Opinión

 

Eutanasia en Bélgica

 

Ya llegó la “interrupción voluntaria de la vida (muerte) sin petición del paciente”

 

 

26/01/2018 | por Carlos Álvarez Cozzi


 

 

Lo anunciamos en su momento. Era evidente que esto sucedería y finalmente se acaba de producir. En nuestro artículo publicado en febrero de 2016, expresábamos que: “Lamentablemente en este país, al igual que en su vecino Holanda, el valor de la vida humana se ha “cosificado” a tal punto que se considera “algo” disponible a voluntad, no solo cuando se padece una enfermedad sino que, por lo visto en el presente caso, también por la simple voluntad de cualquier persona, incluso sana.”

“En esa misma línea de acción, estos países no solo tienen legalizados la eutanasia y el “suicidio asistido” para personas mayores de edad sino que han llegado al extremo de habilitar el procedimiento también para personas menores de edad, violando la patria potestad o la tutela sobre ellos, en su caso.”

Ahora se desató la polémica otra vez en Bélgica, que al igual que su vecina Holanda tienen legalizado el suicidio asistido, después de que se pretendió justificar una eutanasia realizada sin permiso del paciente, lo cual es mucho más grave, y sin una segunda opinión médica. Un miembro de la Comisión de Control de la Eutanasia dimitió asegurando que “no cumple su papel” y que “se erige en juez”.

“Bélgica aprobó la eutanasia en el año 2003, desoyendo las voces que advertían del peligro que se cernía sobre la población gravemente enferma o en fase terminal. Trece años después, la teoría de la pendiente resbaladiza se confirma.”, señala la fuente citada.

Un caso especialmente polémico ha saltado en la opinión pública belga y ha estallado incluso en el organismo teóricamente encargado de velar por un correcto cumplimiento de la ley: la Comisión de Control de la Eutanasia.

Uno de sus miembros ha dimitido después de que no se lograse por un voto la mayoría necesaria de dos tercios para llevar ante la Justicia el caso de un médico que decidió, sin consentimiento del paciente, acabar con su vida mediante la administración de una dosis letal.

El paciente estaba aquejado del mal de Párkinson, demencia y en estado terminal. Pero el galeno tomó la decisión de matarlo pese a que era consciente de que el paciente no había dado su consentimiento para tomar la decisión. Acá está la falta ética del médico, constitutivo además del delito de homicidio, agravado por la indefensión de la víctima, dado que el paciente no le había solicitado morir mediante el suicidio asistido ni la eutanasia. Incluso el médico cuestionado tampoco consultó a un segundo doctor, tal y como establece la ley belga. El diario flamenco De Standaard ha sido el encargado de sacar a la luz este caso al dar a conocer la dimisión de uno de los miembros del comité, al ver que sus colegas ni siquiera defendieron el literal de la norma, indica la misma fuente antes citada. Ante la prensa el médico involucrado ha dado abundantes explicaciones sobre su decisión: “La comisión no cumple su papel. Se erige en juez. No vela por la aplicación de la ley de eutanasia, la viola”. Pero nada puede justificar lo que hizo el médico!.

Entre sus excompañeros se han dado explicaciones de todo tipo a la decisión. Algunos defienden la actuación del médico en cuestión como “sedación terminal”, pero otros han llegado a justificar el incumplimiento de la ley al asegurar que se trataba de “una interrupción de la vida sin petición del paciente”.

Algo que llama mucho la atención es que desde que se instaurara la ley de eutanasia en Bélgica ni un solo médico ha sido procesado por mala praxis, indica la fuente citada.

La conclusión es la de siempre: mientras no se respete la sacralidad de la vida humana, en forma integral desde la concepción hasta la muerte natural, como lo ha proclamado recientemente el presidente de Estados Unidos de América Donald Trump en la Marcha por la Vida, seguirán sucediendo situaciones como la que narra este artículo. Porque los avances científicos que no se acompasan de la ética, como reclamaba San Juan Pablo II, generan estos problemas.

 

Carlos Álvarez Cozzi