La firma

 

Sacrum facere

 

Durante este tiempo de conversión, tenemos unos medios que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir con vigor

 

 

19/02/2018 | por Rafael Gutiérrez Amaro


 

 

Durante este tiempo de conversión, tenemos unos medios que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir con vigor el periodo cuaresmal:

  • La vida de oración, cuestión indispensable y prioritaria para el encuentro con Dios.
  • Intensificar la escucha atenta de la Palabra de Dios.
  • La asistencia frecuente a los Sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía.
  • La práctica del ayuno y de la penitencia.

Los pilares primordiales de la cuaresma:

 

El amor a Dios y a los demás

  • Nos recuerda San León Magno:

“De entre las prácticas cuaresmales Ia caridad ocupa un lugar especial. Así esta virtud, contiene en si a las demás y cubre multitud de pecados”.

  • Y San Juan Pablo II nos dice:

“Con esta vivencia de la caridad vamos construyendo en el otro el bien más precioso y efectivo, que es el de Ia coherencia con la propia vocación cristiana”.

 

El arrepintiéndome de mis pecados y la confesión.

Pensar en qué he ofendido a Dios, Nuestro Señor.

Éste es un muy buen momento del año para llevar a cabo una confesión a fondo, preparada y de corazón. Para poder hacer una buena confesión revisar los mandamientos de Dios y de la Iglesia.

 

La lucha por cambiar

Analiza tu conducta para conocer en qué estás fallando.

Hazte propósitos para cumplir cada día y revisa en la noche si lo lograste.

No te pongas demasiados propósitos porque te será muy difícil cumplirlos todos. Hay que subir las escaleras de escalón en escalón, no se puede subir toda de un salto.

Conoce cuál es tu defecto dominante y haz un plan para luchar contra éste.

Tu plan debe ser realista para poderlo cumplir.

 

Hacer sacrificios

La palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere, que significa “hacer sagrado”.

Entonces, hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor. Por ejemplo, ser amable con el vecino que no te simpatiza o ayudar a otro en su trabajo.

La mortificación y la renuncia en nuestra vida cotidiana.

Ofrecer aquellas circunstancias cotidianas que son molestas.

Aceptar, con humildad, gozo y alegría, los contratiempos que se nos presentan a diario.

El saber renunciar a ciertas cosas legítimas.

A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta trabajo hacer en la vida de todos los días. Si esto se lo ofrecemos a Dios por amor, estamos haciendo sacrificio.