Sacramento de la Confirmación o Crismación, sobre el que deseo detenerme y reflexionar con vosotros. Se llama “Confirmación” porque confirma el Bautismo y refuerza su gracia (véase Catecismo de la Iglesia Católica, 1289); así como “Crismación“, porque recibimos el Espíritu a través de la unción con el “crisma” –aceite mezclado con fragancias consagrado por el obispo – un término que se refiere a “Cristo”, el ungido del Espíritu Santo.

Renacer a la vida divina en el Bautismo es el primer paso. Por lo tanto es necesario que nos comportemos como hijos de Dios, es decir, que nos conformemos al Cristo que obra en la santa Iglesia, dejándonos involucrar en su misión en el mundo. Esto es lo que otorga la unción del Espíritu Santo: “ Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro” (véase Secuencia de Pentecostés). Sin la fuerza del Espíritu Santo no podemos hacer nada: el Espíritu es el que nos da fuerzas para ir adelante. Como toda la vida de Jesús estuvo animada por el Espíritu, así también la vida de la Iglesia y de cada uno de sus miembros está bajo la guía del mismo Espíritu.

Concebido por la Virgen por obra el Espíritu Santo, Jesús emprende su misión después de que, salido del agua del Jordán, es consagrado por el Espíritu que desciende y permanece sobre Él (cf Mc 1,10; Jn 1:32). Él lo declara explícitamente en la sinagoga de Nazaret. ¡Es hermoso como se presenta Jesús, cual es el carnet de identidad de Jesús en la sinagoga de Nazaret! Escuchemos como hace: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva”(Lc4, 18). Jesús se presenta en la sinagoga de su pueblo como el Ungido, El que ha sido ungido por el Espíritu.

Jesús está lleno del Espíritu Santo y es la fuente del Espíritu prometido por el Padre (Jn 15, 26; Lc 24, 39; Hch 1, 8, 2.33). En realidad, en la noche de Pascua el Resucitado sopló sobre los discípulos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn 20,22); y en el día de Pentecostés, la fuerza del Espíritu desciende sobre los Apóstoles de forma extraordinaria (véase Hechos 2: 1-4), como sabemos.

El “Respiro” de Cristo resucitado llena los pulmones de la Iglesia de vida y, en efecto, las bocas de los discípulos, “llenos del Espíritu Santo”, se abren para proclamar a todos las grandes obras de Dios (véase Hechos 2: 1-11).

Pentecostés – que celebramos el domingo pasado- es para la Iglesia  lo que para Cristo fue  la unción del Espíritu recibida en el Jordán; es decir, Pentecostés es  el impulso misionero a consumir la vida por la santificación de los hombres, para gloria de Dios. Si en todo sacramento obra el Espíritu, de manera especial es en la Confirmación en el cual “los fieles reciben como don el Espíritu Santo ” (Pablo VI, Const. ap., Divinae consortium naturae). Y en el momento de efectuar la unción, el obispo dice estas palabras: “Recibe al Espíritu Santo que te ha sido dado en don”: es el gran don de Dios, el Espíritu Santo. Y todos nosotros llevamos al Espíritu dentro. El Espíritu está en nuestro corazón, en nuestra alma. Y el Espíritu nos guía en la vida para que nos convirtamos en sal justa y luz justa para los hombres.

Si en el bautismo es el Espíritu Santo quien nos sumerge en Cristo, en la Confirmación es Cristo quien nos llena de su Espíritu, consagrándonos como testigos suyos, partícipes del mismo principio de vida y de misión, según el diseño del Padre celestial. El testimonio que dan los confirmados manifiesta la recepción del Espíritu Santo y la docilidad a su inspiración creativa. Yo me pregunto: ¿Cómo vemos que hemos recibido el Don del Espíritu? Si realizamos las obras del Espíritu, si pronunciamos palabras enseñadas por el Espíritu (véase 1 Cor 2:13). El testimonio cristiano consiste en hacer solo y todo lo que el Espíritu de Cristo nos pide, otorgándonos la fuerza  para hacerlo.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

23/05/2018-16:34
Rosa Die Alcolea

Audiencia: Francisco llama a los matrimonios a "valorar la oración del rosario"

(ZENIT — 23 mayo 2018).- "Encomiendo en particular a Nuestra Señora a los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados ??que están presentes aquí hoy", ha dicho el Papa Francisco en la audiencia general.

En la mañana del miércoles, 23 de mayo de 2018, el Santo Padre les ha dirigido un saludo desde la plaza de San Pedro.

En esta ocasión, el Papa ha exhortado a todos a "valorar la oración del santo rosario" en este mes de mayo. "Invoquemos la intercesión de María, para que el Señor conceda paz y misericordia a la Iglesia y al mundo entero", les ha invitado Francisco.

 

 

23/05/2018-09:08
Rosa Die Alcolea

El Papa recibió a José Luis Rodríguez Zapatero en el Vaticano

(ZENIT — 23 mayo 2018).- El Santo Padre recibió a José Luis Rodríguez Zapatero, ex presidente del Gobierno de España, en la mañana del 22 de mayo de 2018, en la Santa Sede.

La Oficina de Prensa del Vaticano solo informó del encuentro, sin indicar de qué temas hablaron durante la audiencia.

El pasado domingo, 20 de mayo, se llevó a cabo la "deslegítima realización" de las elecciones presidenciales —según califican los obispos de Venezuela—, celebrada el pasado domingo, 20 de mayo de 2018, con una victoria de Nicolás Maduro, contando solo con el apoyo del 29% del censo electoral.

El líder socialista Rodríguez Zapatero participó en dichas elecciones como "acompañante internacional", desempeñando la misión de "observador electoral", invitado por Nicolás Maduro, cuyo partido es el 'Partido Socialista Unido de Venezuela'.

 

 

23/05/2018-17:27
Rosa Die Alcolea

Perú: Colecta nacional para ayudar a Venezuela

(ZENIT — 23 mayo 2018).- La Conferencia Episcopal Peruana (CEP) ha convocado una colecta nacional solidaria con el objetivo de recaudar fondos para ayudar a su país vecino, Venezuela, frente a la crisis humanitaria que actualmente.

En su tarea de "responder de manera solidaria y concreta" —señalan en un comunicado—los obispos de Perú llaman a colaborar económicamente el próximo domingo 3 de junio en la colecta nacional para recolectar fondos para este fin, en las iglesias y parroquias de todo el país.

Esta campaña solidaria se desarrollará el primer domingo de junio, y se realizará en esta única fecha durante la celebración de la Santa Misa, en sus diversos horarios. A través de esta colecta cualquier persona puede hacer su donación (en dinero) de manera voluntaria.

Es importante señalar —se añade en la nota informativa— que los Obispos de las diversas jurisdicciones eclesiásticas serán los encargados de supervisar el desarrollo de esta colecta extraordinaria.

 

Cuentas bancarias

De igual manera, la CEP, ha determinado dos cuentas bancarias para que toda persona pueda participar haciendo su donativo:

Cuenta ahorro Soles: 193- 34854865-0-32

Cuenta ahorro Dólares: 193- 34854869-1-36

 

 

23/05/2018-16:15
Rosa Die Alcolea

Discípulos del Señor en China: La Iglesia reza "con vosotros y por vosotros"

(ZENIT — 23 mayo 2018).- El Papa Francisco ha hecho un llamamiento a "unirnos espiritualmente a todos los fieles católicos que viven en China" con ocasión de la fiesta anual de la Santísima Virgen María "Auxilio de los cristianos", que se celebra mañana, 24 de mayo de 2018.

Esta festividad de la Virgen es venerada particularmente en el santuario de Sheshan, cerca de Shanghai, en China.

El Santo Padre invita a todos a rezar por los católicos chinos a Nuestra Señora, "para que puedan vivir su fe con generosidad y serenidad y puedan realizar actos concretos de fraternidad, concordia y reconciliación, en plena comunión con el Sucesor de Pedro".

 

Amor maternal

Asimismo, el Pontífice ha dirigido unas palabras a los "queridísimos" discípulos del Señor en China, ha indicado: "La Iglesia universal reza con vosotros —ha expresado— y por vosotros para que incluso en las dificultades sigáis confiando en la voluntad de Dios. Nuestra Señora nunca dejará de ayudaros y os custodiará con su amor maternal".

 

 

23/05/2018-17:51
Redacción

Chile: Tiempo de diálogo y renovación

(ZENIT – 23 mayo 2018).- Mons. Santiago Silva Retamales, Obispo Castrense de Chile y Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile (Cech) reflexiona sobre los últimos acontecimientos en relación a los abusos de poder, sexuales y de conciencia, que afectan a la Iglesia Católica en el país.

Del 15 al 17 de mayo, 34 obispos de Chile mantuvieron una serie de encuentros con el Santo Padre, en el Vaticano, tras los cuales, los prelados chilenos comunicaron públicamente que dejaban sus cargos pastorales en manos del Papa Francisco.

El editorial de Mons. Silva Retamales se publicó en la página de la Conferencia Episcopal de Chile el 21 de mayo de 2018. A continuación, ofrecemos el texto completo:

***

 

Editorial

Regresamos a Chile luego de cuatro fructíferos encuentros con el Papa Francisco. Si algo nos quedó claro de aquellas francas conversaciones es que la vida de obispos y sacerdotes no siempre corre por los cauces del Evangelio. Nos apartamos de ellos por nuestros errores y, lo que es más grave, por la comisión de delitos como los abusos de menores. Una vez más pedimos perdón, rogando con insistencia que los delitos se denuncien ante la justicia. ¡La Iglesia no es lugar para delinquir! Pero también nos quedó claro que muchas son las vidas de creyentes que dan testimonio del Evangelio, para quienes Cristo es germen de nueva humanidad.

Sin duda que serán los valores evangélicos y eclesiales los que nos permitirán la anhelada y urgente renovación. Pero tenemos que poner en el centro a Cristo y, desde él, el servicio generoso a las personas, particularmente a los más vulnerables y pobres.

En este tiempo, el más importante de los valores es la reparación a las víctimas en justicia y misericordia. Les confieso que todos los obispos vivimos junto al Papa el fuerte impacto del daño causado a ellas, nada fácil de sanar. Cuando hablamos de «vergüenza» lo hacemos con sinceridad, porque la Iglesia no fue constituida por Jesús para generar daño, y un daño de tal magnitud. Comprendo que muchos no den crédito al perdón que pedimos y al dolor que expresamos, pues no recuperaremos la confianza de un día para otro. Lo tenemos que demostrar con concretas acciones reparatorias.

Para nosotros es imprescindible conocer a fondo aquello del informe del obispo Scicluna que se refiere a documentos perdidos, a la calificación superficial de acusaciones, al retardo en la investigación, es decir, a todos los errores cometidos referidos a los abusos. Por la encarnación de Jesús sabemos «que sólo se redime lo que se asume». Pero para asumir, hay que conocer la realidad y aceptarla con humildad.

Qué importante es el valor de la contemplación serena de los hechos con el fin de no minusvalorar lo importante. A la contemplación debe seguir la penitencia por el mal causado. Luego, el don de la esperanza nos permitirá sumergirnos en la verdad, tanto en la propia como en la eclesial, gracias a la luz que arroja con fuerza la Palabra del Señor. La esperanza nos ayudará a no rumiar la desolación, sino a generar un empeño sostenido por hacer que todo sea nuevo. Asumir la realidad con esperanza nos permitirá un pastoreo desde nuestras flaquezas y pobrezas, no desde el poder y el elitismo. Así podremos construir vínculos que, animados por el Evangelio, cimenten una nueva cultura de ser Iglesia.

¿De qué sirven las buenas intenciones si todo sigue igual? En virtud del valor de la conversión personal y pastoral, central en la predicación de Jesús, nos corresponde a todos, particularmente a los obispos, animar un proyecto intenso y extenso de renovación eclesial. Y hay que comenzar por el diálogo. La Iglesia no la construyen los grupos de elite, porque ella es «el santo, fiel y sufrido Pueblo de Dios» en expresión del Papa. Todo el Pueblo de Dios, por tanto, tiene algo que decir sobre los abusos de menores, de poder y de conciencia, y sobre la misión a la que el Espíritu nos llama como Iglesia en esta cultura postmoderna. Es tiempo de generar un diálogo donde nadie se sienta excluido. Todos nos necesitamos en este «nuevo pentecostés» que esperamos vivir. Y ojalá que este diálogo no sea sólo intraeclesial y, por supuesto, que no se quede sólo en buenas intenciones, sino que genere realmente un proceso de renovación, buscando el compromiso de todos. Sólo como Pueblo de Dios que nos escuchamos entre todos, podremos discernir lo que el Espíritu dice a la Iglesia.

Para que esta renovación eclesial sea realidad hemos puesto con total disponibilidad nuestros encargos pastorales en manos del Papa. No se trata de huir, sino de colaborar. El Papa nos escribió luego: «Les agradezco la plena disponibilidad que cada uno ha manifestado para adherir y colaborar en todos aquellos cambios y resoluciones que tendremos que implementar en el corto, mediano y largo plazo, necesarias para restablecer la justicia y la comunión eclesial». Y mientras realiza los cambios necesarios, nos pidió ser una Iglesia profética: «Después de estos días de oración y reflexión los envío a seguir construyendo una Iglesia profética, que sabe poner en el centro lo importante: el servicio a su Señor en el hambriento, en el preso, en el migrante, en el abusado» (Carta del Papa a los obispos de Chile, 17 Mayo 2018).

Todo es obra de Dios, pero también tiene que ser nuestra, para lo que es imprescindible forjar un «corazón de discípulo misionero» que acepte sus caminos y suscite palabras y acciones proféticas que sean signos de la liberación que el Padre nos regala por Jesucristo.

 

+ Santiago Silva Retamales
Obispo Castrense de Chile
Presidente de la Cech

 

 

23/05/2018-10:15
Felipe Arizmendi Esquivel

Mons. Felipe Arizmendi: "Es tiempo de rehabilitar la política"

 

VER

Ante el ambiente tenso que vive el país por el proceso electoral, muchas personas menosprecian la política, como si fuera un permanente campo de batalla para enriquecimiento de unos cuantos, como si fuera una lucha para lograr un poder por tres o por seis años a costa de lo que sea, como si fuera una contienda por descalificar a los otros y presumir de sí mismo como la mejor opción. Por ello, según encuestas no muy remotas, son los partidos políticos los que, entre la población, tienen el menor crédito, la menor confianza.

Hay mucha gente sencilla de nuestro pueblo que aprovecha este tiempo de campañas electorales sólo como oportunidad de recibir regalos de los candidatos, aunque después ni siquiera se moleste por ir a votar. Otros sólo se fijan en qué ofrece un candidato, sin analizar su capacidad real de llevar a cabo lo que propone. Se ha degradado la política por la prevalencia del dinero, pues parece que gana el que más invierte en publicidad y en obsequios, no quien es mejor persona y quien garantiza una vida mejor para la mayoría.

Pareciera que los debates y las confrontaciones entre los contendientes a un puesto público sólo consistieran en demoler a los otros, en vez de dialogar y buscar consensos. Nadie tiene la verdad completa y absoluta; sólo Dios. Unos pueden aprender de los otros, si son humildes y sabios. Aunque digan que se copian propuestas, lo importante es el bien de la comunidad.

Es necesario rehabilitar la dignidad de la política, pues el desgaste de sí mismo para la vida digna del pueblo, es muy noble y encomiable. Un verdadero servidor público es digno de nuestra confianza.

 

PENSAR

El Papa Francisco, en un videomensaje dirigido a los participantes en un encuentro de católicos con responsabilidades políticas, promovido por el CELAM en Bogotá, expresó: "Estoy seguro que todos sentimos la necesidad de rehabilitar la dignidad de la política. Si me refiero a América Latina, ¡cómo no observar el descrédito popular que están sufriendo todas las instancias políticas, la crisis de los partidos políticos, la ausencia de debates políticos de altura que apunten a proyectos y estrategias nacionales y latinoamericanas que vayan más allá de las políticas de cabotaje! Además, con frecuencia el diálogo abierto y respetuoso que busca las convergencias posibles con frecuencia se sustituye por esas ráfagas de acusaciones recíprocas y recaídas demagógicas.

Falta también la formación y el recambio de nuevas generaciones políticas. Por eso los pueblos miran de lejos y critican a los políticos y los ven como corporación de profesionales que tienen sus propios intereses o los denuncian airados, a veces sin las necesarias distinciones, como teñidos de corrupción. Esto nada tiene que ver con la necesaria y positiva participación de los pueblos, apasionados por su propia vida y destino, que tendría que animar la escena política de las naciones.

Lo que es claro es que se necesitan dirigentes políticos que vivan con pasión su servicio a los pueblos, que vibren con las fibras íntimas de su ethos y cultura, solidarios con sus sufrimientos y esperanzas; políticos que antepongan el bien común a sus intereses privados, que no se dejen amedrentar por los grandes poderes financieros y mediáticos, que sean competentes y pacientes ante problemas complejos, que estén abiertos a escuchar y aprender en el diálogo democrático, que combinen la búsqueda de la justicia con la misericordia y la reconciliación.

No nos contentemos con la poquedad de la política: necesitamos dirigentes políticos capaces de movilizar vastos sectores populares en pos de grandes objetivos nacionales y latinoamericanos. Tenemos que encaminarnos hacia democracias maduras, participativas, sin las lacras de la corrupción, o de las colonizaciones ideológicas, o las pretensiones autocráticas y las demagogias baratas"(1-XII-2017).

 

ACTUAR

Con la oración también se hace buena política. Oremos al Espíritu Santo, para que nos ilumine y tomemos una buena decisión a la hora de votar, para que purifique a los candidatos de los vicios de una política inmadura y violenta, y para que los fortalezca en sus buenas opciones de servicio al pueblo.

 

 

23/05/2018-18:19
Isabel Orellana Vilches

Beato Luis Zeferino Moreau, 24 de mayo

«El buen prelado Moreau, amigo de los pobres, conocido también como el obispo santo, fue singularmente devoto del Sagrado Corazón de Jesús, de María y de José, devoción que se ocupó de difundir. Fue cofundador de las Hermanas de San José»

Nació en Bécancour, Quebec, Canadá, el 1 de abril de 1824. Sus padres eran humildes agricultores. Fue el quinto de trece hermanos; dos de ellos no sobrevivieron. Creció siendo un niño «inteligente, piadoso, modesto, apacible y pensativo». Pero al venir al mundo prematuramente, desde el principio le acompañó su mala salud. Esta deficiencia hizo que sus progenitores buscaran para él un futuro menos fatigoso que el derivado del trabajo en el campo. El párroco Charles Dion les aconsejó que lo destinaran al estudio. Y después de aprender las nociones básicas, en 1839 ingresó en el seminario de Nicolet. En una de sus visitas pastorales el arzobispo de Quebec, Joseph Signay, confirmó sus cualidades para ser ordenado. Pero casi a finales de 1845, año y medio más tarde de producirse este encuentro, la debilidad y estrés originado por unas clases que impartía mermaron sus escasas fuerzas y volvió a Bécancour para llevar una vida acorde con su situación, al amparo de la parroquia donde se propuso continuar los estudios eclesiásticos.

En 1846 no estaba completamente recuperado, y ello indujo a monseñor Signay a recomendarle que permaneciese con su familia y se olvidara del sacerdocio. Recibió esta noticia consternado. Su vocación era sólida, y sin arredrarse, fortalecido por la fe y en un estado de paz, elevó sus oraciones a Dios y actuó con firmeza. El párroco y formadores del seminario que lo conocían bien no lo abandonaron. Con cartas de recomendación viajaron a Montreal. Luís no tardó mucho en recibir la ayuda del obispo de la ciudad, monseñor Ignace Bourget, quien debiendo viajar a Roma se lo confió a Jean Charles Prince, su secretario y director de la escuela, que poco después sería designado primer obispo de Saint-Hyacinthe. Cuando Bourget regresó, anexionó a Luís al obispado. Prince y él pudieron constatar de primera mano las virtudes que adornaban al beato. Ambos fueron sus benefactores.

Fue ordenado el 19 de diciembre de 1846. Durante seis años estuvo al frente de distintas misiones que le dispusieron para poder asistir convenientemente a Prince en 1852 cuando se hizo cargo de la diócesis de Saint-Hyacintheen calidad de obispo. Fue secretario y canciller suyo. Tuvo en él a un gran maestro. Como discípulo aventajado, Luís aprendió de su sagacidad pastoral y se nutrió de sus enseñanzas, como después le ocurrió con los tres sucesores de este prelado. Fue párroco de la catedral, procurador del obispado, vicario general, secretario del consejo diocesano, encargado de las finanzas y capellán de varias congregaciones de religiosas, entre otras
responsabilidades que desempeñó.

Cuatro veces administró la diócesis en ausencia del prelado titular o durante las épocas en las que la sede estuvo vacante. Todo lo asumió con eficacia, haciéndose acreedor de la confianza que depositaron en él. Era ordenado, un trabajador nato, querido y admirado por todos: laicos, religiosos, sacerdotes y fieles en general. Al fallecer el tercer obispo de Saint-Hyacinthe, CharlesLarocque, Pío IX le otorgó esta misma dignidad en noviembre de 1875. En manera alguna quería asumir Luís tan alta misión que le colocaba al frente de la diócesis, pero el papa le rogó que aceptase con generosidad lo que denominó«yugo del Señor». Tomó posesión el 16 de enero de 1876. Tenía
entonces 51 años, y rigió la joven diócesis durante más de un cuarto de siglo bajo el lema: Omnia possum in eo qui me confortat «Todo lo puedo en Aquél que me conforta» (Flp 4,13).

Era un hombre de oración, de vida sencilla y austera que tenía especial debilidad por los pobres. En el transcurso de su misión episcopal se constató su gran fidelidad a la Iglesia y al papa. En momentos delicados en los que se implicó antepuso su amor por ellos a sus criterios y a los lazos de amistad que le unían a otras personas. Intensa fue su labor pastoral. Reabrió la residencia episcopal, impulsó la construcción de la catedral con los recursos acumulados por su predecesor, abrió las puertas a muchas comunidades religiosas proporcionando a la diócesis la riqueza que conllevan diversos carismas, ayudó social y económicamente a la Unión de San José, un proyecto puesto en marcha por él para sostener a los que quedaron sin trabajo tras el voraz incendio que asoló Saint-Hyacinthe, y prestó su asistencia a los círculos agrícolas. Asimismo fundó, con la colaboración de la venerable Elisabeth Bergeron,las Hermanas de San José con objeto de atender las escuelas rurales de chicos y chicas.

Pasó por esta vida prodigando el bien, abandonado en manos de la divina Providencia. Fue audaz, prudente, solícito y servicial, firme y comprensivo, un apóstol incansable. Estaba disponible para todos. Denunció los desórdenes de la época sin dudarlo. Su cercanía a los sacerdotes y feligreses era fruto de su oración. Reconocido por sus virtudes le asignaron el entrañable apelativo de «el buen monseñor Moreau».Era signo del afecto y gratitud que le profesaban. Este calificativo derivó después en «el obispo santo». El pueblo heredó su devoción por el Sagrado Corazón de Jesús, por María y José, que difundió en todo momento. Incontables personas le buscaron para recibir su consejo. De ello da constancia el valiosísimo e ingente testimonio espiritual plasmado en más de 15.000 cartas. «No haremos bien las grandes cosas si no estamos determinados por una unión íntima con Nuestro Señor», escribió. Hizo vida esta convicción venciendo la fragilidad que le acompañó toda su existencia. Murió en Saint-Hyacinthee/ 24 de mayo de 1901. Juan Pablo II lo beatificó el 10 de mayo de 1987.