7.10.13

Hay mártires de la Guerra para cinco papas más

A las 12:54 PM, por Santiago Mata
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El domingo 13 se beatificarán en Tarragona los primeros de Francisco. Ya van 1.523 y hay miles en espera. El autor de “Holocausto católico” lo cuenta [con algunos matices a la redacción publicada en La Crónica de El Mundo el domingo 6 de octubre de 2013, p. 14-15].

Santiago Mata

Los tres maristas enfermos (Ligorio Pedro, Félix Lorenzo y Fabián) y el hermano Aquilino, que trata de protegerlos, son conducidos hasta el frontón y puestos en fila contra la pared. Los cuatro van vestidos de seglares.

– Quisiera hablaros –le dice el hermano Aquilino al jefe del pelotón que había ido a por ellos.
– Habla lo que quieras, mientras cargamos los fusiles responde –el Peleteiro.

– Como hombre, os perdono; y como católico, os lo agradezco…
– ¿Has terminado? Ahora, ¡date la vuelta!

– [Y el hermano Aquilino responde: ¡Viva Cristo Rey!] No, de cara –exige con firmeza el religioso.
Los milicianos descargan sus fusiles y los cuatro maristas se desploman muertos en la explanada del convento de Les Avellanes (Lleida, mayo [sic, fue el 3 de septiembre] de 1936). No son los únicos mártires que Francisco ascederá pronto a los altares. Antes fueron 471 beatificados por Juan Pablo II, luego los 530 de Benedicto XVI. Y el goteo continúa. El próximo domingo 13 de octubre, el pastor argentino estrenará pontificado [sic] con la beatificación en Tarragona de 522 mártires de la Guerra Civil española.

Pero no son, ni mucho menos, los últimos de una ya larga lista de beatos. El goteo sigue. Tan solo una de las causas, la que se lleva en el arzobispado de Toledo con el obispo mártir de Sigüenza (Eustaquio Nieto), esá compuesta por 939 candidatos. Y en avanzada fase hay otros 14 procesos [se incluye el recién citado] con 2.687 candidatos a ser declarados mártires. Aún faltarían muchos más. Por el momento solo han sido beatificados 60 laicos, de entre los más de 10.000 que, según una estimación mínima, podrían terminar siendo declarados mártires españoles. Así las cosas, a un ritmo de medio millar por papado, aún habría mártires de la guerra de España para cinco pontífices más.

Francisco no estará presente el 13 de octubre en Tarragona (Benedicto XVI instauró la costumbre de que las beatificaciones se hicieran en los lugares de origen o, si se hacían en Roma, no las celebrara el Papa. De hecho, Ratzinger no ofició ninguna). En nombre del actual Papa, el cardenal Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, beatificará a 522 mártires. Con ellos serán ya 1.523 las víctimas de la Revolución de Asturias (13) y de la Guerra Civil (1.510) las que la Iglesia afirma que son santos (11) o beatos (1.512). Y a ellos se sumarán [en realidad, están incluidos en los 522] próximamente los cuatro maristas (de un total de 68, la nómina más numerosa de beatos propuestos por el Papa [la causa más numerosa cuyo decreto de beatificación fue firmado ya por Francisco y no por Benedicto XVI]) que fueron fusilados en un muro de su convento leridano, y sus tres compañeros de Redueña (Madrid) que trabajaban en la vecina localidad de Torrelaguna: Pedro Alonso Ortega (hermano Marino, de 35 años), Eugenio Artola Sorolla (hermano Victorico María, de 42) y Trifón Tobar Calzada (hermano Jerónimo, de 60). Según la biografía colectiva –llamada Positio– educaban a hijos de labradores y obreros. A 120 padres obreros les daban clases nocturnas.

 

Freno al proceso
Los procesos (causas) de beatificación de víctimas de la violencia revolucionaria, iniciados al terminar la Guerra Civil (1939), se frenaron en 1964 por orden del papa Pablo VI. El historiador eclesiástico Vicente Cárcel Ortí resumía hace más de una década los motivos de este parón: “Durante muchos años ha pesado como una losa el Régimen que tuvo España hasta 1975, y a muchos católicos les molesta la presencia de los mártires de 1936, que nada tuvieron que ver con todo lo que vino después. También molestan a los «vencidos» en la guerra, y a sus herederos ideológicos, porque los mártires denuncian la persecución religiosa de aquellos años terribles y su tozudez porque se obstinan en no querer reconocer sus responsabilidades históricas de la tragedia de 1936. Precisamente para evitar referencias polémicas al pasado, la Iglesia esperó más de medio siglo de la guerra civil para comenzar las beatificaciones (las primeras se hicieron en 1987) y que España tuviera una democracia consolidada".

Fue Juan Pablo II, en 1983, el que ordenó que se reabrieran las causas, para que el ejemplo de los mártires no cayera en el olvido.

Con la beatificación del 13 de octubre culminan 33 procesos y se celebra en Tarragona a petición de su arzobispo, Jaume Pujol, por llevar la causa con más mártires, (147). El evento había sido previsto por la Conferencia Episcopal Española en el marco del Año de la Fe convocado por Benedicto XVI. El anterior Papa llegó a firmar los decretos para beatificar a 328 de estos mártires y el resto los firmó, en una carrera contra reloj que terminó el pasado 5 de julio, ya el nuevo papa Francisco.

Los que más atención han recibido hasta ahora han sido los obispos (beatificados nueve de 13, en Tarragona se beatifica a tres), las monjas (157 de 288, lo que supone el 54%), los religiosos varones (1.139 de 2.373, el 48%), y ya a mucha distancia los sacerdotes seculares (han sido beatificados 161 de 4.087, no llega al 4%).

Curiosamente, al marginar a los mártires laicos -sólo la diócesis de Valencia incluyó a un buen número de ellos en la beatificación de 233 personas en 2001-, se desoye la opinión del Papa que vivió la Guerra Civil española, Pío XI, quien describía el 19 de marzo de 1937, en la encíclica Divini Redemptoris, como característica peculiar de la persecución religiosa en España que “el furor comunista no se ha limitado a matar a obispos y millares de sacerdotes, de religiosos y religiosas, buscando de un modo particular a aquellos y a aquellas que precisamente trabajan con mayor celo con los pobres y los obreros, sino que, además, ha matado a un gran número de seglares de toda clase y condición, asesinados aún hoy día en masa, por el mero hecho de ser cristianos o al menos contrarios al ateísmo comunista. Y esta destrucción tan espantosa es realizada con un odio, una barbarie y una ferocidad que jamás se hubieran creído posibles en nuestro siglo”.

 

Holocausto católico
Quizá la mejor fotografía de un primer plano de una persona momentos antes de ser fusilada, y aparentemente la única para el caso de un mártir, es la de Martín Martínez Pascual, un sacerdote de veinticinco años que aparece en la portada de Holocausto católico. El 18 de agosto de 1936, instantes después de que Hans Gutmann Guster le hiciera esa y otra fotografía, fue fusilado en su pueblo, Valdealgorfa (Teruel).

Al beatificar los mártires, la Iglesia no pretende hacer justicia a las víctimas ni recriminar a quienes los mataron. En el caso de los de la Guerra Civil, la palabra Holocausto referida a su sacrificio resulta apropiada por lo mismo que, bajo la antigua ley, el Holocausto era un tipo de sacrificio especial donde la víctima no podía tener manchas y se quemaba para que fuera toda para Dios y no se pudiera aprovechar para fines humanos: Dado lo polémico del asunto, la Iglesia somete a los candidatos a una exigente criba, para estar segura de que no se exaltará a nadie que hubiera participado en la guerra, o exaltado de cualquier forma la violencia o el deseo de venganza.


Holocausto católico. Los mártires de la Guerra Civil (La Esfera de los Libros), del doctor en Historia y periodista Santiago Mata, acaba de ser publicado en papel y como libro electrónico.