Tribunas

¿Han envejecido “Las Edades del Hombre”?

José Francisco Serrano Oceja

El esfuerzo que las diócesis de Castilla y León, en su historia reciente, han realizado con la serie de exposiciones de “Las Edades del Hombre” ha sido más que loable. La Iglesia en Castilla y León es, en sí misma, un florilegio de arte, de belleza, de estética.

Pero de patrimonio no solo se vive. Y la cuestión del patrimonio y de su conservación es una asignatura peliaguda para no pocas iglesias diocesanas. Ahí están las Comunidades Autónomas, las administraciones públicas, siempre dispuestas a un proceso de desamortización encubierta, o al menos de insana dinámica de dependencia.

Sin más añoranzas y nostalgias que las debidas, remontémonos al inmediato pasado. Atrás quedó la sorpresa que, sin muchas ayudas y con no poca incertidumbre, supusieron las primeras exposiciones. José Velicia y su osadía cultural y evangelizadora en la época de monseñor José Delicado Baeza. Aquellas grandes muestras en las capitales de provincia que se caracterizaban por unos guiones artísticos, literarios y, también, catequéticos que en sí mismos eran un primor estético. Hay que recordar, en este sentido, nombres como los de Joaquín Luis Ortega o José Jiménez Lozano, entre otros.

La Iglesia de Villagarcía, samaritana de los pobres, evangelizadora de los pobres a través del arte, moderna en su enganche con la sociología cultural de las masas. Ahora,  las exposiciones de las Edades del Hombre, y esta en la Colegiata de Santa María y en la iglesia del Santo Sepulcro de Toro (Zamora), además de suponer un revulsivo para el comercio y el turismo local, ha entrado en un fase de humildad que deja en el visitante, en no pocas ocasiones, más preguntas que respuestas.

Estamos ya no en la segunda, probablemente en la tercera generación de una marca que puede estar siendo arrastrada por la presión política de quienes financian estas iniciativas. La segunda generación fue la de Antonio Meléndez. Ahora, después del comisariado del profesor salmantino  José Ramos Domingo, vivimos en la etapa de la ejemplar misión de los Delegados de Patrimonio de las diócesis castellanas. Al fin y al cabo, la firma de los obispos.

Muestra de este nuevo estado es la actual exposición “Aqua”. No se trata, ni mucho menos, de comparar el número de visitantes entre las grandes muestras y las actuales, ni de valorar el trato que reciben los visitantes. Lo que se percibe es una presión ambiental por una aparente necesidad de seguir organizando exposiciones sin un argumentario aquilatado, catequético, de novedosa propuesta de fe, con obras expuestas algo forzadas.

O al menos es lo que percibe por quien ha visitado todas y cada una de las exposiciones a lo largo de la historia.

¿Necesita la Fundación de las Edades del hombre un examen post-expositivo? ¿Han envejecido La Edades del Hombre? ¿Cómo rejuvenecerlas? Sus responsables sabrán y harán lo oportuno, sin lugar a dudas.

 

José Francisco Serrano Oceja