26.09.13

Beatificación sin banderas ni pancartas

A las 12:40 PM, por Santiago Mata
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En la pintoresca rueda de prensa con que hoy se presentó la beatificación de 522 mártires del siglo XX en Tarragona, Martínez Camino dijo que no se permitirá entrar en el recinto con ninguna bandera ni pancarta. Pero el arzobispo Pujol dijo a continuación que con pancartas sí. ¿En qué quedamos?

Pintoresca rueda de prensa

Voy a tratar de resumir la conferencia, o al menos lo que pudo verse por internet (se cortó cuando Martínez Camino hablaba del siglo XX como siglo de los mártires y cuando preguntaron si se iba a usar el catalán), aquí foto del momento de mayor seguimiento, con 60 personas viendo la retransmisión.

Empezó el arzobispo de Tarragona, monseñor Jaume Pujol Balcells, hablando de que vendría gente “de distintos lugares del Estado”. Este malabarismo para no hablar de España lo aplicó con mayor motivo para no mencionar la guerra civil, de hecho, para ilustrar qué es un mártir, se refirió a ejemplos ajenos a la realidad que le ocupaba: el de un católico recién asesinado en Siria, y el de los mártires de los primeros siglos, en concreto san Fructuoso de Tarragona. Eso sí, en otros momentos de la charla precisó datos como que su diócesis había tenido dos seminaristas mártires, de apenas 18 años de edad, que qué habrían hecho los pobres, nada… ¿Desde el punto de vista de quién? El gran acierto de Pujol sin duda fue insistir en que el mensaje de los mártires es el perdón, de lo que tenemos gran necesidad en nuestra sociedad y momento… ¿Pero perdonar a quién? Solo de pasada se refirió a que viendo lo que sucedió a los mártires (que no lo vimos, él lo sabe, pero no nos lo dice), “uno se da cuenta hasta dónde puede llegar el odio”: Pero si no nos lo cuenta, hombre de Dios, ¿cómo podemos “darnos cuenta"? (y perdone monseñor el tono amistoso, que no pretende ser jocoso).

Monseñor Juan Antonio Martínez Camino (secretario de la Conferencia Episcopal Española) explicó a continuación los tres motivos para hablar de mártires del siglo XX y no de la guerra civil: porque los primeros murieron en 1934 (Revolución de Asturias, tampoco mencionada), porque no eran combatientes “ni caídos ni víctimas” de una guerra, ya que no tomaron las armas en la mano sino que “fueron a buscarles” (¿quiénes?) y (aquí exageró bastante) muchos de ellos (no sé si llegó a decir casi todos) hubieran podido salvarse con una palabra, renegando de la fe (no creo que llegara al 10% aquellos a los que se dio realmente esa opción; cuando haya tiempo haré la cuenta: no disminuye el mérito esencial de un mártir que haya podido o no salvarse pecando; no nos pasemos). Y hablo del 10% de los beatificados, no digamos de los asesinados por motivo religioso, en esto estoy con Pujol: era tal el odio que ni así renegaran los iban a dejar de matar. La emisión se cortó cuando empezaba a hablar del siglo XX como siglo de los mártires.

Lo importante es el perdón

Quedémonos con esto que es lo importante y bien explicado por Mons. Pujol. Pero dado lo informal de mi entrada de blog, permítame monseñor recomendarle que tome unas lecciones de castellano (a veces basta con leer libros) si ha de tomar la palabra ante esta comunidad lingüística supuestamente igual en derechos ante los pastores de la Iglesia (de las autoridades civiles del Principado, lo siento, no espero nada). Es que soy de Valladolit, sabe, y me cuesta tragar expresiones como “20 moños de Montserrat” -el moño, en castellano, es cosa de mujeres y además sólo una consonante lo separa de un taco poco elegante en boca de un arzobispo-, “oficina del Pelerino", “Polisportivos” (en cambio bien podía haber dicho Girona, que es nombre oficial para todo “el Estado").


Claro que también le disculpo, monseñor, habida cuenta del ambiente sin duda paranoide en que se mueve, y del cual las preguntas de los periodistas daban cierta fe. Que si se va a usar el catalán, que cómo estaría representada “la Iglesia catalana” en el acto… De aquellos polvos estos lodos, si ya lo sé, tanta Iglesia española en tiempos de Franco, ahora nos han crecido los enanos, oiga, que ya estamos a punto de que la democracia haya durado más de lo que duró el franquismo ese; un poco de valor para decir que la Iglesia no es catalana, ni aragonesa, ni copto-siríaca, se hubiera agradecido. Que ya sabemos que Iglesia española no hay, eso es bien cierto. Ya sé que está en la cuerda floja (por lo de tener que hacer malabares, líbreme Dios de difundir bulos sobre destituciones), pero ¿por qué a unos las ideas claras y a otros no? Ah, el dinero, vale. Pues recordemos a los mártires, que ni por dinero dejaron de decir la verdad.


Eso sí, valor tuvo Martínez Camino para esquivar, por dos veces, los dardos, envenenados con catalanismo del bueno, auténtico y hasta elogiable, sobre los presupuestos del acto: no valió decir al primero que pagan las causas (de beatificación), ni creo que le valiera al segundo decir que hasta que el acto no esté culminado, no hay cuentas. En cambio sí valió el regate para no decir qué autoridades acudirán (catalanas y -ahí no estuvo ágil para decir del resto del Estado- españolas); al menos soltó la prenda de que irán 200 alcaldes, sobre todo de Cataluña, León y Castilla (¿oiga, tiene usted algo contra la denominación oficial que pone delante al monstruo del que somos hijos la mayoría, y cuya lengua hablamos, causante según la doctrina al uso -que no la historia- de todos los males en la Península y hasta en islas adyacentes y continentes lejanos?). También puede ser por aquello de que los primeros serán los últimos. Ahora lo entiendo.


Nuevo regate de Martínez Camino al decir que (a pesar de que traté el tema el 14 de agosto, es broma, no hace falta leerme) no sabe nada de gente que vaya para reivindicar la españolidad de Cataluña (oh, pecado, no lo es en cambio que la periodista de Radio Nacional de España preguntara en catalán, gracias a la de TVE, que pagamos igualmente todos, por hacerlo en castellano). Aseguró que estará prohibido entrar al recinto con cualquier tipo de bandera o pancarta. La cosa no quedó clara, ya que a continuación el titular de Tarragona (o sea Pujol) dijo que “cada uno es libre de llevar pancartas y gritar, siempre que haya respeto, y perdón“. Luego se cortó la emisión, así que, a falta de que lo aclare alguien, yo me quedo con la idea de que lo único que estará prohibido es llevar banderas de España.