Tribunas

Y en estas… llegó la Permanente

José Francisco Serrano Oceja

 

Es cierto que el primer día de elecciones en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal nos había deparado alguna sorpresa, ya comentada en esta columna.

Pero lo que no percibíamos es el cambio que se iba a producir en la elección de Presidentes de Comisiones, y, por tanto, en la Comisión Permanente, que es el organismo que, al fin y al cabo, nombra y desnombra, decide por mayorías y minorías.

La impresión es que se ha producido, en la Conferencia Episcopal Española, como una reacción del organismo ante un factor de difícil definición. En ningún caso se trata de una respuesta al pontificado del Papa Francisco, y a los cambios que está proponiendo en la Iglesia. No nos equivoquemos y no nos dejemos equivocar. Nadie se opone al Papa Francisco; eso es impensable. Sí se pueden oponer a los intérpretes no autorizados del Papa Francisco, o a determinadas interpretaciones del Papa y de lo que hace el Papa; o a formas que se imponen en nombre de los nuevos vientos de la historia.

Al fin y al cabo, un principio que ha dejado claro el Papa es el del ejercicio de la colegialidad, y su relación con la sinodalidad. Y este es un proceso que aquí se ha desarrollado. No hace falta que ponga citas a pie de página. Afirmar que algún obispo de los que ha salido electo está en contra del Papa es una barbaridad supina. Simplemente.

Hay elecciones muy llamativas. La primera, monseñor Javier Salinas como presidente de la Comisión de Apostolado Seglar. Aunque es cierto que la tendencia ha sido confirmar en un segundo mandato a los que habían cumplido el primero, en este caso, salvando todo lo que hay que salvar, no hay que olvidar que este obispo fue removido de su sede y enviado de auxiliar a Valencia. Da la impresión que ja funcionado una especie de corporativismo.

Lo que es, se quiera ver o no, una anomalía. Sin entrar en la causa de la remoción, -que aquí no se juzga, aunque lo que pudiéramos analizar es la imagen pública del hecho, lamentable, sin duda-, no parece de recibo de que los laicos suframos este desaire de ejemplaridad. Porque de lo que estamos hablando es de ejemplaridad. ¿Hace falta que cite a Javier Gomá en su libro “Ejemplaridad pública”?

Hay que hablar también de las sorpresas de un obispo que fue un magnífico rector de su seminario, Rafael Zornoza, para la Comisión del Clero. Y la del repescado monseñor Jesús Catalá, para Vida Consagrada, estando presente en el aula el que fuera presidente de la CONFER, hoy obispo de Mondoñedo, monseñor Luis Ángel de las Heras, por ejemplo.

Y la elección de monseñor Enrique Benavente, obispo de Tortosa, para Doctrina de la fe, lógica desde las excelentes aportaciones que este obispo había hecho a los trabajos anteriores en esa Comisión.

Los de los arzobispos de Toledo y Pamplona en Pastoral y Misiones, pues, responde a la lógica de llevarlos a la Permanente. No en vano son dos hombres de intachable trayectoria y comunión probada.

Por cierto que también hay que destacar, en el segundo escalón, la lógica re-elección del obispo de Bilbao, Mario Iceta, en sus temas de familia y vida. Y la sorpresa de un nuevo obispo del que se empieza a hablar, para la subcomisión de Universidades, monseñor Alfonso Carrasco, de Lugo, que comienza ahí su rodaje.

Si a esto añadimos el hecho de que el diseño de propuestas, y elecciones, estaba bien aquilatado y al final hay que sumar los nombres de los arzobispo que no tienen ningún representante de provincia eclesiástica en presidencias, es decir, Fidel Herráez, Celso Morga y Julián Barrio, la síntesis es que el cardenal Antonio Cañizares ha pasado como un ciclón, se ha llevado a todos con él y ahora podrá gestionar la Permanente según corresponda.

Sorpresas que da la Permanente.

 

José Francisco Serrano Oceja