El próximo domingo, a las ocho de la mañana hora de España,
Radio María emitirá una entrevista a José Andrés
Sardina, un arquitecto técnico que trabaja en Santiago de
Cuba. A continuación ZENIT les ofrece un adelanto de su
valoración sobre el viaje del papa Francisco a la Isla.
Explica que en 1986, después de 30 años, la Iglesia del
silencio pasa a ser una Iglesia que se vuelve dialogante, acogiente y
sobre todo misionera, que testimonia. Esto permite el viaje de
Juan Pablo II y todo lo que sucedió después hasta nuestros
días.
Para este fiel, la visita del Santo Padre
del 19 al 22 de septiembre “va a ser un momento histórico
importantísimo” para el pueblo cubano. Ya que, se trata del
tercer pontífice que viaja a Cuba en los últimos 17 años.
Pero, en su opinión, “habría que conocer un poco el desarrollo
de los últimos años de Cuba” para entender el significado
profundo de la visita de Francisco.
En este sentido, el entrevistado explica que Cuba “ha
sufrido un proceso histórico complejo desde el triunfo de la
Revolución de 1959, en el que se pasa de una aceptación de un
proceso revolucionario, que se veía como un cambio necesario,
a identificar inmediatamente un gobierno de carácter marxista
que se opone a la Iglesia”. “Hay un fuerte choque entre los
creyentes y los no creyentes”, señala al programa Dies
Domini. Entonces, se trata de “un proceso violento,
fuerte...”.
“La Iglesia en estos primeros momentos sufre la expulsión
de sacerdotes, el cierre de sus escuelas, de sus colegios, y
muchos religiosos y religiosas tienen que abandonar el país”,
relata José Andrés Sardina. Entre los años 1959 y 1961,
prosigue, “la Iglesia prácticamente es diezmada”.
Luego, desde 1962 a 1980, la comunidad cristiana vive un
periodo de silencio. Durante esta segunda etapa, denominada la
de “la Iglesia del silencio”, la Jerarquía y los fieles
“afrontan con paciencia, perseverancia y prudencia un proceso
doloroso, difícil”. Es ahí cuando se produce “la suspensión de
los permisos de entrada a muchos sacerdotes y religiosos”,
lamenta. “La Iglesia se vuelve cada vez más aislada y
temerosa, porque quien participa no es bien visto o no
encuentra un puesto de trabajo”, asegura el arquitecto
técnico.
La tercera fase del proceso, que va de 1981 a 1985, “es una
etapa fundamental”. “Los cristianos probados por toda esta
situación, maduros también porque han permanecido fieles a la
fe, aunque disminuidos enormemente como número, afrontan un
reto junto con los obispos y los sacerdotes”.
“La Iglesia entera empieza a reflexionar sobre sí misma,
sobre cuál es su papel en esta situación”, apunta uno de los
artífices de la reciente rehabilitación de la catedral de
Santiago de Cuba. “Y ahí, en 1986, se produce un hecho
importantísimo: después de 30 años la Iglesia vuelve a
reunirse en una gran asamblea”. Se trata de un punto de
inflexión, porque “pasa de ser una Iglesia que sufre esta
situación, una Iglesia del silencio, a una Iglesia que se
vuelve dialogante, acogiente y sobre todo misionera, que
testimonia”.
“Esos años duros, difíciles, hacen también que toda la
gente que no es creyente o que ha sufrido un proceso de
formación que le ha apartado de la fe vean en estas personas
honestas, luchadoras, serviciales, colaboradoras y dialogantes
una esperanza”, dice orgulloso. “Todo esto hace que se
flexibilicen las relaciones con el Gobierno y esto da la
posibilidad de que se proponga --al menos bajo mi punto de
vista-- un viaje apostólico de un papa”.
Así, en 1998, “es como el punto culminante de este
proceso”. “Esta apertura y este dialogo culminan con esta
visita”, reconoce. “La visita de Juan Pablo II marca un antes
y un después”, reitera. “La Iglesia aparece de nuevo,
escasamente, pero aparece en los medios de comunicación”.
Después del viaje papal, “se hacen manifestaciones públicas
de la fe: procesiones, misas en las plazas”. “Esto posibilita
que la Iglesia vaya teniendo una relación mayor con los no
creyentes y una apertura a la sociedad cubana”, destaca este
laico comprometido. “Este proceso ha continuado todos estos
años. De hecho, ha venido también Benedicto XVI”, recuerda.
“¿Y cuál es el lema que ha elegido Francisco para su visita
a Cuba? Misionero de la Misericordia”, enfatiza. “Yo creo que,
en todo este proceso de acercamiento, él se da cuenta de que
es necesaria una reconciliación entre todos los cubanos de
diferentes tendencias, dentro y fuera de Cuba, en la
misericordia entre creyentes y no creyentes, para pensar en un
futuro”, concluye José Andrés Sardina en declaraciones a Radio
María.