Servicio diario - 15 de diciembre de 2017


 

Bolivia: Evo Morales ha visitado al Papa Francisco por cuarta vez
Rosa Die Alcolea

Concierto de Navidad: "Oportunidad para sembrar la ternura"
Rosa Die Alcolea

Australia: la Santa Sede reafirma su compromiso con las víctimas de abuso
Anne Kurian

"Navidad, un recordatorio de la sobriedad en el uso de las cosas"
Raniero Cantalamessa

Canadá: El Papa nombra al P. Jon Hansen Obispo de MacKenzie-Fort Smith
Redacción

Un simposio ecuménico en Roma sobre la xenofobia y el populismo
Anne Kurian

'Misericordia en Rusia': Exposición fotográfica en el Vaticano
Rosa Die Alcolea

La economía "gig" y el Estado del bienestar
Redacción

Beata María de los Ángeles (Marianna) Fontanella, 16 de diciembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

15/12/2017-12:21
Rosa Die Alcolea

Bolivia: Evo Morales ha visitado al Papa Francisco por cuarta vez

(ZENIT — 15 Dic. 2017).- El Papa Francisco ha recibido a Evo Morales, Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, en el Palacio Apostólico Vaticano esta mañana, 15 de diciembre de 2017, a las 10:15 horas.

La Oficina de Prensa de la Santa Sede ha informado sobre la visita en un comunicado.

La reunión duró 28 minutos y la novedad, en esta ocasión, fue que no hubo intercambio de regalos, según fuentes cercanas al Vaticano.

Durante las conversaciones, que se desarrollaron en un clima de cordialidad, se ha expresado el aprecio por la contribución que la Iglesia ha dado y sigue asegurando a favor del progreso humano, social y cultural de la población del país, y se ha aludido a la actualización del marco de los acuerdos entre la Santa Sede y Bolivia. Además, se han mencionado algunos temas actuales de interés común, señala el comunicado.

Después de la conversación con el Santo Padre, Juan Evo Morales Ayma se ha encontrado con el Cardenal Mons. Pietro Parolin, Secretario de Estado, acompañado por Mons. Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados.

Evo Morales ha publicado en su cuenta oficial de Twitter que ha asistido a esta reunión "muy agradecido y con mucha humildad" . Este ha sido el quinto encuentro desde 2013 con "el hermano Francisco, Papa de los pobres", ha recordado. También ha escrito que "Bolivia aún guarda recuerdos muy emotivos de su visita en julio de 2015 y su apoyo al proceso de cambio y de #MarParaBolivia".

"Mi hermano Papa Francisco, como siempre solidario, humano e integracionista", ha descrito el presidente boliviano en otro mensaje en Twitter esta mañana: "Sus reflexiones por los más pobres, sus oraciones por la paz y contra la injusticia, siempre son para reflexionar. La reunión con el hermano Papa me da más fuerza y más compromiso con los más abandonados".

Este ha sido el quinto encuentro del Papa Francisco con el presidente boliviano: El 8 de julio de 2015, el Santo Padre visitó a Evo Morales en el Palacio de Gobierno, en La Paz.

Asimismo, las reuniones privadas en el Vaticano han sido 4: El Papa Francisco y el Presidente Morales se encontraron el 6 de septiembre de 2013 en el Vaticano; En octubre de 2014 cenaron juntos en la Casa de Santa Marta, en el Vaticano, y la visita más reciente fue el 15 de abril de 2016, que conversaron en el Palacio Apostólico del Vaticano.

 

 

15/12/2017-17:00
Rosa Die Alcolea

Concierto de Navidad: "Oportunidad para sembrar la ternura"

(ZENIT — 15 Dic. 2017).- El Papa Francisco ha expresado su deseo de que "el Concierto de Navidad en el Vaticano sea una oportunidad para sembrar la ternura —fiesta palabra tan olvidada hoy!—, ternura para sembrar la ternura, la paz y la acogida que brotan de la gruta de Belén".

Con motivo del 25 aniversario de la institución, el Papa ha recibido a los promotores, organizadores y artistas del Concierto "Navidad en el Vaticano", esta mañana, 15 de diciembre de 2017, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, a quienes ha expresado su aprecio y gratitud por la participación en la velada navideña, informa la Oficina de Prensa del Vaticano en un comunicado.

"Necesitamos hoy difundir el mensaje de paz y fraternidad propio de la Navidad; necesitamos representar este evento expresando los sentimientos auténticos que lo animan", ha comunicado el Papa.

El Concierto de Navidad tendrá lugar mañana, sábado 16 de diciembre, en el Aula Pablo VI, bajo los auspicios de la Congregación para la Educación Católica, y cuya recaudación se entregará a la Fundación `Scholas Occurrentes' y a la Fundación Don Bosco en el mundo', que a su vez, destinarán a financiar dos proyectos para los niños de la República Democrática del Congo y de los jóvenes de Argentina.

La Navidad —ha recordado el Santo Padre— es "una fiesta sentida, participada, capaz de calentar los corazones más fríos, de eliminar las barreras de la indiferencia hacia el prójimo, de fomentar la apertura hacia el otro y al don gratuito".

 

"En lo más íntimo de la conciencia"

El arte es "un medio formidable de abrir las puertas de la mente y del corazón" al verdadero significado de la Navidad, ha anunciado el Santo Padre. La "creatividad" y el "genio de los artistas", con sus obras, también con la música y el canto, consiguen "tocar las cuerdas más íntimas de la conciencia", ha manifestado Francisco: "El arte penetra en lo más íntimo de la conciencia".

Francisco ha agradecido la iniciativa a los promotores del evento y a "los que subirán al escenario mañana por la noche", así como a todos los participantes, "que demuestran así su sensibilidad a las necesidades de los más necesitados y desfavorecidos que piden ayuda y solidaridad", y les ha deseado unas "serenas" fiestas navideñas, "llenas de alegría y paz", y ha bendecido a todos, a sus familias y a sus seres queridos.

A su llegada a la Sala Clementina, el Papa Francisco ha sido recibido con un villancico interpretado por los artistas, entre ellos los niños del 'Pequeño Coro de Plaza Vittorio' y los miembros del coro de 'Art Voice Academy' y 'Hallelujah Gospel Singers'.

Luego, el Secretario de la Congregación para la Educación Católica, Monseñor Angelo Vincenzo Zani, ha hablado brevemente de las razones del concierto y de las instituciones involucradas. El Santo Padre ha pronunciado algunas palabras de saludo, bendiciendo a continuación a los presentes y, simbólicamente, a un olivo.

 

 

15/12/2017-18:46
Anne Kurian

Australia: la Santa Sede reafirma su compromiso con las víctimas de abuso

(ZENIT —15 Dic. 2017).- Tras el informe de la Comisión Real de Investigación sobre Respuestas Institucionales al Crimen de Pedofilia, publicado en Australia el 15 de diciembre de 2017, la Santa Sede reafirma su compromiso con las víctimas.

"El informe final de la Comisión Real de Respuestas Institucionales al Abuso del Sexo Infantil en Australia —dice una declaración en Roma al final del día— es el resultado de los extensos esfuerzos de la Comisión en los últimos años y merece ser estudiado seriamente".

"La Santa Sede se mantiene cerca de la Iglesia Católica en Australia — fieles laicos, religiosos y clérigos — mientras escucha y acompaña a las víctimas y sobrevivientes, esforzándose por llevar sanidad y justicia", señala la Oficina de Prensa del Vaticano.

La declaración recuerda que "en su reunión reciente con la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, el Papa Francisco afirmó que la Iglesia está llamada a ser un lugar de compasión, especialmente para aquellos que han sufrido, y reafirmó que la Iglesia se compromete a garantizar entornos seguros que garanticen la protección de todos los niños y adultos vulnerables".

Radio Vaticano se hizo eco del informe de la comisión creada en 2012, según la cual Australia ha "fallado seriamente en sus deberes" hacia sus niños: en las últimas décadas, decenas de miles de niños han sido víctimas de agresiones sexuales.

Participan más de 4.000 instituciones, funcionarios de educación pública, miembros de los Testigos de Jehová, la Iglesia Anglicana y la Iglesia Católica.

Según las cifras publicadas en febrero, el 7% del clero australiano ha sido acusado, y hasta el 15% en algunas diócesis. Se han registrado 4000 casos de abuso por parte de sacerdotes y religiosos y religiosas. Entre las 400 recomendaciones de la Comisión: el levantamiento del secreto de la confesión en caso de pedofilia y el celibato voluntario y no obligatorio para los sacerdotes.

La radio del Vaticano informa sobre la disculpa pública de la Iglesia australiana, a través de la voz del Obispo Denis Hart, presidente de la Conferencia Episcopal del país, por este "pasado vergonzoso". El arzobispo de Melbourne se ha opuesto a la traición del secreto de la confesión, asegurando que rechazará la absolución de los pedófilos que no se denuncien ante las autoridades, lo que les incitará a hacer. El sacerdote dijo: es "una decisión que pertenece a Roma".

© Traducción de ZENIT, Rosa Die Alcolea

 

 

15/12/2017-19:13
Raniero Cantalamessa

"Navidad, un recordatorio de la sobriedad en el uso de las cosas"

(ZENIT — 15 Dic. 2017).- "La Navidad es un fuerte recordatorio de esta sobriedad y parsimonia en el uso de las cosas. El creador mismo nos da el ejemplo". Al convertirse en hombre, se contentó con un granero para nacer".

Esto es lo que dijo el padre Raniero Cantalamessa, en su primera predicación de Adviento 2017, este 15 de diciembre.

Esta mañana, a las 9.00, en la capilla Redemptoris Mater, en presencia del Santo Padre Francisco, el padre capuchino Raniero Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia, ha pronunciado el primer sermón de Adviento dedicado al tema: «Todo fue creado por Él y para Él» (Colosenses 1,16).

Sigue la traducción completa de la reflexión del padre Cantalamessa:

 

«Todo fue hecho por medio de Él y en vista de Él»

Cristo y la creación

Las meditaciones de Adviento de este año (sólo dos, por razones de calendario) se proponen situar a la Persona divino-humana de Cristo en el centro de los dos grandes componentes que, juntamente, constituyen «lo real», es decir, el cosmos y la historia, el espacio y el tiempo, la creación y el hombre. Debemos tomar nota, en efecto, de que a pesar de todo lo que se habla de Él, Cristo es un marginado en nuestra cultura. Está totalmente ausente —y por motivos más que comprensibles— en los tres principales diálogos donde la fe está comprometida en el mundo contemporáneo: con la ciencia, con la filosofía y aquel entre las religiones.

Sin embargo, el objetivo último no es de orden teórico, sino práctico. Se trata de volver a situar a Cristo ante todo en «el centro» de nuestra vida personal y de nuestra visión del mundo, en el centro de las tres virtudes teologales de fe, esperanza y caridad. La Navidad es la época más propicia para semejante reflexión, puesto que en ella recordamos el momento en que el Verbo se hace carne, que entra, también físicamente en la creación y en la historia, en el espacio y en el tiempo.

 

1. La tierra estaba vacía

En esta primera meditación reflexionamos sobre la primera parte del programa anunciado: es decir, sobre la relación entre Cristo y el cosmos. «En el principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era informe y desierta, y las tinieblas recubrían el abismo y el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas» (Gén 1,1-2). Un autor medieval, el abad inglés Alexander Neckam (1157- 1217), comenta así en su poema estos versículos iniciales de la Biblia:

La tierra estaba vacía porque el Verbo no se había hecho carne todavía.

Nuestra tierra estaba vacía porque no habitaba en ella todavía la plenitud de la gracia y la verdad.

Estaba vacía porque aún no estaba firme y establemente unida a la divinidad. Nuestra morada terrena estaba vacía porque no había llegado la plenitud del tiempo.

«Y las tinieblas recubrían el abismo». Todavía, en efecto, no había venido la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo [1].

Creo que no se puede expresar de forma más bíblica y sugestiva la relación que existe entre creación y Encarnación que leyendo, como contrapunto, el comienzo del libro del Génesis con el comienzo del Evangelio de Juan, tal como hace, precisamente, este autor. La Encíclica Laudato si' dedica a este tema un apartado que, dada su brevedad, podemos escuchar por completo:

Para la comprensión cristiana de la realidad, el destino de toda la creación pasa por el misterio de Cristo, que está presente desde el origen de todas las cosas: «Todo fue creado por él y para él » (Co/ 1,16). El prólogo del Evangelio de Juan (1,1-18) muestra la actividad creadora de Cristo como Palabra divina (Logos). Pero este prólogo sorprende por su afirmación de que esta Palabra «se hizo carne» (Jn 1,14). Una Persona de la Trinidad se insertó en el cosmos creado, corriendo su suerte con él hasta la cruz. Desde el inicio del mundo, pero de modo peculiar a partir de la encarnación, el misterio de Cristo opera de manera oculta en el conjunto de la realidad natural, sin por ello afectar su autonomía (n. 99).

Se trata de saber qué lugar ocupa la persona de Cristo respecto de todo el universo. Esta es hoy una tarea más urgente que nunca. Maurice Blondel escribía a un amigo:

«Ante los horizontes ampliados de la ciencia de la naturaleza y de la humanidad, no se puede, sin traicionar al catolicismo, permanecer con explicaciones mediocres y con modos de ver limitados que hacen de Cristo un accidente histórico, que lo aíslan en el cosmos como un episodio postizo, y parecen hacer de él un intruso o un desorientado en la aplastante y hostil inmensidad del universo» [2].

Los textos bíblicos en los que se basa nuestra fe sobre el papel cósmico de Cristo son los de Pablo y Juan mencionados en la encíclica que aquí conviene recordar de modo amplio. El primero (también en orden cronológico) es Colosenses 1,15-17:

«Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles. Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él».

El otro texto es Juan 1,3.10:

«Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho...

El mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció».

A pesar de la impresionante consonancia de estos textos, es posible encontrar entre ellos una diferencia de énfasis que tendrá una gran importancia en el desarrollo futuro de la teología. Para Juan, la bisagra que une creación y redención es el momento en que «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros»; para Pablo es, más bien, el momento de la cruz. Para el primero es la encarnación, para el segundo es el misterio pascual. El texto de Colosenses sigue diciendo:

«Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz» (Col 1,19-20).

La reflexión patrística, bajo el acoso de las herejías, valoró casi exclusivamente un elemento de estas afirmaciones: lo que dicen de la persona de Cristo y de la salvación del hombre realizada por él; poco o nada, en cambio, de lo que dicen de su alcance cósmico, es decir, del significado de Cristo para el resto de la creación.

Respecto de los arrianos, estos textos servían para afirmar la divinidad y la preexistencia de Cristo. El Hijo de Dios no puede ser una criatura, argumentaba Atanasio, puesto que es el Creador de todo. El alcance cósmico del Logos en la creación no encuentra su correspondiente adecuado en la redención. El único texto que se prestaba a un desarrollo en este sentido —es decir, el de Romanos 8,19-22 sobre la creación que gime y sufre como con dolores de parto— nunca fue, que yo sepa, el punto de partida de una reflexión profunda por parte de los Padres de la Iglesia.

A la pregunta del «por qué» de la Encarnación, desde san Atanasio (De incarnatione) hasta san Anselmo de Aosta (Cur Deus horno), se responde en esencia con las palabras del Credo: «Propter nos homines et propter nostram salutem descendit de caelis»: «Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo». La perspectiva es la antropológica de la relación de Cristo con la humanidad: no abarca, salvo incidentalmente, la relación de Cristo con el cosmos. Esto aflora, sólo indirectamente, en la polémica contra los gnósticos y los maniqueos que oponían creación y redención, como obra de dos dioses distintos, y consideraban la materia y el cosmos como intrínsecamente extraños a Dios e incapaces de salvación.

En un determinado momento del desarrollo de la fe, en el Medioevo, se abre camino otra respuesta a la pregunta «Por qué Dios se ha hecho hombre». ¿Puede la venida de Cristo, se nos pregunta, que es el «primogénito de toda la creación» (Col 1,15), depender totalmente del pecado del hombre, que intervino a continuación de la creación?

En esta línea, el Beato Duns Scoto hace el paso decisivo, desatando la Encarnación de su vínculo esencial con el pecado. El motivo de la Encarnación, dice, está en el hecho de que Dios quiere tener, fuera de sí, alguien que lo ame en modo sumo y digno de sí [3] . Cristo es querido por sí mismo, como el único capaz de amar al Padre —y ser amado por él— con un amor infinito, digno de Dios. El Verbo se habría encarnado también aunque Adán no hubiera pecado, porque él es la coronación misma de la creación, la obra suprema de Dios. El pecado del hombre ha determinado el modo de la Encarnación otorgándole el carácter de redención del pecado, no el hecho mismo de la Encarnación. Esta tiene un motivo trascendente, no ocasional.

 

2. La visión cósmica de Teilhard de Chardin

Lo de Scoto es un primer intento de dar un sentido preciso a las afirmaciones bíblicas sobre Cristo «por medio del cual y en vista del cual todo ha sido creado»; pero no se puede ciertamente hablar todavía, con él, de una incidencia fáctica de Cristo sobre todo lo creado. Esto es posible, en cambio, si damos un salto de siglos y, desde Scoto, pasamos a nuestros días, a Teilhard de Chardin. Teilhard está preocupado, como decía Blondel, por evitar que, en una cultura dominada por la idea de la evolucionismo, Cristo acabe siendo visto como «un accidente histórico, aislado del cosmos».

Aprovechando sus indiscutibles conocimientos científicos, Teilhard de Chardin ve un paralelismo entre la evolución del mundo (la cosmogénesis) y la progresiva formación del Cristo total (cristogénesis). Cristo, no sólo no es ajeno a la evolución del cosmos, sino que, misteriosamente, lo guía desde el interior y será, en el momento de la Parusía, su cumplimiento final y la transfiguración, el «Punto Omega», según su lenguaje.

El autor deduce de estas premisas toda una visión nueva y positiva de la relación entre cristianismo y realidades terrenas. Por primera vez en la historia del pensamiento cristiano, un creyente compone un «Himno a la materia» y un «Himno del universo» [4] . Una llamarada de optimismo atraviesa un vasto sector de la cristiandad, hasta hacer sentir su influencia sobre un documento del Concilio Vaticano II, la constitución sobre «La Iglesia y el mundo», Gaudium et spes. Hay una revalorización de las actividades terrenas, ante todo el trabajo humano. Las obras que el cristiano realiza tienen un valor por sí mismas, como una mejora del mundo, no sólo por la intención piadosa con la que el cristiano las realiza.

Teilhard de Chardin tiene la pluma particularmente feliz cuando aplica esta visión suya al sacramento de la Eucaristía. Mediante el trabajo y la vida cotidiana del creyente, la Eucaristía extiende su acción a todo el cosmos. Cada Eucaristía es una «Misa sobre el mundo» [5].

«Cuando, a través del sacerdote, Cristo dice: "Esto es mi cuerpo", sus palabras van mucho más allá del trozo de pan sobre el cual son pronunciadas. Ellas hacen nacer todo el cuerpo místico. Además de la Hostia transustanciada, la acción sacerdotal se extiende a todo el cosmos»[6].

No creo, sin embargo, que se pueda definir esta espiritualidad cósmica, como una espiritualidad ecológica, en el sentido actual del término. Aún prevalece en el autor la idea evolutiva del progreso, de la ascensión de la creación hacia formas cada vez más complejas y diversificadas, mientras que no está presente, a no ser indirectamente, la preocupación por la salvaguarda de la creación. En su tiempo, no se había tomado aún conciencia clara del peligro que el desarrollo —especialmente el industrial— puede representar para la creación, o al menos para esa minúscula parte de él que alberga a la humanidad.

La fe bíblica coincide con Teilhard de Chardin sobre el hecho de que Cristo es el Punto Omega de la historia, si por Punto Omega se entiende aquel que al final someterá a si todas las cosas, para entregarlas al Padre (1 Cor 15,28), aquel que inaugurará «los cielos nuevos y la tierra nueva» y pronunciará el juicio final sobre el mundo y su historia (Mt 25,31ss.). El mismo Cristo resucitado se define en el Apocalipsis como «el Alfa y Omega, el primero y el último, el principio y el fin» (Apoc 22,13).

La fe no justifica, en cambio, la idea de Teilhard de Chardin según el cual el acto final de la historia será una «coronación» de la evolución que ha llegado a su apogeo. Según la visión dominante en toda la Biblia, el acto final podría ser lo contrario, es decir, una brusca interrupción de la historia, una crisis, un juicio, el momento de la separación del trigo y la cizaña (Mt 13,24ss.). La segunda Carta de Pedro, dice que los cristianos esperan «¡la venida del día de Dios, en el cual los cielos en llamas se disolverán y los elementos incendiados se fundirán! (2 Pe 3,12). Esta visión es la que ha marcado el sentimiento de la Iglesia como se ve por las palabras iniciales del Dies irae: «Dieae irae dies illa solvet saecclum en favilla: Día de ira será, cuando el mundo se haya reducido a cenizas». Un final, pues, del mal, más que un apogeo del bien, por lo que respecta al mundo presente [7].

Este lado débil de la visión de Teilhard de Chardin depende de una laguna señalada también por estudiosos admiradores de su pensamiento [8]. No logró integrar de modo orgánico y convincente, en su visión, el aspecto negativo del pecado y, por tanto, tampoco la visión dramática de Pablo, según el cual la reconciliación y la recapitulación de todas las cosas en Cristo tienen lugar en su cruz y en su muerte.

 

3. El Espíritu de Cristo

¿Existe entonces algo que permita escapar al peligro de hacer de Cristo, como decía Blondel, «un intruso o un desorientado en la aplastante y hostil inmensidad del universo»? En otras palabras, ¿tiene Cristo algo que decir sobre el problema candente de la ecología y de la salvaguarda de la creación, o esta se desarrolla de modo totalmente independiente de él, como un problema que afecta si acaso a la teología, pero no a la cristología?

La falta de una respuesta clara por parte de los teólogos a esta pregunta depende, creo, como tantas otras lagunas, de una escasa atención al Espíritu Santo y a su relación con Cristo resucitado. «El último Adán —escribe Pablo—, se convirtió en Espíritu dador de vida» (1 Cor 15,45); el Apóstol llega a decir, con una fórmula incluso demasiado concisa: «El Señor es el Espíritu» (2 Cor 3,17), para subrayar que el Señor resucitado actúa ahora en el mundo a través de su «brazo operativo» que es el Espíritu Santo.

San Pablo hace la alusión a la creación que sufre con dolores de parto en el contexto del discurso sobre las diferentes operaciones del Espíritu Santo. Él ve una continuidad entre el gemido de la creación y el del creyente: «Ella (la creación) no es la única; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente» (Rom 8,23).

El Espíritu Santo es la fuerza misteriosa que impulsa la creación hacia su plenitud. Hablando de la evolución del orden social, el concilio Vaticano II afirma que «el Espíritu de Dios que, con admirable providencia, dirige el curso de los tiempos y renueva la faz de la tierra, está presente en dicha evolución» [9]. Lo que el Concilio afirma sobre el orden social vale para todos los ámbitos, incluido el cósmico. En cualquier esfuerzo desinteresado y en cualquier progreso en la custodia de la creación actúa el Espíritu Santo. Él, que es «el principio de la creación de las cosas», es también el principio de su evolución en el tiempo. En efecto, ésta no es otra cosa que la creación que continúa [10].

¿Qué aporta de específico y de «personal» el Espíritu Santo en la creación y en la evolución del cosmos? Él no está en el origen, sino, por así decirlo, al término de la creación y de la redención, igual que no está en el origen, sino al final del proceso trinitario. En la creación —escribe san Basilio— el Padre es la causa principal, aquel del cual proceden todas las cosas; el Hijo es la causa eficiente, aquel por medio del cual todas las cosas son hechas; el Espíritu Santo es la causa perfeccionante [11].

De las palabras iniciales de la Biblia («En el principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era informe y desierta y las tinieblas recubrían el abismo y el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas»), se deduce que la acción creadora del Espíritu es el origen de la perfección de la creación; él, diríamos, no es tanto aquel que hace pasar el mundo desde la nada al ser cuanto aquel que lo hace pasar de ser informe a ser formado y perfecto, aunque de debe tener siempre presente que cada acción que Dios realiza fuera de sí es siempre obra conjunta de toda la Trinidad.

En otras palabras, el Espíritu Santo es aquel que, por su naturaleza, tiende a hacer pasar lo creado desde el caos al cosmos, a hacer de él algo bello, ordenado, limpio: precisamente un «mundo», según el significado originario de esta palabra. San Ambrosio observa:

«Cuando el Espíritu comenzó a aletear sobre él, lo creado aún no tenía ninguna belleza. En cambio, cuando la creación recibió la operación del Espíritu, obtuvo todo este esplendor de belleza que la hizo resplandecer como "mundo"» [12].

Un autor anónimo del siglo II ve que este prodigio se repite, con impresionante correspondencia, en la nueva creación que se realiza en la Pascua de Cristo. Lo que «el Espíritu de Dios» obró en el momento de la creación, lo obra ahora «el Espíritu de Cristo» en la redención. Escribe el autor:

El universo entero estaba a punto de caer en el caos y de disolverse por el desaliento ante la pasión, cuando Jesús lanzó su Espíritu divino exclamando: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46). Y he aquí que en el momento en que todas las cosas eran agitadas por un rugido y turbadas por el miedo, enseguida, al difundirse el Espíritu divino, como reactivado, vivificado y consolidado, el universo encontró su estabilidad [13].

 

4. Cómo actúa Cristo en la creación

Queda una pregunta que es la más importante de todas cuando se trata de ecología: ¿tiene Cristo algo que decir también sobre los problemas prácticos que el reto ecológico plantea a la humanidad y a la Iglesia?¿En qué sentido podemos decir que Cristo, que actúa a través de su Espíritu, es el elemento clave para un sano y realista ecologismo cristiano?

Yo creo que sí; Cristo desempeña una función decisiva también sobre los problemas concretos de la salvaguarda de lo creado, pero la desarrolla de manera indirecta, trabajando sobre el hombre y —a través del hombre— sobre la creación. La desarrolla con su Evangelio que el Espíritu Santo «recuerda» a los creyentes y hace vivo y operante en la historia, hasta el fin del mundo (Jn 16,13). Ocurre como al comienzo de la creación: Dios crea el mundo y confía su custodia y salvaguardia al hombre. La Plegaria Eucarística IV lo expresa así:

A imagen tuya creaste al hombre
y le encomendaste el universo entero
para que, sirviéndote solo a ti, su Creador,
dominara todo lo creado.

La novedad traída por Cristo a este campo es que él ha revelado el verdadero sentido de la palabra «dominio», como es entendido por Dios, es decir, como servicio. Dice en el evangelio:

«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos» (Mt 20,25-28).

Todas las motivaciones que los teólogos han intentado dar a la encarnación, al «porqué Dios se ha hecho hombre», se rompen ante la evidencia de esta declaración: «He venido para servir y para dar la vida para muchos». Se trata de aplicar esta nueva idea de dominio también a la relación con la creación, sirviéndose ciertamente de ella, pero también sirviéndola, es decir, respetándola, defendiéndola y protegiéndola de cualquier violación.

Cristo actúa en la creación como actúa en el ámbito social, es decir, con su precepto del amor al prójimo. En relación al espacio, en sentido por así decirlo sincrónico, «prójimo» son aquellos que, aquí y ahora, viven junto a uno; en relación al tiempo, en sentido diacrónico, prójimos son los que vendrán detrás de nosotros, empezando por los niños y jóvenes de hoy, a quienes estamos quitando la posibilidad de vivir en un planeta habitable, sin tener que ir por ahí con una máscara en la cara para respirar o fundar colonias en otros planetas. De todos estos prójimos, en el espacio y en el tiempo, Jesús dijo: «A mí me lo hicisteis... A mí no me lo hicisteis» (Mt 25,40.45).

Como todas las cosas, también el cuidado de la creación se juega a dos niveles: a nivel global y a nivel local. Un dicho moderno exhorta a pensar globalmente, pero a actuar localmente: Think globally, act locally. Esto quiere decir que la conversión debe comenzar por el individuo, es decir, por cada uno de nosotros. Francisco de Asís solía decir a sus frailes: «Nunca he sido ladrón de limosnas, al pedirlas o usarlas más allá de su necesidad. Cogí siempre menos de lo que necesitaba, para que los demás pobres no fueran privados de su parte; porque hacer lo contrario, sería robar» [14].

Hoy esta regla podría tener una aplicación muy útil para el futuro de la tierra. También nosotros deberíamos proponernos: no ser ladrones de recursos, usándolos más de lo debido y sustrayéndolos así a quien venga después de nosotros. Para empezar, nosotros que trabajamos normalmente con papel, podríamos tratar de no contribuir al enorme y descontrolado despilfarro que se hace de esta materia prima, privando así a la madre tierra de algún árbol menos.

La Navidad es una llamada fuerte a esta sobriedad y austeridad en el uso de las cosas. Nos da ejemplo de ello el mismo Creador que, haciéndose Hombre, se contentó con un establo para nacer. Recordemos esos dos versos sencillos y profundos del canto «Tú bajas de las estrellas», de san Alfonso María de Ligorio: «A ti que eres del mundo el Creador — Faltan pañales y fuego, oh mi Señor».

Todos, creyentes y no creyentes, estamos llamados a comprometernos con el ideal de la sobriedad y del respeto de la creación, pero nosotros cristianos, debemos hacerlo por un motivo y con una intención más y diferente. Si el Padre celestial hizo todo «por medio de Cristo y en vista de Cristo», también nosotros debemos tratar de hacer todas las cosas así: «por medio de Cristo y en vista de Cristo», es decir, con su gracia y para su gloria. También lo que hacemos en este día.

© Traducido del original italiano por Pablo Cervera Barranco

 

[1] A. Neckam, De naturis rerum, I, 2 (ed. Th. Wright 1863) 12s.

[2] M. Blondel — A. Valensin, Correspondance (Aubier, París 1965). ( + de détails) ( + de détails) ( + de détails )

[3] Duns Scoto, Opus Parisiense, III, 7, 4: Opera omnia, XXIII (París 1894) 303.

[4] Mon Univers (1924), en Inno del universo, ed. N.M. VIlildiers (Queriniana, Brescia 2 1995) 54 [trad. esp. Himno del universo (Trotta, Madrid 1996)].

[5] Teilhard De Chardin, La Messe sur le monde (1923), en Hymne de l'univers : OEuvres (éd. du Seuil, París 1961) 17ss [trad. esp. La misa sobre el mundo (Acción Cultural Cristiana, Madrid 1998)].

[6] Teilhard De Chardin, Comment Je crois (1923) (ed. du Seuil, París 1969) 90 [trad. esp. Como yo creo (Taurus, Barcelona 1986)].

[7] Según san Agustín, el final consistirá en la separación de los buenos respecto de los malos, en la destrucción (conflagratio) del mundo presente y en su renovación: cf. De civitate Dei, XX, 30,5.

[8] C. Mooney, Teilhard de Chardin et le Mystére du Christ (París 1966) 229ss [trad. esp. Teilhard y el misterio de Cristo (Sígueme, Salamanca 1967)].

[9] Gaudium et Spes, 26.

[10] Tomás de Aquino, Suma contra los gentiles, IV, 20, n. 3570 (Marietti, Turín 1961) III, 286.

[11] San Basilio, El Espíritu Santo, XVI, 38: PG 32, 136.

[12] San Ambrosio, Sobre el Espíritu Santo, II, 32.

[13] Anónimo Quartodecimano del siglo II [Pseudo Hipólito], Homilía sobre la Santa Pascua, 106: SCh 27, 1950; trad. it. en I piú antichi testi pasquali della Chiesa, ed. R. Cantalamessa (Edizioni Liturgiche, Roma 2009) 93-94.

[14] Celano, Espejo de perfección, 12: FF 1695.

 

 

15/12/2017-11:38
Redacción

Canadá: El Papa nombra al P. Jon Hansen Obispo de MacKenzie-Fort Smith

(ZENIT — 15 Dic. 2017).- El Papa Francisco ha nombrado obispo de la Diócesis de MacKenzie-Fort Smith, Canadá, al sacerdote Jon Hansen, redentorista, hasta ahora párroco de "Our Lady of Victory", Inuvik, (Territorios del Noroeste).

Asimismo, el Santo Padre ha aceptado la renuncia del Obispo auxiliar de la archidiócesis de Hartford (Estados Unidos), Mons. Christie A. Macaluso, presentada a los 72 años de edad.

 

Padre Jon Hansen, redentorista

El sacerdote redentorista Jon Hansen, nació el 18 de febrero de 1967 en Edmonton, Alberta. Criado en Grande Prairie, Alberta, el Padre Hansen fue allí a la St. Gerard's School, St. Patrick's School y St. Joseph's High School. Obtuvo el bachillerato en la Universidad de Alberta en 1997. Completó sus estudios de Filosofía y Teología en el St. Michael's College en Toronto, concluyéndolos con un Master en Divinity en 2003.

En la parroquia St. Joseph de Grande Prairie, dirigida por los Redentoristas, el Padre Hansen conoció dicha Congregación. Pronunció la profesión religiosa temporal en 1998 y los votos perpetuos en 2002.

Fue ordenado presbítero el 24 de abril de 2004.

Después de su ordenación, de 2004 a 2005, fue vice-párroco de `St. Theresa', en la diócesis de St. John's en Newfoundland. Posteriormente, de 2005 a 2008, cuando era vicepárroco de St. Patrick, fue nombrado Director de Formación Redentorista en Toronto. En 2008 fue director del programa 'Out of the cold' (Fuera del frío) antes de ser nombrado párroco de &Mary en Saskatoon, hasta el año 2015. En Saskatoon, el P. Hansen fue nombrado decano de la zona occidental y miembro del Consejo Presbiteral de la diócesis.

En 2015 comenzó su experiencia como párroco en 'Our Lady of Victory' en Inuvik en la diócesis de MacKenzie-Fort Smith.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

15/12/2017-16:27
Anne Kurian

Un simposio ecuménico en Roma sobre la xenofobia y el populismo

(ZENIT — 15 dic. 2017).- Un simposio de estudio ecuménico internacional sobre la xenofobia y el populismo, organizado por el Consejo Ecuménico de las Iglesias (COE) y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral en colaboración con el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, tiene lugar actualmente en Roma, del 13 al 15 de diciembre de 2017.

Según un comunicado, están abordando el tema una quincena de delegados del Consejo Ecuménico de las Iglesias y de la Santa Sede incluidos expertos teológicos, jurídicos, políticos y pastorales.

Este simposio tiene como objetivo "reflejar y estudiar el fenómeno actual de la xenofobia y el populismo en particular en relación con la crisis mundial de la migración y de los refugiados": "Esta reunión de estudio tiene la intención de explorar la manera de cómo las Iglesias pueden trabajar juntas para afrontar de una manera proactiva el miedo creciente y encontrar maneras constructivas moldeadas por la espiritualidad y las tradiciones cristianas de respeto por los derechos humanos y por la dignidad humana".

Se trata de "profundizar la comprensión que las Iglesias tienen de la xenofobia y del aumento correspondiente del populismo en relación con la migración y la crisis de los refugiados" de "discernir los medios para una mayor colaboración y de acciones comunes", de promover una cultura de respeto, solidaridad y cohesión social", y finalmente "de planificar y preparar la conferencia mundial sobre la xenofobia y el populismo, que se celebrará del 21 al 24 de mayo de 2018".

 

Un fenómeno alarmante

Los organizadores señalan que el mundo actual "se ve cada vez más desafiado por el fenómeno alarmante de la xenofobia (xeno/extranjero + phobos/miedo). El miedo o el odio a lo que es extraño, desconocido, diferente, lo que se percibe como un "otro", penetra en todos los sectores de la sociedad: social, cultural, político y espiritual. Esto se impregna a los medios e influye en las políticas y las opiniones públicas, amenazando así los valores humanos y morales de la sociedad".

"En el contexto de la compleja crisis mundial de los migrantes y de los refugiados, en su opinión, las Iglesias no pueden permanecer en silencio o indiferentes, sino que deben ser conscientes de su mandato misionero y moral de buscar formas realistas y construtivas para luchar contra la xenofobia y el populismo".

Expresaron su intención de estudiar en profundidad "las raíces de este miedo y su impacto en la sociedad de acogida....teniendo en cuenta que las reacciones sociales basadas en el miedo no se limitan a una clase social, un partido político o a una pertenencia religiosa particular.

"Creemos, continúan escribiendo los organizadores, que vencer la xenofobia y el populismo es un desafío ético y pedagógico a la vez para las Iglesias y para la sociedad. Para las Iglesias, es también un desafío teológico y esto implica un examen de conciencia y un reconocimiento humilde de nuestra propia vulnerabilidad al poder corrosivo del miedo, de los prejuicios asociados y de la discriminación que amenaza la unidad del Cuerpo de Cristo".

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

15/12/2017-18:10
Rosa Die Alcolea

`Misericordia en Rusia': Exposición fotográfica en el Vaticano

(ZENIT — 15 Dic. 2017).- El 14 de diciembre de 2017 se inauguró en el Palacio de la Cancillería de Roma, en el Vaticano, la exposición fotográfica "Misericordia en Rusia".

La muestra se lleva a cabo con el patrocinio del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, de la Embajada rusa en el Vaticano, del Departamento para las relaciones eclesiásticas externas del Patriarcado de Moscú y del Departamento sinodal de obras de caridad y asuntos sociales.

Las obras de reconocidos fotógrafos contemporáneos rusos muestran la contribución de la Iglesia Ortodoxa Rusa y los fundamentos de la caridad en las obras de misericordia, espiritual y corporal: "La misericordia es un punto de vital importancia para una mayor cercanía entre las Iglesias en el camino hacia la unidad, como se afirma en la Declaración Conjunta de Cuba. Hoy, por ejemplo, las iglesias trabajan codo a codo para ayudar a los refugiados sirios y a la población devastada por la guerra".

Los organizadores de la exposición dicen: "No es coincidencia que una de las secciones de la exposición esté dedicada a la visita de la Madre Teresa de Calcuta a Moscú en 1987 a invitación del Patriarca de Moscú y de toda Rusia, con motivo del Patriarca Ecuménico de Constantinopla Demetrio".

La muestra expone las obras de Andrej Archipov, Sergej Vlasov, Mikhail Moisejev, Dmitrij Nikitin, Pavel Smertin, Vladimir Khodakov, Martin Shakhbazyan. La escultura de bronce de la Madre Teresa con el tamaño natural de los niños también es parte de la muestra, fue creada por el escultor Aleksej Leonov, y donada a Roma por la Fundación ‘Diálogo de Culturas – Mundo Unido’.

La exposición está organizada por la Fundación San Gregorio el Teológo y la Editorial del Patriarcado de Moscú junto con la Asociación ‘Sofia: Idea Rusa, Idea de Europa’, la Academia ‘Sabiduría y Ciencia’, la Fundación benéfica ‘ Sofia’ (Rusia) y la Fundación ‘Diálogo de Culturas – Mundo Unido’.

Los comisarios de la exposición son Igor Lapshin y Ekaterina Soboleva.

La muestra se puede visitar hasta el 28 de diciembre de 2017 con el siguiente horario: todos los días, del 15 al 23 de diciembre, de 10 a 13 horas, y del 24 al 27 de diciembre, de 10 a 13 horas y de 16 a 17 horas. El 28 de diciembre estará abierta de 10 a 13 horas y de 15 a 19 horas. La entrada de gratuita.

 

 

15/12/2017-12:59
Redacción

La economía "gig" y el Estado del bienestar

La economía gig plantea algunos problemas al Estado del bienestar, tanto a su financiación como a la protección de los trabajadores. La forma de abordar estos riesgos es diferente según la cultura propia de cada modelo económico.

El llamado modelo anglosajón, propio de EE.UU., presenta un fuerte componente liberal con mayor orientación hacia el mercado libre, bajo el principio que cuanto más liberalizada sea una economía, y por tanto cuanto menos intervenga el Estado, más riqueza produce. Ello explica que en EE.UU. la figura del freelancer se ha venido aceptando con naturalidad. Las estadísticas laborales americanas incorporan el epígrafe "trabajador independiente". En los últimos años el número de los de este tipo ha crecido sensiblemente como consecuencia del incremento de la economía gig. Esta es una de las razones de la recuperación del empleo en EE.UU., donde se acepta como un simple mal necesario.

Europa, por su lado y con distintos matices, aspira a seguir el modelo renano, basado en la combinación del libre mercado con políticas sociales de defensa del Estado del bienestar. Así se intenta facilitar la igualdad de oportunidades y la protección de aquellos que no trabajan, bien por desempleo, edad o minusvalías. En este marco la figura del freelancercasa mal. Aquí se supone que los actores sociales cooperan y negocian un "mix regulatorio", hecho de acuerdos colectivos, legislaciones con políticas activas de empleo (cosa cada vez más difícil), fondos de ayudas y mercados de trabajo regulados. Es evidente que la aparición mundial de la economía gig tiene efectos diferentes a tenor de la cultura propia de cada modelo económico.

 

Trabajadores que cotizan menos

En la Eurozona no es un secreto que el trabajador autónomo contribuye menos al sostenimiento del Estado del bienestar que el trabajador asalariado. Y el objetivo era igualar el aporte de quienes trabajan por cuenta propia con el de los que trabajan por cuenta ajena. Pero todo se rompe con la irrupción de la economía gig y sus compañías, que saltándose sus responsabilidades, se benefician del trabajo freelance. Son empresas cuyo modelo de negocio se basa tanto en la digitalización, como en la negación de los derechos asociados a la condición de "asalariado" o "autónomo". Su actividad conduce a pérdidas fiscales sustanciales para el erario público, aumentando la presión sobre el Estado del bienestar. La flexibilidad es gratificante para muchos, pero no es excusa para obtener beneficios mientras los trabajadores asumen todos los riesgos, siempre suponiendo que los Estados europeos van a poder mantener sus servicios ante una nula contribución de las empresas involucradas.

Las propuestas de los múltiples informes europeos aconsejan formalizar y regular a los actores de la economía gig para acoplarlos al marco redistributivo propio del sistema europeo. Pero no parece fácil, ya que la presencia de la economía gig equivale a aceptar que Europa ha cambiado su cultura del empleo. La vieja relación política Estado-empresario-sindicatos ha dejado de funcionar. La idea de un empleo para toda la vida, cuyo paradigma son los funcionarios, ya no está en la perspectiva de los jóvenes, que se enfrentan al empleo contingente. Es difícil pensar en un Estado protector donde convivan el empleo seguro y el propio del freelancer.

Los sindicatos, refugiados en el sector público y en grandes factorías de la época industrial, no saben cómo abordar la desaparición del empleo, por lo que la caída de su poder es inevitable, pues su antigua base ya no existe. Puesto que la economía gig puede imponerse, las legislaciones laborales deberán asumir urgentemente la figura del trabajador contingente para proceder a su amparo.

Las fuerzas progresistas no pueden olvidar su propia historia, basada en aprovechar la amplitud y profundidad de los cambios provocados por la difusión de cada revolución tecnológica, para conseguir rediseños equivalentes en el marco institucional, y así liberar para los trabajadores el potencial transformador propio del saludable aumento del conocimiento humano.

Ha llegado el momento de elaborar estrategias profundas que encaren un futuro con menos empleo. Hay incertidumbre y temor frente a la complejidad de las distintas opciones, como la implementación de una renta básica universal, reparto de empleo según el modelo japonés o fomentar el emprendimiento social según el modelo del Nobel Muhammad Yunus, entre otras. Europa requiere líderes proactivos y de mente abierta que no se queden en una batalla dogmática de principios.

Gregorio Martín es catedrático de Ciencias de la Computación (Universidad de Valencia).

Leer artículo en Aceprensa

 

 

15/12/2017-08:20
Isabel Orellana Vilches

Beata María de los Ángeles (Marianna) Fontanella, 16 de diciembre

«Esta carmelita, edificada por la lectura de vidas de santos y conmovida por la imagen de un Crucificado, se sintió llamada a entregar su vida a Cristo. Es un ejemplo de fidelidad y perseverancia en medio de sus noches de espíritu»

Nació en Turín, Italia, el 7 de enero de 1661. Era la última de once hermanos habidos en el matrimonio de los condes Giovanni Donato y María Tana, que estaba emparentada con la madre de san Luís Gonzaga. Fue educada conforme convenía a su origen aristocrático y se convirtió en una joven despierta e inteligente, de trato exquisito. Su gran temperamento y vivacidad discurría parejo al equilibrio y templanza que exhibió en muchos instantes de su vida. Su infancia estuvo caracterizada por una poderosa inclinación hacia lo espiritual; construía altares, y le agradaba escuchar las vidas de santos que le leía una empleada doméstica, costumbre que tuvo un poderoso influjo en su vocación. Su modelo era san Luís Gonzaga. Como hizo santa Teresa de Jesús, huyó de casa con su hermano en busca del martirio. Esta sensibilidad tuvo otro momento de fulgor al descubrir un Crucificado sin brazos en el ático de su hogar, que la dejó profundamente conmocionada. Tanto es así, que conmovida por su visión desterró a su muñeca del dormitorio y convirtió a la imagen en objeto de su ternura. Ante ella suplicaba con lágrimas el perdón de sus pecados. Humanamente, su pasión era la danza, en la que sobresalía con creces.

Poco a poco se iba dando cuenta de que le atrapaban ciertas flaquezas, experimentando vanidad y agrado ante los halagos de los que era objeto. Una visión de Cristo ensangrentado y coronado de espinas, que contempló en el espejo, le hizo aborrecer la vanidad. Otro instante de inflexión en su vida fue la primera comunión que recibió en 1672. Después, inclinada a luchar contra sus tendencias, buscaba en la oración la fuerza precisa para hacerles frente, iniciando un camino de mortificación y penitencia que no abandonaría. Se dedicó a visitar enfermos y a ejercitar obras de caridad. Su director, el párroco padre Malliano, acertadamente la condujo por el sendero de la virtud. En 1673 ingresó en el monasterio cisterciense de Santa María de la Estrella para recibir formación. Permaneció allí año y medio porque su madre, viendo sus muchas cualidades, y dado que el conde había muerto en 1668, no dudó en ponerla al frente de la administración de la casa, y tuvo que dejar la comunidad.

Dos años más tarde la beata sondeó nuevamente el parecer materno porque quería ser religiosa, pero su madre fraguaba su matrimonio. No hubo acuerdo, y comenzó una enconada lucha en defensa de su vocación que se dilató en el tiempo en medio de numerosas vicisitudes y contrariedades. Por fin, convencida su madre de que no podía disuadirla, dio su consentimiento para que ingresara con las cistercienses de Saluzzo. Pero en 1675 o 1676, en el transcurso de un viaje a Turín para ver la Sábana Santa, la joven conoció a un padre carmelita. Tuvieron una conversación tan decisiva que determinó ingresar en el monasterio de carmelitas descalzas de Santa Cristina. De nuevo su madre se opuso a que consagrara su vida en una Orden con regla tan austera, pero el 19 de noviembre de ese año Marianna logró su propósito.

La vida conventual fue extremadamente difícil para ella, como narró en su autobiografía. Las pruebas espirituales que duraron catorce años incluyeron sequedad en la oración, animadversión a sus hermanas, así como a las penitencias y mortificaciones, asechanzas del demonio, una hipersensibilidad a su entorno percibido con un insoportable hedor que le llevaba a rechazar el alimento. Ella, que había gustado de los favores divinos, de repente no encontraba consuelo en la oración y debía caminar en fe porque no vislumbraba a Dios: «¡Me has engañado, Dio mío! Cuando era libre me dabas consuelo y dulzura; y ahora que estoy ligada a Ti no me das más que amargura». Sus súplicas insistentes a Cristo le sumían en una sima más oscura, y la experiencia de aborrecimiento de sí misma llenaba su existencia de angustia y repugnancia por sus muchas ofensas. En ese desierto surgieron las dudas acerca de su vocación, atentados y tentaciones contra la caridad, el abandono del convento y hasta la desesperación, además de incitaciones contra la pureza. Frente a ello, con su oración insistente forjada en la fe, ofrecida con espíritu de reparación y fidelidad en la obediencia, alcanzó la gracia de la perseverancia.

De ese estado interior de luchas que terminaron en 1691 nadie tuvo noticia. Ante los demás su virtud brillaba poderosamente. Austera en su vida, se consideraba la más indigna de todas. «O dadme mortificaciones o hacedme morir», rogaba a Dios. En 1682 los éxtasis ya habían comenzado a ser frecuentes y, en ocasiones, públicos. Era devota de María y de san José, y a él dedicó el Carmelo de Moncalieri que fundó con gran celo apostólico en 1702 aunque no pudo estar presente en su inauguración que se produjo al año siguiente. En 1696 logró que la diócesis de Turín instituyese la festividad del patrocinio del santo Patriarca. Fue una excelente maestra de novicias. Elegida priora cuatro veces, se negó a encarnar la misión una quinta en 1717, fecha ya cercana a su muerte: «Pueden empeñarse en hacerme priora; yo me empeñaré con mi Jesús a ver quien puede más». Murió el 16 de diciembre de ese año. Fue beatificada por el papa Pío IX el 25 de abril de 1865. Fue la primera carmelita descalza italiana en subir a los altares. San Juan Bosco redactó su biografía para este momento.