El Papa Francisco durante su viaje apostólico en Cuba y
Estados Unidos --que concluirá con su participación en la
Jornada Mundial de la Familia, en Filadelfia
el próximo domingo 27-- visitó este viernes la sede de
la Organización de las Naciones Unidas.
Allí, tras encontrar
a los dirigentes, dedicó unas palabras a los funcionarios de
los más variados orígenes, a quienes definió como 'un
microcosmo que trabaja por la humanidad' y rezó delante de una
corona de flores que recuerda a los funcionarios caídos
cumpliendo su misión. Después, se dirigió al aula principal
del Palacio de Vidrio. Allí abrió la 70ª Asamblea General de
la ONU, en la que participan más de cien jefes de
Estado. Recordó que es la quinta vez que un Papa visita las
Naciones Unidas, después de Pablo VI en 1965, Juan Pablo II en
1979 y 1995 y Benedicto XVI, en 2008.
Importancia de la ONU
"Todos ellos no ahorraron expresiones de reconocimiento para
la Organización, considerándola la respuesta jurídica y
política adecuada al momento histórico", la cual festeja en
estos días su 70ª aniversario" y que tiene "una historia de
importantes éxitos comunes". Reconoció entretanto que si bien
hay graves problemas no resueltos, "es evidente que, si
hubiera faltado toda esa actividad internacional, la humanidad
podría no haber sobrevivido al uso descontrolado de sus
propias potencialidades".
Necesidad de una reforma
Por ello consideró el Pontífice que "la experiencia de estos
70 años, más allá de todo lo conseguido, muestra que la
reforma y la adaptación a los tiempos es siempre necesaria",
en particular "con efectiva capacidad ejecutiva, como es el
caso del Consejo de Seguridad, los organismos financieros y
los grupos o mecanismos especialmente creados para afrontar
las crisis económicas. Esto ayudará a limitar todo tipo de
abuso o usura sobre todo con los países en vías de
desarrollo".
Destrucción del ambiente está relacionada con la
cultura del descarte
"El abuso y la destrucción del ambiente --añadió el Papa-- van
acompañados por un imparable proceso de exclusión", en el que
"los más pobres son los que más sufren estos atentados por un
triple grave motivo: son descartados por la sociedad, son al
mismo tiempo obligados a vivir del descarte y deben sufrir
injustamente las consecuencias del abuso del ambiente". O sea
la «cultura del descarte».
Agenda 2030 para el desarrollo sostenible
El Pontífice deseó así que la Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible en la Cumbre mundial que inicia hoy y la
Conferencia de París sobre cambio climático, "logre acuerdos
fundamentales y eficaces".
En particular teniendo en cuenta "la exclusión social
y económica, con sus tristes consecuencias de trata de seres
humanos, comercio de órganos y tejidos
humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo,
incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas,
terrorismo y crimen internacional organizado".
Consideró que el indicador más simple del cumplimiento de
la nueva Agenda para el desarrollo será "el acceso
efectivo, práctico e inmediato, para todos, a los bienes
materiales y espirituales indispensables: vivienda propia,
trabajo digno y debidamente remunerado, alimentación adecuada
y agua potable; libertad religiosa, y más en general libertad
del espíritu y educación. Y su fundamento común, que es el
derecho a la vida".
Precisó que el indicador más simple del cumplimiento de la
nueva Agenda para el desarrollo será el acceso efectivo, práctico
e inmediato, para todos, a los bienes materiales y
espirituales indispensables: vivienda propia, trabajo digno y
debidamente remunerado, alimentación adecuada y agua potable;
libertad religiosa, y más en general libertad del espíritu y
educación. Y su fundamento común, que es el derecho a la
vida".
Respetar el derecho a la educación
Entretanto, "el desarrollo humano integral y el pleno
ejercicio de la dignidad humana no pueden ser impuestos"
--advirtió el Papa-- y por ello es necesario reforzar "el
derecho primario de las familias a educar, y el derecho de las
Iglesias y de agrupaciones sociales a sostener y colaborar con
las familias en la formación de sus hijas e hijos".
Crisis ecológica y reconocimiento de ley natural
El Santo Padre recordó también ante el plenario de la ONU,
que "la crisis ecológica, junto con la destrucción de buena
parte de la biodiversidad, puede poner en peligro la
existencia misma de la especie humana". Y que la "defensa del
ambiente y la lucha contra la exclusión exigen el
reconocimiento de una ley moral inscrita en la propia
naturaleza humana, que comprende la distinción natural entre
hombre y mujer (cf. Laudato si’, 155), y el absoluto respeto
de la vida en todas sus etapas y dimensiones (cf. ibíd., 123;
136).
Evitar las guerras, y volver eficaz la aplicación
de normas
Invitó a continuar incansablemente con la tarea de evitar la
guerra entre los pueblos. Si bien reconoció que la experiencia
de los primeros 15 años del tercer milenio, "muestran tanto la
eficacia de la plena aplicación de las normas internacionales
como la ineficacia de su incumplimiento".
Citando el Preámbulo y el primer artículo de la Carta de
las Naciones Unidas, el Pontífice pidió con énfasis, evitar la
proliferación de las armas, especialmente las de destrucción
masiva como pueden ser las nucleares”. Y elogió, sin mencionar
a Irán, el reciente acuerdo en una región sensible de Asia y
Oriente Medio.
Los cristianos y minorías perseguidas en Oriente
Medio
A este punto el Pontífice recordó la dramática situación que
viven los cristianos y minorías en Oriente Medio, el norte de
África y otros países africanos, que son desplazados debido a
su fe. Y que en cada situación de conflicto, "hay rostros
concretos antes que intereses de parte" dijo.
Narcotráfico
El narcotráfico, fue indicado también por el papa Francisco,
el cual por su propia dinámica va acompañado de la trata de
personas, del lavado de activos, del tráfico de armas, de la
explotación infantil y de otras formas de corrupción, y que
esta última "pone en riesgo la credibilidad de nuestras
instituciones".
Buscar el servicio común
Y pensando en las generaciones futuras invitó a los
representantes de los Estados a dejar de lado intereses
sectoriales e ideologías, y buscar sinceramente el servicio
del bien común.
"Pido a Dios Todopoderoso --concluyó el Pontífice-- que así
sea, y les aseguro mi apoyo, mi oración y el apoyo y las
oraciones de todos los fieles de la Iglesia Católica, para que
esta Institución, todos sus Estados miembros y cada uno de sus
funcionarios, rinda siempre un servicio eficaz a la humanidad,
un servicio respetuoso de la diversidad y que sepa potenciar,
para el bien común, lo mejor de cada pueblo y de cada
ciudadano".
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