Servicio diario - 08 de febrero de 2016
Así, el Santo Padre asegura que “estoy contento” y “siento una gran
alegría”. Asegurando que “siempre tuve un recuerdo especial en mi
oración por todos los mexicanos”, el Papa indica que “los llevo
dentro de mi corazón, ahora podré visitarlos y pisar esa bendita
tierra, tan amada de Dios, y tan querida de la Virgen María”.
En
el vídeo, Francisco responde a una pregunta: “¿Y qué pretende el
Papa con este viaje?”. La respuesta –asegura– es inmediata y
sencilla: “Deseo ir como misionero de la misericordia y de la paz;
encontrarme con ustedes para confesar juntos nuestra fe en Dios y
compartir una verdad fundamental en nuestras vidas”. Y esa verdad es
“que Dios nos quiere mucho, que nos ama con un amor infinito, más
allá de nuestros méritos”.
Por otro lado, el Pontífice subraya que quiere estar “lo más
cerca posible de ustedes”, pero de modo especial “de todos aquellos
que sufren, para abrazarlos y decirles que Jesús los quiere mucho,
que Él siempre está a su lado”.
Reconoce alegrarse al saber que se están preparando para el viaje
con mucha oración. Por esta razón, el Papa precisa que “la oración
ensancha nuestro corazón y lo prepara para recibir los dones de
Dios”. La oración –añade– ilumina nuestros ojos para saber ver a los
demás como los ve Dios, para amar como ama Dios. De este modo,
Francisco también les agradece mucho que recen por él.
Finalmente, el Papa les confía otro de sus deseos más grandes:
“poder visitar la casa de la Virgen María”. Así, explica que “como
un hijo más, me acercaré a la Madre y pondré a sus pies todo lo que
llevo en el corazón”. El Santo Padre reconoce que “es lindo poder
visitar la casa materna, y sentir la ternura de su presencia
bondadosa”. Allí, en la Basílica de Guadalupe, el Papa mirará a los
ojos de la Virgen “y le suplicaré que no deje de mirarnos con
misericordia, pues ella es nuestra madre del Cielo”.
Para concluir su mensaje, confía a María desde ahora su viaje y
“a todos ustedes, mis queridos hermanos mexicanos”.
“Estoy muy feliz”. Así comenta el papa Francisco su futuro encuentro
con el patriarca de Rusia, Kirill, que tendrá lugar este viernes en
el aeropuerto de La Habana. En un coloquio en Santa Marta con varias
personas, entre las que estaba presente un periodista del
diario italiano
Corriere della Sera, el Santo Padre cuenta
algunos detalles sobre este histórico momento para la Iglesia.
“Yo
he dejado hacer. Solo he dicho que quería encontrar y volver a
abrazar a mis hermanos ortodoxos”. Añadió que “han sido dos años de
negociaciones en secreto, bien dirigidas por buenos obispos. Para
los ortodoxos se ha ocupado Hilarion, que además de ser bueno es
también un artista, un músico. Han hecho todo ellos”, explicó el
mismo Francisco.
Asimismo, el Papa señala que son puentes lo que es necesario
construir. “Paso a paso, hasta llegar a estrechar la mano de quien
está al otro lado. Los puentes duran y ayudan a la paz. Los muros
no: parece que nos defienden, y sin embargo separan solamente. Por
eso deben ser derribados, no construidos. Y están destinados a caer,
uno tras otro. Pensemos en el de Berlín. Parecía eterno y sin
embargo: puff, un día se ha caído”, indicó el Santo Padre.
Por otro lado, en Pontífice aseguró que “no podemos decir que
estamos rodeados de un mundo en paz. Hacia donde nos giremos hay
conflictos. Yo he hablado de la tercera guerra mundial por partes.
En realidad no es por partes: es una guerra”. Y preguntó: “¿cómo se
hacen las guerras?”. A lo que respondió: “actuando sobre la
economía, con el tráfico de armas, y haciendo la guerra contra
nuestra casa común, que es la naturaleza. Los traficantes están
haciendo mucho dinero, comprando armas de un país que se las da para
golpear a otro, su enemigo. Y se sabe cuáles son”.
Por otro lado, el Papa indicó que “Occidente debe hacer
autocrítica sobre la primavera árabe”. En esta línea subrayó que
“sobre la primavera árabe e Irak se podía imaginar antes lo que
podía suceder. Y en parte ha habido una convergencia de puntos de
vista entre la Santa Sede y Rusia. En parte, está bien que no
exageremos porque Rusia tiene sus intereses”.
Otro tema abordado en el coloquio en Santa Marta, fue la
inmigración en Europa. Es un desafió –aseguró– para afrontarlo con
inteligencia, naturalmente, porque detrás está el problema enorme y
terrible del terrorismo. A propósito de Europa, el papa Francisco
observó que “debe y puede cambiar. Debe y puede reformarse. Si no es
capaz de ayudar económicamente a los países de los que provienen los
refugiados, debe plantearse el problema de cómo afrontar este gran
desafío que es en primer lugar humanitario, pero no solo”. Se ha
roto un sistema educativo –indicó–, que transmitía los valores de
abuelos a nietos, de padres a hijos. Es necesario plantearse cómo
reconstruirlo.
La decimotercera reunión del santo padre Francisco con el Consejo
de los 9 cardenales (C-9) ha iniciado este lunes por la mañana en
el Vaticano y concluye mañana martes, tal y como estaba
programado.
El conocido como C9 fue creado por el papa Francisco
el 13 de abril de 2013 e institucionalizado el 30 de septiembre de
ese año. Los cardenales provienen de los cinco continentes y dan
consejos y opiniones, pero es el Santo Padre quien decide las
medidas que deberán ser tomadas.
Como es habitual durante los encuentros del Consejo de
cardenales, al finalizar la reunión la Oficina de Prensa informará
sobre los contenidos abordados. En la última reunión del C9, que
tuvo lugar en diciembre pasado, se delinearon algunas
particularidades sobre los dos nuevos dicasterios que ya fueron
anunciados, uno sobre caridad, justicia y paz y otro sobre laicos,
familia y vida
El Consejo está integrado por los cardenales Óscar Rodríguez
Maradiaga (coordinador), Pietro Parolin (secretario de Estado),
Giuseppe Bertello, Francisco Javier Errázuriz Ossa, Seán Patrick
O’Malley, Reinhard Marx, Laurent Monsengwo Pasinya, Oswald Gracias
y George Pell.
La
Pontificia Comisión para la Tutela de Menores se
ha reunido en Roma durante siete días. En un comunicado
entregado hoy por el director de la oficina de prensa, el
padre Federico Lombardi, la comisión explica que los
encuentros de los seis grupos de trabajo se han concentrado
sobre la actualización de los proyectos en marcha y sobre el
desarrollo y la elaboración de las propuestas.
Los
colaboradores externos que han asistido a los grupos de
trabajo han sido el “Catholic Fund for Overseas
Development” (CAFOD) (Fondo Católico para el Desarrollo)
y un experto de Derecho Penal Canónico.
De este modo, se han presentado a la Asamblea Plenaria
borradores de propuestas para discusiones posteriores y
decisiones sobre las políticas que se presentarán al Santo
Padre. “Las líneas guía –explica el comunicado– servirán para
reconocer la diversidad de informaciones y orientaciones que
actualmente están a disposición de la Iglesia en el mundo”.
Asimismo indican que algunas propuestas para presentar
al papa Francisco incluyen “la petición de recordar a
todas las autoridades de la Iglesia la importancia de
una respuesta directa a las víctimas” y “la institución
de una Jornada Universal de Oración y de una liturgia
penitencial”.
A lo largo del año, se han programado algunos seminarios
sobre los aspectos unidos a la tutela de menores con la
participación de colaboradores externos, para “establecer
mayor transparencia sobre los procesos canónicos”, indica el
comunicado de la Comisión. Además, indican que en la próxima
Asamblea Plenaria serán presentados un informe y algunas
recomendaciones y será también activada un página web para
compartir las Buenas Normas para la tutela de los menores en
el mundo.
Por otro lado, señalan que “los miembros de la Comisión
están activamente en contacto con numerosas Conferencias
Episcopales, y han presentado el tema de la tutela de menores
a las Conferencias de Religiosos y a las Congregaciones”.
También explican que a lo largo del año los miembros de la
Comisión se han reunido con obispos y las autoridades que se
ocupan de la tutela de los menores en Filipinas, en Austria,
en las Islas del Pacífico, en Nueva Zelanda, Escocia, Polonia,
América Central (Costa Rica), United States National Safe
Environment and Victims Assistance Coordinators (SECs) y
con los Coordinadores de la Asistencia a las Víctimas (VACs).
Y tras los seminarios conducidos por los miembros de la
Comisión en el pasado mes de agosto en Filipinas, la Conferencia
Episcopal de Filipinas ha creado una oficina para la
tutela de los menores y ha formulado una exhortación pastoral
sobre el cuidado pastoral y la protección de los menores.
En el próximo mes de marzo, está programado un encuentro en
Ghana con los secretarios generales del Simposio de las
Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM),
y un segundo encuentro con los médicos de la Asociación de
Miembros de la Conferencia Episcopal de África oriental (AMECA)
en Tanzania, que se ocupan de la tutela de menores. Los
miembros de la Comisión participan también en la Conferencia
Anglófona de Tutela que se celebra en Roma y en la United
States National Safe Environment and Victims Assistance
Coordinators 2016. Finalmente, para el 2017, la Federación
de las Conferencias Episcopales de Asia (FABC) ha pedido
un seminario con los miembros de la Comisión.
Por otro lado, la Comisión ha dado la bienvenida al
reciente anuncio que dentro de una semana, en la Pontificia
Universidad Gregoriana, dará inicio el primer curso de
estudios para conseguir un diploma para la Tutela de
Menores, con 19 participantes procedentes de cuatro
continentes: África, Europa, América y Asia.
Para concluir el comunicado, en el que informan de las
últimas novedades, indican que el encuentro de la Comisión en
septiembre de 2016 tendrá el objetivo estratégico de tutelas a
los menores en las escuelas católicas, pidiendo contribuciones
de expertos de América Latina, Inglaterra y Gales.
El pasado fin de semana, la Comisión anunció que uno de sus
miembros, el activista británico contra la
pedofilia Peter Saunders, que había sido víctima de abusos por
parte de un sacerdote católico cuando era pequeño, dejaba de
formar parte del grupo. La Comisión Pontificia para la
protección de menores –indicó un comunicado publicado
el sábado– discutió la orientación y los objetivos de la
propia comisión. Como resultado de la discusión se decidió que
el señor Peter Saunders tomará un período de licencia en su
participación como miembro para reflexionar cómo él pueda
contribuir del mejor modo en el trabajo de la comisión.
En los días precedentes y posteriores, obispos y sacerdotes
celebrarán misas y tendrán encuentros de oración y reflexión en la
diócesis a la que pertenecían la mayor parte de los coptos víctimas
del asesinato perpetrado en una localidad costera libia, cuyo vídeo
fue publicado en las webs yihadistas.
Los coptos egipcios fueron
secuestrados en Libia a primeros de enero de 2015. El vídeo de su
decapitación fue publicado en la red el 15 de febrero. Ese vídeo —
indicó en ese momento Anba Antonios Aziz Mina, obispo copto católico
de Guizeh– fue construido como una puesta en escena cinematográfica,
con el intento de sembrar el terror. También recordaba que en el
vídeo se ve que algunos de los mártires, en el momento de su bárbara
ejecución, repiten ‘Señor Jesucristo’. “El nombre de Jesús ha sido
la última palabra que salió de sus labios. Como en la pasión de los
primeros mártires, se han encomendando a Aquel que pocos después les
acogería. Y así han celebrado su victoria, la victoria que ningún
verdugo podrá quitarles”, precisó.
El vídeo, de unos cinco minutos de duración, se titulaba “Un
mensaje firmado con sangre para la nación de la cruz” y según el
Estado Islámico estaba dirigido a “la gente de la cruz, seguidores
de la hostil iglesia egipcia”. El lugar donde ocurren las
ejecuciones es Trípoli, la capital libia.
A nueve kilómetros al norte del Mar Muerto, en la orilla este del
río Jordan,
Betania
de Transjordania es el enclave bíblico más importante del Reino
Hachemita de Jordania y el pasado 2 de febrero fue declarado
oficialmente Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Se trata del
quinto lugar del país que recibe este reconocimiento después de
Petra, Quseir Amra, Um Al Rassas y el desierto de Wadi Rum.
En la
ceremonia celebrada en París, el arzobispo Maroun Lahham, vicario
patriarcal para Jordania del Patriarcado Latino de Jerusalén, ha
definido este enclave como “un lugar donde todavía resuena la voz de
Cristo” en un país, Jordania, “tranquilo y seguro, en medio de un
Oriente Medio en llamas”. “El Evangelio lo había declarado ya hace
dos mil años, la devoción popular siempre lo ha confirmado, las
investigaciones arqueológicas lo han puesto de relieve, los Papas lo
han visitado, y hoy la comunidad internacional lo declara
oficialmente”, ha señalado el arzobispo Lahham. “A partir de esta
tarde –ha añadido– podemos declarar en voz alta que Jordania es
Tierra Santa. La Tierra Santa incluye especialmente a Jerusalén,
Belén y Nazaret, pero Jordania no es menos santa por ello”.
Betania fue el lugar donde se estableció Juan Bautista y donde
Jesús fue bautizado. El Señor también oró aquí por primera vez ante
Dios y reunió a sus primeros discípulos, ha recordado la Oficina de
Turismo de Jordania en España. Este lugar ha recibido la visita de
los tres últimos pontífices: Juan Pablo II, Benedicto XVI y
Francisco.
El área cuenta con restos romanos y bizantinos, incluyendo además
restos de cinco iglesias paleocristianas y capillas. Actualmente se
celebran bautizos y es un lugar importante de peregrinación
cristiana.
A lo largo de la geografía jordana se pueden descubrir numerosos
enclaves mencionados en el Antiguo y Nuevo Testamento por lo que no
es de extrañar que el país haya fascinado a un sinfín de peregrinos
que lo han visitado para seguir los pasos de algunos de los profetas
más importantes de la Biblia.
Algunas de las iglesias más antiguas del planeta se encuentran en
Jordania, como la sala de oración del siglo II de Betania, la
iglesia del siglo IV de Umm Qays y las ruinas del que se cree que es
el templo más antiguo del mundo en la ciudad de Áqaba al sur del
país. La iglesia bizantina de San Jorge en Mádaba (siglo VI) guarda
el mapa mosaico de Tierra Santa más antiguo.
“Como pastores, aunque nos sentimos impotentes ante esta
situación, no podemos callar, pues el valor sagrado de la vida
humana está siendo cada vez más vulnerado”, denuncian en su mensaje.
Asimismo, recuerdan que “la vida de la persona es sagrada y nadie
puede privar a otro de tal derecho, porque desde su inicio es fruto
de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial
relación con el Creador, su único fin”.
Por otro lado, aseguran
que “el fenómeno de la delincuencia, los asesinatos, robos,
extorsiones, violaciones y otros delitos, siguen llevando más luto y
sufrimiento a las familias salvadoreñas, situación que empeora y
pone en crisis a las instituciones del Estado encargadas de
proteger a la población”. Muchas veces –observan– el armamento de
los delincuentes supera al de las fuerzas encargadas de la seguridad
pública y con frecuencia, estos grupos operan con impunidad,
condenamos el perverso comercio de armas y municiones que
alimenta el crimen y sigue desangrando al noble pueblo salvadoreño.
Los obispos salvadoreños subrayan que es “totalmente inaceptable
que los criminales sigan enriqueciéndose a costa del
sacrificio y sufrimiento de la gente honrada y trabajadora, por
medio del robo y las extorsiones”.
Además, exhortan a las autoridades correspondientes a no ceder en
el esfuerzo, que muchas veces exige sacrificios heroicos, y les
aseguran su apoyo a través de la oración.
Igualmente, precisan que “no podemos olvidar el clamor de las
víctimas de la delincuencia y de sus familiares, ante la escasa y a
veces nula, atención que reciben”. Por esta razón, se solidarizan
con ellas en la oración y les apoyan en su deseo de justicia.
Concluyen su mensaje asegurando que “la impunidad no debe ser la
regla, y que le corresponde al Estado generar las condiciones, a
través de mecanismos de investigación transparentes y efectivos, y
de la administración de una pronta y cumplida justicia, para que las
salvadoreñas y los salvadoreños podamos vivir en paz”.
Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y
director espiritual en el seminario diocesano
Maria Mater
Ecclesiae de são Paulo (Brasil).
Idea principal: Conversión para
avanzar en el camino de la santidad que nos conduce al Cristo
Pascual.
Síntesis del mensaje: la ceniza que ahora nos será impuesta nos
debe recordar que somos poca cosa, que no podemos sentirnos
orgullosos, ni tener odios, ni egoísmos… y de esta manera
alcancemos “por medio de las prácticas cuaresmales, el perdón de
los pecados; y alcancemos, a imagen de tu Hijo resucitado, la vida
nueva de tu reino”.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, un poco de historia. En los siglos VIII
y IX la imposición de la ceniza se unía, en el contexto litúrgico, a
la penitencia pública. Aquel día se mandaba salir a los “penitentes”
de la iglesia. Y este gesto repetía, de alguna manera, aquél otro de
Dios arrojando a Adán y Eva, pecadores, del paraíso… En esta
perspectiva se colocan las palabras del Génesis que se refieren
precisamente a este episodio: “Con el sudor de tu frente comerás
el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella te sacaron;
pues eres polvo y al polvo volverás… Y el Señor Dios lo expulsó del
jardín del Edén, para que labrase el suelo de donde lo había
sacado” (Gn 3,19s). Sólo más tarde la imposición de la ceniza
tomó un simbolismo distinto: el de la fragilidad y brevedad de la
vida. El recuerdo de la muerte. La referencia a la tumba. Me parece,
sin embargo, que es válido, sobre todo, el significado primitivo,
que expresa penitencia, expiación por el pecado. “El hombre-polvo”
quiere decir el hombre que se ha alejado de Dios, que ha rehusado el
diálogo, que ha sido echado de su casa, que ha rechazado el
dinamismo del amor para caminar siguiendo una trayectoria de
desilusión y de muerte. “El hombre-polvo” es el hombre que se opone
a Dios, da la espalda a su propio ser y se condena a la nada. Pero
en este dramático itinerario de alejamiento y visitación, existe la
posibilidad del retorno. Retorno al origen. En lugar de precipitarse
hacia la tumba, es posible cambiar de dirección -¡he ahí la
conversión¡- y volver a la fuente. “Acuérdate que eres polvo y
como polvo volverás… a Dios”. Con tal que lo quieras. Ya, en
este momento.
En segundo lugar, y Dios, ¿qué espera de nosotros? ¡Conversión,
cambio de vida, vuelta a comenzar! Me vuelvo tierra y me confío al
Constructor para que me rehaga del todo. Me he equivocado. He
perdido el camino de la vida. He perdido el reino. He comprometido
incluso a los otros en mi pecado (todo pecado es un pecado “público”
con consecuencias desastrosas para toda la comunidad eclesial). Es
justo que se me ponga a la puerta. Pero, a la vuelta de la esquina,
vuelvo a condición de… polvo. O sea, de materia prima. Y él se
inclinará aún sobre este polvo para darle el aliento de vida. Así mi
“nada” es tocada por la plenitud divina. De la ceniza salta una
chispa de vida. Y ahora la sutil capa de polvo ya no puede ocultar
el esplendor del rostro de un hijo de Dios. Todo, pues, comienza de
nuevo. Puede ser “nuevo” si acepto no el… fin, sino el principio. No
el montoncito de ceniza de la tumba. Sino el puñado de tierra en las
manos del Artífice. El poco de tierra dispuesta a recibir el
“aliento”. Y convertirse así, de nuevo, en un “viviente”. La cita,
pues, con la ceniza es fundamentalmente la cita con la Vida. ¡La
ceniza me recuerda la cuna, no la tumba!
Finalmente, los medios que Dios pone en nuestras manos
en esta cuaresma para llevar a cabo nuestra conversión son
los que Jesús nos recomienda en el evangelio de hoy: oración,
limosna o caridad y ayuno. Oración: Intensificar nuestros
espacios de oración. Pero sobre todo orar mejor. Ayuno:
Ayunar de las muchas cosas que empequeñecen nuestra vida cristiana. Limosna:
la llamamos también “caridad”: amor. El amor al hermano, sobre todo
al necesitado, en quien Cristo se hace más presente, pasa por el
socorro material suficiente y digno, no mezquino. Todo eso se
convierte entonces en un gran empuje para avanzar, para caminar.
Jesús, en el evangelio, nos ha hablado de este camino. Nos ha dicho
que tenemos que dar de lo nuestro a los que lo necesitan; nos ha
dicho que tenemos que orar, que tenemos que acercarnos a Dios con
todo nuestro ser; nos ha dicho que tenemos que ayunar, que tenemos
que renunciar a tantas cosas (comida, televisión, diversión, lo que
sea) para dedicarnos con más ahínco al Evangelio. Y nos ha dicho que
todo eso lo tenemos que hacer no para que nos vean y nos feliciten,
sino por fe, por amor, por deseo de fidelidad. En este tiempo de
Cuaresma hemos de vivir intensamente este empuje para avanzar. Cada
uno de nosotros tenemos que proponernos hacer de esta Cuaresma un
verdadero paso adelante en la vida cristiana. Reconociendo el propio
pecado, poniendo toda nuestra confianza en Dios, esforzándonos de
verdad en el seguimiento de Jesucristo. Para llegar llenos de gozo a
la Pascua.
Para reflexionar: la llamada sigue siendo la misma: ¿das de
verdad limosna, sí o no? Y esto quiere decir: ¿compartes con los
otros y vas a compartir más aún durante esta cuaresma?; ¿rezas o no
rezas, y estás dispuesto a rezar más durante esta cuaresma?;
¿aceptarás una vida más ascética para salir de la comodidad… y
también para poder compartir un poco más? No hay nada que nos impida
escoger otros esfuerzos, otros progresos; no faltan sugerencias para
ello en el evangelio. Lo que debe animarnos y hasta entusiasmarnos
es que una cuaresma tomada así, en serio, puede marcar profundamente
nuestra vida.
Para rezar: Recemos con el salmo 50, 9-11:
Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis
iniquidades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un
espíritu recto dentro de mí. No me eches de tu presencia, y no
quites de mí tu santo Espíritu.
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre
Antonio a este email: arivero@legionaries.org
Leopoldo de Alpandeire Sánchez Márquez (su nombre de pila
era Francisco Tomás), nació el 24 de junio de 1864 en Alpandeire,
Málaga, España. Era el primogénito de cuatro hermanos. Sus padres
trabajaban en el campo, labores en las que él se empleó en cuanto
tuvo edad para ello. A esta ocupación dedicó treinta y cinco años de
su vida, dejando un reguero de caridad en las personas que halló a
su paso. Alimento, escasas pertenencias y dinero, el poco que tenía,
salían de su zurrón y bolsillos a costa de mermarlo a su familia y a
sí mismo, con tal de asistir a cualquiera que consideraba más pobre
que él. Compasión, generosidad, penitencia y misericordia, junto con
su amor a la Eucaristía y admirable devoción mariana, fueron algunas
de sus muchas virtudes. Adolecía de formación, pero tenía la
sabiduría adquirida con su oración, que es lo que cuenta, y su gran
corazón era incomparable con cualquier enseñanza académica.
A la
bella localidad de Ronda llegaron los capuchinos para celebrar la
beatificación de fray Diego José de Cádiz. Y el recogimiento y la
fuerza con la que hablaban de Dios fue todo un descubrimiento para
él: «Yo quiero ser un fraile como éstos», se dijo. Le costó
la admisión cuatro años de espera por diversos contratiempos humanos
ajenos a su voluntad; mientras, perseveraba en su empeño. En medio,
ante las dudas por la falta de respuesta, incluso pensó en el
matrimonio, pero siempre sin desistir de su vocación que no ocultó a
la joven. Finalmente, en 1899 un sacerdote al que confió la
situación que le impedía convertirse en religioso intervino en el
asunto, solventándolo. El 16 de noviembre de ese año ingresó en
Sevilla. Allí le dieron el nombre de Leopoldo, reconociendo después
que esa elección «le había caído como un jarro de agua fría».
Este comentario era una nimiedad porque desde el primer instante,
labrando la huerta, como se le encomendó, llevó una vida edificante,
y así lo constataron sus hermanos de comunidad que vieron en él un
fraile humilde, obediente, discreto, fiel a la regla, lleno de
fervor.
Fue hortelano sucesivamente en Antequera y Granada, último
destino. En éste se le confiaron las misiones de sacristán y
limosnero. Inclinado a la contemplación, tomó la labor de pedir
limosna como signo de la voluntad divina. Y con esta disponibilidad
salió a la calle en la que fue dejando el poso de su admirable
virtud. Su convicción: «Dios da para todos», sintetiza su
quehacer apostólico y el espíritu orante con el que sobrenaturalizó
esta misión ejercida durante medio siglo, incluso en situaciones de
grave intolerancia. En incontables ocasiones, el precio de una
modesta limosna fue el insulto, el desaire, la violencia verbal y
física. Comprensivo y paciente le decía a su compañero de camino: «Hermano,
vamos pidiendo y tenemos que recibir de buen grado todo lo que nos
den; lo bueno y lo malo». Si algún obrero lo tildaba de
holgazán y le instaba a trabajar en lugar de pedir, respondía
aplicándose en el tajo con tanta destreza que dejaba a todos
atónitos. Era el momento de recordar que un fraile no era un vago,
hablándoles a continuación del amor de Dios que se extiende sobre
todos. Las gentes, que ya lo conocían y estimaban, tras haber sido
apedreado le libraron de la muerte.
Este prudente limosnero solo aceptaba las dádivas que consideraba
justas, las que no menoscababan las posibilidades del donante.
Siempre entregaba a otros parte de su limosna, como hacía en
conventos de religiosas, y no rivalizaba con los pobres, a los que
dejaba la vía abierta para mendigar si se cruzaba con ellos. En el
ejercicio de su misión logró convertir a muchos, medió por los
débiles, evitó injusticias. Contrarrestaba las blasfemias
prorrumpiendo en alabanzas. Era especialmente querido por los niños
que salían a su encuentro llamándole «Fray Nipordo». Muchos buscaban
sus palabras de consuelo y él rezaba con profunda devoción tres
avemarías, que atemperaban las preocupaciones de los que acudían a
él, seguros de que la divina Providencia les ayudaría gracias a la
bondad del religioso. Al juicio sobre debilidades de un hermano,
replicaba con admirable piedad: «Es santo a su manera». Y
si alguien protestaba, recordaba: «Para ganar el cielo hay que
tragar mucha saliva».
Como la prensa local se hizo eco de sus bodas de oro, con
peculiar gracejo manifestó a uno de los hermanos: «¡Qué jaqueca,
hermano, nos hacemos religiosos para servir a Dios en la oscuridad
y, ya ve, nos sacan hasta en los papeles!». Acogió de buen
grado todas las contrariedades de la vida y los padecimientos que
fueron llegando. A los 89 años mientras mendigaba se fracturó el
fémur. Impedido para salir, pudo dedicarse por entero a la
contemplación, recóndito anhelo que había pervivido en su corazón.
Murió el 9 de febrero de 1956 dejando consternada a la ciudad que
siempre vio en él a un santo. Fue beatificado el 12 de septiembre de
2010.