Tribunas

Reformas en la Curia

Ernesto Juliá

Vaya por adelantado, y para que nos ayude a colocar las cosas en su sitio, que las reformas en la Curia, ese organismo que ayuda al Papa en su labor de servir a la Iglesia, -Siervo de los Siervos de Dios- es uno de los títulos que reflejan la misión del Papa, han sido constantes a través de los siglos. No son, por tanto, ninguna novedad.

La labor de la Curia es servir para que la palabra de Cristo, la luz del Hijo de Dios hecho hombre llegue a todos los rincones del mundo, y muy especialmente, a los hogares, instituciones, fieles, cristianos. Es lógico, por tanto, que de cuando en cuando, organismos que ya han cumplido su misión cesen de existir, y surjan otros nuevos.

En estos días ha sido noticia la constitución de dos nuevos Organismos –Dicasterios- dentro del organigrama de la Curia: el “Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida” y el “Dicasterio para el desarrollo Humano Integral”.

¿En vez de simplificarse, se engrandece la Curia?, cabría preguntarse. La respuesta es: No. Estos dos nuevos organismos llevan consigo la desaparición de seis Consejos Pontificios, que se ocupaban, cada uno por separado, de las cuestiones encomendadas a los dos nuevos Dicasterios. Parece claro el deseo del Papa de agilizar trámites, y de reducir costes.  Además, la reducción de personal que eso puede suponer irá en beneficio de las Diócesis que podrán disponer de la labor pastoral de los sacerdotes que dejen Roma.

Al erigir estos organismos, el Papa ha expresado así su deseo:

“En todo su ser y obrar, la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre a la luz del Evangelio”.

“Con el fin de poner en práctica la solicitud de la Santa Sede en los mencionados ámbitos, como también en los que se refieren a la salud y a las obras de caridad, instituyo el Dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral”. “En modo particular, este Dicasterio será competente en las cuestiones que se refieren a las migraciones, los necesitados, los enfermos y los excluidos, los marginados y las víctimas de los conflictos armados y de las catástrofes naturales, los encarcelados, los desamparados y las víctimas de cualquier forma de esclavitud y de tortura”.

“Desarrollo humano integral”. La Iglesia se ocupa del hombre, y el hombre es cuerpo y alma, o mejor, alma-cuerpo en la unidad del Yo, de la Persona; un “espíritu encarnado”, que señalan algunos. Y la Iglesia nunca olvida que la vida del hombre, aunque no acabe en la tierra, en la tierra se desarrolla; y cada hombre no es un ser aislado: se relaciona con las personas con las que convive.

En definitiva, no parece aventurado pensar, después de la “Laudato Si” y la “Amoris laetitiae” que el deseo del Papa es recordarnos a todos que hemos sido creados por un Dios Padre que nos ama, que nos ha creado en familia, con un padre y una madre; y ha enviado a nuestro corazón, el mismo “fuego de su amor”, el Espíritu Santo, que abre nuestro corazón para defender la vida, amar a los hermanos, a todos los hombres, enfermos, discapacitados, marginados, etc., etc. Y así, todos podamos ayudarnos a vivir en paz y en armonía, transmitiéndonos, los unos a los otros, el amor que Dios nos tiene.

Y teniendo en cuenta las misiones encomendadas a estos Dicasterios, resulta natural la novedad que ha introducido el Papa, al señalar que el Secretario y el Subsecretario pueden ser “fieles laicos”, hombres o mujeres se entiende. Quienes, por otra parte, desde hace ya tiempo, participan en diferentes actividades del trabajo en la Curia.

El Papa nos anima a preocuparnos de la vida terrena de todos los hombres, a preocuparnos del bien de sus almas, y así ayudarles a caminar con nosotros por senderos que llevan a la Vida Eterna en Dios. De esta manera, la Iglesia no se convertirá jamás en una ONG, ni en una simple reunión de amigos.

“La Iglesia no existe para tenernos ocupados como cualquier otro tipo de asociación intramundana y para conservarse con vida ella misma; la Iglesia existe a fin de llegar a ser para todos nosotros la entrada en la vida eterna” (Ratzinger).

Las reformas en la Curia tienen esa finalidad: ayudar al Papa en su misión de servicio a la Fe, a la Esperanza, a la Caridad de todos los hijos de Dios en Cristo Jesús.  Por eso, estas reformas invitan a todos los que en ellas participan, a reformarse por dentro, y a renovar su deseo de “servir” esta misión de la Iglesia, desde la Curia. A todos los cristianos se nos pide el deseo de servir a la Iglesia, a Cristo, “como la Iglesia, Cristo, quiere ser servida”; sin intereses pequeños, propios, que no dejarían de ser nunca “miserables”.  

 

Ernesto Juliá Díaz

ernesto.julia@gmail.com