Francisco \ Viajes Apostólicos

Misa de Francisco con los jóvenes: "Vosotros sois una buena noticia"

RV | 30/11/2017 | De Juan Carlos Velarde


 

 

En el último día de la visita del Papa Francisco a Myanmar, llegó el momento de poner el broche de oro a estos días tan importantes en el deseo del Papa, que ha llegado como peregrino de la paz “para rezar con la pequeña pero ferviente comunidad católica de esta nación, para confirmarla en la fe y alentarla a seguir contribuyendo al bien del país”.

En la Catedral de la Inmaculada Concepción en Yangon, el Papa celebró la Misa con los jóvenes en la memoria del Apóstol San Andrés. El Papa Francisco a lo largo de su Pontificado ha resaltado mucho el papel de los jóvenes en la construcción de una sociedad fraterna y en paz. De hecho a su llegada a Myanmar en el encuentro que mantuvo con las Autoridades, Sociedad civil y cuerpo diplomático señaló: “… los jóvenes de la nación son un regalo que hay que apreciar y alentar, una inversión que producirá un fruto abundante si se les ofrecen oportunidades reales de empleo y una educación de calidad… Es esencial que no se les robe a nuestros jóvenes la esperanza y la posibilidad de emplear su idealismo y su talento en remodelar el futuro de su país, es más, de toda la familia humana”.

En la homilía del Santo Padre dio gracias a Dios por todo lo vivido en estos días en Myanmar. Tomó para su reflexión la siguiente frase del Profeta Isaías: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!» (Rm 10,15; cf. Is 52,7).

El Papa felicitó a los jóvenes porque son mensajeros de “buenas noticias” …les dijo: “por ser signos concretos de la fe de la Iglesia en Jesucristo, que nos hace experimentar un gozo y una esperanza que nunca morirán… Desde su fe en Jesucristo –afirmó- están listos para ser mensajeros de esperanza, una esperanza que ayudará al futuro del país”.

El Papa además les propuso un desafío en tres preguntas concretas a las que unió algunas ideas para guiarles en el camino de la fe y ayudarles a discernir.

Ante la primera pregunta: «¿cómo puede alguien creer en el Señor sin haber oído hablar de él?». El Papa les dijo: “Se necesitan personas auténticas que sepan escuchar, de ahí la necesidad de la oración, de cultivar la vida interior y también del diálogo con los santos, entre los que destacó a San Andrés “un sencillo pescador que acabó siendo un gran mártir, un testigo del amor de Jesús que aprendió gradualmente a ser un verdadero discípulo de Cristo”. Ante las dificultades del camino el Papa les dijo: “No tengáis miedo de aprender de vuestros propios errores… Sabed que Jesús está lleno de misericordia”.

En la segunda pregunta: «¿Cómo van a oír hablar de Jesús sin un mensajero que lo anuncie?». El Papa les recordó que ésta es una gran tarea encomendada de manera especial a los jóvenes: ser «discípulos misioneros», mensajeros de la buena noticia de Jesús. No tengáis miedo de hacer lío, de plantear preguntas que hagan pensar a la gente. Os pido que gritéis, para ser con vuestra vida signos de esperanza para los que están desanimados”.

La última pregunta sobre la que reflexionó el Papa fue: «¿Cómo puede haber un mensajero sin que sea enviado?». “Al final de esta Misa, -señaló el Santo Padre- todos seremos enviados, para llevar con nosotros los dones que hemos recibido y compartirlos con los demás. Esto puede provocar un poco de desánimo, ya que no siempre sabemos a dónde nos puede enviar Jesús. Pero él nunca nos manda sin caminar al mismo tiempo a nuestro lado. El Señor invitará a algunos de vosotros a seguirlo como sacerdotes… A otros los llamará a la vida religiosa, a otros a la vida matrimonial, a ser padres y madres amorosos. Cualquiera que sea vuestra vocación, os exhorto: ¡sed valientes, sed generosos y, sobre todo, sed alegres!

El Papa finalizó su homilía invitando a mirar a María: “ella tuvo el valor de confiar en la «buena noticia» que había escuchado, y de traducirla en una vida de consagración fiel a su vocación, de entrega total de sí y completa confianza en los cuidados amorosos de Dios”.