Servicio diario - 13 de marzo de 2017


 

El papa Francisco elegido el 13 de marzo de 2013, en el signo de la misericordia
Posted by Anita Bourdin on 13 March, 2017



(ZENIT- Roma, 13 Mar. 2017).- Se cumplen este lunes, cuatro años desde que los cardenales reunidos en cónclave en la Capilla Sixtina, eligieron al cardenal Jorge Mario Bergoglio, SJ, arzobispo de Buenos Aires, como sucesor de Pedro. Una elección bajo el signo de la misericordia divina, de acuerdo a la clave de lectura programática que el Papa dio a su escudo episcopal, después pontificio. Una elección basada en un programa elegido por los cardenales electores impresionados por la intervención del cardenal argentino en el ‘pre-cónclave’. La elección de un Papa es la elección de Dios, y los cardenales en oración fueron así guiados en su voto por el pre-discernimiento antes del cónclave.
Estos primeros cuatro años del pontificado del papa Francisco han constituido una marcha del obispo y del pueblo de Dios en la oración, en la caridad, en la confianza, para construir un mundo de fraternidad bajo la mirada de la Virgen María.
El cardenal Jean-Louis di Vaissière en su reciente libro “François dans la tempête” (Francisco en la tempestad ) dice: “El papa argentino, perfectamente fiel al dogma, trae en la Iglesia aire fresca e intenta poner en acto todo lo que en el Concilio no ha sido plenamente actuado. Da el buen ejemplo más con los gestos que con las palabras, tiene un mensaje maravilloso de esperanza: el de una Iglesia empeñada por los pobres, en la lucha por la vida de más de siete mil millones de personas”.
El pre-conclave
Sabremos sucesivamente que en las asambleas generales antes del cónclave en la que participaron 161 cardenales entre electores y no electores, se hizo camino el nombre de Bergoglio después de un discurso que él realizó. El cardenal arzobispo hoy emérito de La Habana, Jaime Ortega, pidió después al cardenal Bergoglio si podía tener lo que había dicho. Bergoglio escribió así de puño y letra apuntes para su colega cubano, quien tras de su elección como Papa le pidió poder publicarlo.
Para el cardenal Ortega fue un discurso “magistral, perspicaz, atrayente y auténtico”, que reflejaba en cuatro puntos una evaluación de la situación de la Iglesia.
Coraje y celo por la evangelización: Bergoglio afirmaba que “la Iglesia tiene que salir de sí misma y buscar las periferias”, no solamente geográficas pero también humanas y existenciales, que es necesario ir a los más pequeños, acercando a las personas cuando manifiestan el pecado, el dolor, la injusticia y la ignorancia.
Las ‘enfermedades’ de la Iglesia cuando no evangeliza consisten en la autoreferencialidad, en el “narcisismo teológico”, lejos de la mirada del mundo y “pretendiendo tener a Jesucristo, sin salir afuera”.
Francisco pide discernir entre Iglesia evangelizadora, “la del ‘Dei Verbum religiose audiens et fidenter proclamans’ (la Iglesia que religiosamente escucha fielmente proclama la palabra de Dios”, y de otro lado “la Iglesia mundana que vive en sí, de sí misma y para sí”. Este discernimiento “tienen que iluminar los posibles cambios y reformas que es necesario realizar para la salvación de las almas”.
Último punto: “Pensando al próximo Papa: un hombre que, a través la contemplación de Jesucristo y la adoración de Jesucristo, ayude a la Iglesia a salir de sí misma hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de la dulce y confortante alegría de evangelizar”.
Este es el programa al cual se confiaron los electores que eligieron a Jorge Mario Bergoglio. Y esta reforma realizada bajo el signo de la misericordia, como demuestra también la sorpresa del Jubileo extraordinario, ha encontrado en él un padre espiritual: él ha querido de algún modo favorecer a la Iglesia y al mundo con su experiencia de misericordia que ha marcado su vocación y lo ha acompañado en la tempestades de la historia, haciendo parte de él como ancla de salvación.
Cada cristiano -la gente y especialmente los jóvenes, en vista del sínodo dedicado a ellos en el 2018- puede a su vez vivir la ‘misericordia’ todos los días. Y la unión entre misericordia y evangelización marca los viajes papales, incluido el próximo a Fátima, con motivo del centenario de las apariciones, en mayo próximo.


Francisco inicia su quinto año de pontificado. ¡Gracias Santo Padre!
Posted by Sergio Mora on 13 March, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 13 Mar. 2017).- Al anochecer de cuatro años atrás, tras el humo blanco que salió de la chimenea de la Capilla Sixtina, el carmarlengo papal, Mons. Jean Louis Tauran desde el balcón de la logia de san Pedro dio el esperado anunció: “¡Habemus papam!”.
Despertó así la primera ovación de la multitud que a continuación y por un instante quedó enmudecida tomada por el suspenso, mientras el camarlengo proseguía: “Eminentissimum ac reverendissimum Dominum, Dominum Giorgium Marium, Sanctæ Romanæ Ecclesiæ Cardinalem Bergoglio, qui sibi nomi imposuit: Franciscum”.
Comienza así con un primer “¡Buona sera” y la misa de inicio el 19 de marzo de 2013, solemnidad de san José, el pontificado de Francisco, primero con ese nombre, el primer jesuita y el primero proveniente del hemisferio sur. Del primer pontífice originario de América y el primero no europeo dese el año 741.
Un pontificado que despertó gran entusiasmo en todo el mundo así como la atención de los periodistas, de un cardenal de Buenos Aires que hasta entonces había siempre tenido una relación difícil con los medios de comunicación, pero que ya siendo Pontífice ha viajado con los corresponsales en las visitas apostólicos, dando ruedas de prensa y respondiendo cara a cara.
Francisco al recibir a los cardenales el 12 de diciembre de 2016, hizo un balance de sus cuatro años de pontificado, precisando entretanto que las reformas, a partir de la Curia, “no se realiza cambiando gente”, sino principalmente “con la conversión de las personas”.
Pero los aspectos nuevos son muchos, demasiados para un artículo, partiendo desde sus homilías cotidianas en la residencia Santa Marta, en donde ha desempolvado algunas verdades olvidadas, muchas veces simples, como ver a Jesús en el prójimo especialmente en el más necesitado, no hablar mal de los otros, retribuir debidamente a los empleados del hogar, o cuando marido y mujer pelean, hacer la paz antes de concluir el día.
Además de los grandes temas y eventos, el primero en 2016 con la encíclica Lumen Fidei, seguida el mismo año por la exhortación apostólica, Evangelii Gaudium, y como conclusión en el 2016 de los dos sínodos sobre la familia con la exhortación Amoris Laetitia.
Otro tema que ha involucrado a toda la comunidad internacional y con gran repercusión ha sido la carta encíclica Laudato Si‘, sin olvidar la Vultum Dei quarere, sobre la vida contemplativa femenina.
Se suma el Jubileo de la Misericordia convocato oficialmente con la publicación el 11 de abril de 2015 de la bula ‘El rostro misericordioso de Dios’, período que inició 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción y concluyó el 20 de noviembre de 2016.
Además profundizar las reformas iniciadas por Benedicto XVI, de las finanzas del Vaticano y la política de’ tolerancia cero’ hacia la pedofilia.
Se suman los viajes apostólicos y las diversas exhortaciones en las cuales recordó que es satánico matar en nombre de Dios. Un Papa que no deja de sorprender y que nos invita a todos, siempre a cuestionarnos.


Beato Giacomo Cusmano – 14 de marzo
Posted by Isabel Orellana Vilches on 13 March, 2017



(ZENIT – Madrid).- 125 años de su muerte se cumplieron en 2013. Y en este largo siglo transcurrido desde su deceso, la largueza evangélica que caracterizó su vida no ha hecho más que crecer. Nació el 15 de marzo del año 1834 en Palermo, Italia. Pertenecía a una acomodada familia. Fue el penúltimo de cinco hermanos. A los 3 años perdieron a su madre víctima de una epidemia de cólera. Una de las hermanas, Vincenzina, que era entonces una adolescente, contando con ayuda familiar se ocupó de los pequeños a quienes instruyó en las verdades de la fe. Giacomo, en particular, se sintió especialmente llamado a paliar el sufrimiento de los pobres; en ellos, y a pesar de su corta edad, veía a Cristo. Tuvo claro que la mejor vía para darles consuelo y asistencia era ser misionero. Este deseo, que acarició a lo largo de su infancia y adolescencia, reportaría incontables bendiciones. Su proverbial generosidad era tal, que tuvieron que poner a buen recaudo la llave de la despensa familiar porque repartía las viandas entre los indigentes. Y otro tanto hacía con prendas personales de abrigo, y su calzado.
Cursó estudios en el colegio Máximo, regido por los padres jesuitas y después se matriculó en la facultad de medicina. A los 21 años era un flamante médico dispuesto a sanar las lesiones físicas de los enfermos. Pudo haber gozado de privilegios, pero eligió a los menesterosos, y así lo hizo notar a su confesor. Éste le hizo pasar por la prueba, difícil para Giacomo en ese momento, de rasurarse la cuidada barba, cortarse el cabello y vestir toscamente, como lo hacían entonces muchos sacerdotes, lo cual suponía quedar a merced de las chanzas de sus contemporáneos. Pero él lo aceptó. Entendió que si iba a ocuparse de los indigentes, tenía que ponerse a su nivel.
Estudió teología y se dedicó a impartir catequesis. Su tarea, al ser guiada por el genuino espíritu evangélico, tuvo un sesgo de generosidad admirable. Los pobres encontraron en él a un profesional de la medicina que curaba sus heridas aunque no tuviesen medios para costear el tratamiento. Sin embargo, para una persona tan entregada como él, el ejercicio de la profesión se quedaba corto. Tenía el anhelo de llevar a todos a Cristo: «Sentí en mi alma el deseo de consagrarme a los pobres, para hacer propias sus miserias, para sacarlos de los terribles sufrimientos y acercarlos a Dios». No quería «la caridad del oro», del dinero, sino «el oro de la caridad». Con éste si podía llegar a las almas de los pecadores.
En su corazón resonaban las noticias que había oído en el convento de los padres jesuitas acerca de las grandes y sencillas gestas de los misioneros que evangelizaban América del Sur. Menos aún olvidaba su intento fracasado de haber partido a misiones en 1850 sin haber comunicado nada a su familia, y cómo su hermano Pedro, que conoció sus intenciones, impidió que se embarcara cuando estaba a punto de emprender el viaje. Había llegado el momento de dar ese paso que se le pedía, y confió a Vincenzina su deseo de consagrarse como fraile capuchino. Monseñor Turano, al que sometió su parecer, le animó a ser sacerdote. Fue ordenado en 1860. Su parroquia, los «Santos Cuarenta Mártires» de Palermo, rápidamente fue conocida por la excelsa labor caritativa que llevó a cabo como médico y como presbítero. Mientras, realizaba mortificaciones y penitencias. Tenía arte para recabar la ayuda de los pudientes y no le faltó su apoyo.
Un día de 1865, almorzando en casa de un amigo, reparó en el recipiente que el anfitrión colocó en el centro de la mesa, y en el que cada uno de los comensales depositaba una porción de comida que se destinaría después para dar de comer a los pobres. Con esa idea, en 1867 creó la Asociación del Bocado del Pobre. Lo hizo contra viento y marea, porque no todos estaban de acuerdo con el proyecto. La integraron sacerdotes y laicos de ambos sexos que colaboraban con él, y contó con la bendición de Pío IX. En 1870, Cusmano puso bajo el amparo de San José su obra. «Los que no pertenecen a nadie, son nuestros», repetía a los suyos.
El rápido crecimiento de esta asociación, la masiva afluencia de necesitados, junto a otras muchas dificultades que fueron apareciendo de forma incesante, le afectó espiritualmente. Su confianza se tambaleó en cierto sentido, al punto de pensar que en manos de otra Orden todo iría mejor. Orgullo y sentimiento de incapacidad es todo lo que tuvo ante sus ojos, con un sutil disfraz: considerar su indignidad para cumplir la voluntad divina. En suma, pensaba que el impedimento para que todo fuese bien era él mismo, y creyó que era mejor buscar la soledad, relegando su responsabilidad. Pero una noche de 1878, la Virgen, en un sueño le conformó y le animó a continuar su obra, haciéndole ver que todo lo que necesitaba era a su Hijo, el Niño Jesús que Ella portaba en sus brazos. Y Giacomo siguió adelante, contrito y gozoso, sin volver a dudar de que haciendo lo que se traía entre manos cumplía los designios de Dios.
Para poder ayudar a los indigentes convenientemente, en 1880 fundó las Siervas y los Siervos de los Pobres. Fue el impulsor de hospitales, casas destinadas a ancianos que vivían en el más completo abandono y no tenían medios para sobrevivir, y a huérfanos. Advirtió a los suyos: «No hagáis diferencias entre el Cristo sacramento y el Cristo en el pobre». León XIII, con el que mantuvo una audiencia privada, ensalzó su labor. Murió el 14 de marzo de 1888 de una pleuresía. Juan Pablo II lo beatificó el 30 de octubre de 1983.


Congreso de la Comunidad Académica del CELAM profundizó sobre la evangelización pedida por el papa Francisco
Posted by Enrique Soros on 13 March, 2017



(ZENIT – Bogotá).- Del 27 de febrero al 1ro. de marzo, tuvo lugar en Bogotá, Colombia, el II Encuentro de la Comunidad Académica de dicha Escuela Social, cuya finalidad fue el favorecer el crecimiento de dicho grupo, como instancia para el discernir, concebir y consultar en comunión sobre la vida y el proceder de la institución.
Durante el evento, los académicos contribuyeron al análisis de los diferentes programas de formación, revisión del cronograma académico 2017, de los proyectos de investigación, del Observatorio Socio-Pastoral y la respuesta de la Escuela Social a organismos vinculados en cuanto a temas sociales y pastorales.
Dicho encuentro internacional, dirigido por la directora de la Escuela, la Dra. Susana Nuin, contó con la participación del P. Juan Carlos Scannone, de Argentina, María Cristina Ventura, de República Dominicana, Marianela Curi, de Ecuador, Ana María Bidegain, de Estados Unidos y Colombia, Hna. Cristina Robaina, de Uruguay, Cruz Prado de Costa Rica, Hna. Sara Sierra, de Colombia, Juan Manuel Hurtado, de México, P. Carlos Arboleda, de Colombia, P. Carlos Irías, de Nicaragua, Alberto Ivern, de Argentina y Lucas Cerviño, de Argentina. El aporte a la Escuela Social de los mencionados investigadores y académicos de América Latina no solo se refleja en la formación, sino también en el acompañamiento a los procesos investigativos de análisis y cuestionamiento de la realidad actual que emprende la Escuela a través de sus diplomados, maestría y Observatorio Socio-Pastoral.
Durante este II Encuentro, se revisó la propuesta formativa de la Maestría en Doctrina Social de la Iglesia que ha puesto en marcha la Escuela Social del CELAM en conjunto con la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y que pretende dar visibilidad a las prácticas transformadoras existentes en América Latina y El Caribe y a la vez contribuir a alumbrar nuevas ideas, metodologías y herramientas conceptuales necesarias para superar los graves problemas que aquejan a América Latina y El Caribe.
El equipo de trabajo concluyó que han sido eficientes los esfuerzos de la Escuela Social del CELAM por contribuir a la visualización de nuevos paradigmas, nuevos enfoques, nuevos horizontes que dan lugar a cambiar la realidad social. La Escuela Social ha consolidado una Comunidad Académica en la que privilegia un espíritu de comunión, pero sobre todo, una preocupación compartida por los problemas sociales de América Latina y El Caribe.


El Santo Padre en otra parroquia romana predica ‘el rostro luminoso’ y el ‘desfigurado en la Cruz’
Posted by Sergio Mora on 13 March, 2017



(ZENIT- Roma, 13 Mar. 2017).- El papa Francisco ha visitado este domingo 12 de marzo, el segundo de cuaresma, la parroquia de Santa Magdalena de Canossa, situada en la periferia noroccidental de Roma, en la ‘Borgata Ottavia’, realizando así su 14º visita pastoral a las parroquias de su diócesis.
Una visita que el Santo Padre ha realizado en el período de cuaresma, dos días después de concluir los ejercicios espirituales. Cuando Francisco llegó poco antes de las 16 horas, los parroquianos le recibieron en el campo deportivo con gran afecto, mientras las campanas sonaban.
Conversó con los niños del catecismo que le hacen varias preguntan: ¿Cuándo ha iniciado tu primer encuentro con Jesús? ¿Estás contento de ser Papa o hubieras preferido ser sacerdote en una pequeña parroquia? ¿Hay algo que te asusta o de causa miedo? ¿Cuáles fueron los momentos más lindos de tu vida? … Somos demasiados smartphone, y a veces escuchamos poco a los otros, ¿Cómo podemos resolver este problema?
en la cripta saludó a los ancianos y enfermos, en el teatro parroquial tuvo un encuentro con los esposos que bautizaron a sus hijos en el 2016. Saludó también a los sacerdotes y diáconos, a algunas hermanas Hijas de la Caridad (Canosianas), celebró misa, confesó a un adolescente, un joven, un hombre y a una mujer. La misa presidida por el Santo Padre fue concelebrada por los sacerdotes de la parroquia y vicaría.
En su homilía el Santo Padre comentó el Evangelio del día, señaló el rostro transfigurado, “luminoso y brillante de Jesús”, pero también del rostro de dolor en la cruz, “feo, desfigurado, torturado, despreciado, ensangrentado por la corona de espinas… Todo el cuerpo de Jesús será como una cosa para descartar”.
Y el Pontífice señala: “Qué fea cosa”, hablar de los pecados de los otros, e invitó a mirar los propios pecados, porque “este es el camino de la pascua”.
Francisco invita así a mirar el rostro del Salvador en esos dos momentos, de transfiguración y de dolor, los cuales “nos animan para ir hacia adelante en el camino de la vida cristiana”, y a “pedir perdón de nuestros pecados y a no pecar tanto. Nos anima sobre todo a tener confianza porque si Él se ha hecho pecado es porque ha tomado sobre sí los nuestros. Y Él está siempre dispuesto a perdonarnos”, reitera el Papa y precisa: “solamente tenemos que pedirlo”. Porque “ha pagado por nosotros y lo ha hecho por amor”.
La parroquia tiene varios grupos que realizan actividades, como “Misiones”, con un proyecto de los canosianos de “Casa Amiga” en Brasil. En esta periferia urbana de Roma, la Cáritas realiza una importante labor, en particular con los jóvenes y personas que han perdido en trabajo, distribuyendo alimentos dos veces al mes.