¡Toma parte activa en la familia de ZENIT! Campaña de recogida de fondos 2012

En 2011 ZENIT creció gracias a los medios de comunicación que pagaron la suscripción para publicar nuestras noticias, anuncios publicitarios en nuestros servicios, y sobre todo gracias a los donativos de nuestros lectores que lograron cubrir el 90% del presupuesto anual.
Para poder seguir creciendo y continuar con nuestra política de ofrecer gratuitamente nuestros servicios a los 500,000 lectores que en todo el mundo hacen un uso personal de ZENIT, este año necesitamos reunir entre los lectores en español 230,000 dólares estadounidenses (180,000 euros).

Igual que en años anteriores, hacemos un llamamiento a la generosidad de cada uno de ustedes para seguir adelante y mejorar.
Enviar una ayuda es muy sencillo. Les invitamos a entrar en nuestras páginas de donativos: http://www.zenit.org/spanish/donativos.html
¡Muchas gracias y buena lectura con ZENIT!

 


ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 26 de enero de 2012

Publicidad

¡ZENIT TIENE UN SISTEMA DE PUBLICIDAD ONLINE!

¿Desea anunciar un nuevo libro, un congreso, una peregrinación, un encuentro o retiro, una página web, un DVD, un CD, una campaña, en el amplísimo y selecto mundo de los lectores de ZENIT...?

¡Publique su anuncio en los espacios publicitarios en nuestro sitio Web y/o en los servicios de ZENIT vía correo electrónico!

Podrá llegar a los centenares de millares de visitantes de nuestro sitio Web y a más de 500.000 lectores en todo el mundo, 250.000 de ellos suscritos a los servicios vía correo electrómico en español.

¡Tarifas promocionales!

Para proponer su anuncio son suficientes pocos minutos, basta seguir los pasos que se indican en el enlace:

http://ads.zenit.org/spanish

Para ver las tarifas y poner su anuncio en los servicios via email de ZENIT visite: http://ads.zenit.org/spanish


Santa Sede

La meta de la plena unidad no es una victoria secundaria, dijo el papa

La Santa Sede reitera su lucha contra el crimen organizado y el terrorismo

La agenda de Benedicto XVI

Mundo

El diálogo ecuménico ha avanzado mucho en la base

En Polonia, se discrimina a la televisión católica

Asesinado un sacerdote ortodoxo en Siria

Monseñor Salvador Piñeiro, nuevo presidente de los obispos peruanos

Documentación

Llamados a hacer resplandecer la Palabra de verdad

Benedicto XVI: El empeño activo por la unidad es un deber y una responsabilidad


Santa Sede


La meta de la plena unidad no es una victoria secundaria, dijo el papa
Celebración ecuménica de Vísperas en San Pablo Extramuros
ROMA, jueves 26 enero 2012 (ZENIT.org).- Este miércoles, en la basílica de San Pablo Extramuros, Benedicto XVI presidió la celebración de las segundas vísperas de la solemnidad de la Conversión de San Pablo Apóstol, como conclusión de la XLV Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Participaron en la celebración representantes de otras Iglesias y comunidades eclesiales cristianas presentes en Roma.

Comentando el lema de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos de este año --"Todos seremos transformados por la victoria de Jesucristo, nuestro Señor"-- Benedicto XVI dijo, en la homilía de la celebración, que el significado de esta misteriosa transformación “se nos muestra de forma admirable en la historia personal de san Pablo”. “En la historia de este extraordinario evangelizador, es claro que tal transformación no es el resultado de una larga reflexión interior y menos el resultado de un esfuerzo personal. Es, ante todo, obra de la gracia de Dios que ha actuado conforme a sus inescrutables caminos”, afirmó.

El papa observó que, examinando cuidadosamente la historia de san Pablo, “se comprende cómo la transformación que ha experimentado en su vida no se limita al plano ético --como una conversión de la inmoralidad a la moralidad--, ni al nivel intelectual --como cambio del propio modo de entender la realidad--, sino más bien se trata de una renovación radical de su ser, similar en muchos aspectos a un renacimiento”. Una transformación fruto de “la participación en el misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo”.

Comentando la segunda lectura de estas Vísperas, Benedicto XVI dijo que san Pablo describe en unas pocas líneas el gran día del juicio final recordando que entonces “el triunfo de Cristo será finalmente completo” y “la muerte será vencida definitivamente”.

Añadió que “el canto de victoria sobre la muerte se transforma en un canto de agradecimiento elevado al vencedor” e invitó a los presentes a “unir nuestras voces, nuestras mentes y corazones”, confiando “en en ser transformados y conformados a imagen de Cristo”.

“Esto es particularmente cierto –dijo el papa- en la oración por la unidad de los cristianos. De hecho, cuando imploramos el don de la unidad de los discípulos de Cristo, hacemos nuestro el deseo expresado por Jesucristo en la oración al Padre, la víspera de su pasión y muerte”.

Se puede leer el texto completo de la homilía en:http://www.zenit.org/article-41365?l=spanish.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


La Santa Sede reitera su lucha contra el crimen organizado y el terrorismo
Ratificadas varias convenciones de la ONU
ROMA, jueves 26 enero 2012 (ZENIT.org).- La Santa Sede ratificó el miércoles 25 de enero ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) la convención contra el tráfico de drogas, y adhirió a otras dos: una contra la criminalidad transnacional y la otra contra el terrorismo y su financiación.

Para ello, monseñor Francis Assisi Chullikat, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, depositó ayer en la sede de Nueva York la documentación en nombre de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Los documentos en cuestión son, en primer lugar, la ratificación del tratado contra el tráfico ilícito de narcóticos y sustancias psicotrópicas (Viena 1988), que había firmado en el año en que fue adoptada.

Además, las adhesiones son a: la Convención internacional para la represión de la financiación al terrorismo de 9 de diciembre de 1999 en Nueva York; la Convención de las Naciones Unidas contra el crimen organizado transnacional del 15 de noviembre del 2000, en Palermo.

El secretario para las Relaciones con los Estados, mosdeñor. Dominique Mamberti, indicó que “el paso realizado es un ulterior reconocimiento por parte de la Santa Sede del fuerte empeño de la comunidad de los Estados que previene y combate las gravísimas actividades criminales transnacionales, de trágica actualidad”.

El responsable de las relaciones exteriores de la Santa Sede citó la carta apostólica en forma de ‘motu proprio’ de Benedicto XVI: “Muy oportunamente la comunidad internacional se está siempre dotando de principios e instrumentos jurídicos que permitan prevenir y contrarrestar el fenómeno del reciclado y del financiamiento al terrorismo”. Y el papa prosigue: “La Santa Sede aprueba este empeño y quiere hacer propia esas reglas en el uso de los recursos materiales que sirven a realizar la propia misión y las tareas del Estado de la Ciudad del Vaticano”.

Monseñor Mamberti indicó que “las palabras del Santo Padre nos recuerdan que el terrorismo y la criminalidad organizada atentan contra la dignidad de la persona humana y el bien común de todos los países del mundo”.

El secretario para las Relaciones con los Estados, precisó que con el depósito de dichos documentos “la Santa Sede confirma su voluntad y empeño concreto y eficaz de colaborar con la Comunidad internacional de manera coherente a su naturaleza y misión, para garantizar la paz y la justicia internacional”.

Y que adoptar dichos instrumentos demuestra la “determinación de adecuar el ordenamiento interno a los más rigurosos parámetros normativos concordados a nivel internacional” y en particular a las “Recomendaciones GAFI/FATF, como criterios internacionales en materia de financiación del terrorismo y antireciclaje”.

Si bien la ley vaticana contra el reciclado de dinero que proviene de actividad criminal y de la financiación del terrorrismo –indicó el purpurado– ya es rigurosa, los documentos depositados ante la ONU la vuelven “aún más detallada” con “instrumentos de cooperación internacional más transparentes y sanciones más elevadas para la violación de la ley”.

Además ayudarán también a “oponerse a las graves ofensas a la vida y libertad religiosa de cada ser humano” particularmente en el contexto internacional actual, “marcado por gravísimas y reiteradas violencias por motivos religiosos, muchas veces hacia los cristianos.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


La agenda de Benedicto XVI
Calendario de las celebraciones presididas por el papa hasta abril
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 26 octubre 2012 (ZENIT.org).- Un calendario lleno de convocatorias empeñará a Benedicto XVI desde febrero hasta abril de 2012, según informa la Sala de Prensa vaticana.

Empieza el jueves 2 de febrero, día de la fiesta de la Presentación del Señor, con motivo de la XVI Jornada de la Vida Consacrada, Benedicto XVI celebrará a las 17.30 en la basílica vaticana, las Vísperas solemnes con los miembros de los institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica.

El fin de semana de la semana siguiente, sábado 18 y domingo 19 se dedicará a los nombramientos de los nuevos cardenales.

El sábado, en la Capilla Papal dentro de la basílica vaticana, a las 10,30, tendrá lugar el Consistorio Ordinario Público para la creación de nuevos cardenales y para la votación de algunas causas de canonización; mientras que a la mañana siguiente, a las 9,30, en el día de la solemnidad fe la Cátedra de San Pedro, siempre en la Capilla Papal, los nuevos cardenales celebrarán la Santa Misa, presidida por el pontífice.

La cita más importante del mes será el Miércoles de Ceniza, fijado este año el 22 de febrero.

Benedicto XVI acudirá a las 16,30 a la basílica de San Anselmo para la estación y la procesión penitencial, a la que seguirá, a las 17,00, la Santa Misa en la basílica de Santa Sabina con la bendición e imposición de la ceniza.

En el I domingo de Cuaresma, el 26 de febrero, iniciarán los ejercicios espirituales para la Curia Romana, en la Capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico, a las 18,00 que concluirán el sábado 3 de marzo a las 9.00.

El domingo 4 de marzo, II Domingo de Cuaresma, el papa celebrará la Santa Misa en la parroquia romana de San Juan Bautista de La Salle en el Torrino, a las 9,30.

En la misma semana, el sábado 10, se celebrarán las Vísperas, a las 17,30, en la basílica de San Gregorio en el Celio, con motivo de la visita del arzobispo de Canterbury.

El mes de marzo el broche de oro será el tan esperado Viaje Apostólico del papa a México y República di Cuba, del viernes 23 al jueves 29.

Abril, en cambio, empezará con el Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, en la plaza de San Pedro, a las 9,30. En la Capilla Papal, el santo padre bendecirá, como cada año, las palmas y concluirá la procesión con la Santa Misa.

Seguirá el Triduo Pascual, el Jueves Santo 5, a las 9,30, con la Santa Misa del Crisma en la Basílica Vaticana. En la tarde, a las 17.30, el papa presidirá la Santa Misa en la Cena del Señor en la basílica de San Juan de Letrán.

Seguirá, como es tradición, la Celebración de la Pasión del Señor, el 6, Viernes Santo, en la basílica vaticana, a las 17,00 horas y el Via Crucis del Coliseo, a las 21,15.

El evento más importante del año cristiano, la Vigilia Pascual en la Noche Santa, tendrá lugar el sábado 7, en San Pedro, a partir de las 21,00 horas.

Última convocatoria: domingo 8, día de la Pascua del Señor, a las 10,15, en la plaza de San Pedro. A mediodía, Benedicto XVI presidirá la Misa del día en la logia central de la basílica de San Pedro e impartira la bendición Urbi et Orbi.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Mundo


El diálogo ecuménico ha avanzado mucho en la base
Declaraciones del obispo ortodoxo rumano Siluan Span
ROMA, jueves 26 enero 2012 (ZENIT.org).- Monseñor Siluan Span, obispo ortodoxo rumano en Italia, en el marco de la celebración de Vísperas en la basílica de San Pablo Extramuros con Benedicto XVI, declaró que el ecumenismo ha progresado sobre todo a nivel de calle, entre personas de las diversas tradiciones cristianas.

El diálogo ecuménico en los últimos años hizo grandes pasos hacia adelante, particularmente a nivel horizontal. Después del comunismo, con la libertad y las emigraciones hacia los países europeos, la Iglesia católica ha demostrado una gran apertura y disponibilidad, y las familias italianas han confiado sus abuelos y hasta sus niños a las trabajadores del hogar de otras confesiones e incluso rezan juntos. Una apertura sin precedentes que superó desconfianzas que no se podía eliminar a través del diálogo teológico.

Lo indicó este miércoles a ZENIT, tras la solemne celebración de Vísperas con Benedicto XVI en la basílica de San Pablo Extramuros de Roma, su excelencia el obispo Siluan Span, del Patriarcado Ortodoxo Rumano, obispo de la diócesis ortodoxa rumana para Italia y miembro del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rumana.

¿En qué situación se encuentra el diálogo ecuménico entre católicos y ortodoxos?

--Su Exc. Siluan: Creo que a pesar de algunas voces que dicen que el diálogo ecuménico está en crisis, considero que en los últimos quince años los cristianos de la Europa oriental --hablamos de Rumanía, Bulgaria, Rusia, pero en particular de los países que están en la Unión Europea--, teniendo la posibilidad y disponibilidad de salir, tomaron contacto con la realidad en todos los países occidentales. Tenemos que decir que la Iglesia católica en Italia, España y otros países ha manifestado una apertura y una disponibilidad de ayuda que fue muy apreciada por las Iglesias de Oriente, por la Iglesia ortodoxa.

¿Qué tipo de relaciones se han creado?

--Su Exc. Siluan: Yo hablo por la Iglesia ortodoxa rumana y veo que se han desarrollado relaciones diversas de las existentes en el pasado. En el sentido de que la asistenta rumana encuentra a una familia italiana en su realidad. Es un ecumenismo de base que nunca fue así. La familia italiana le confía el cuidado no solamente de la abuela o el abuelo, sino también de los niños. Y cuando la persona anciana reza por la noche, pide a la cuidadora ortodoxa rumana que le lea la liturgia de las horas. Van juntos a la iglesia y veo que a mi me encomiendan los nombres para que recemos por las personas que cuidan.

¡Por lo tanto en la vida cotidiana!

--Su Exc. Siluan: Esta oración de unos por los otros, esta fe digamos doméstica, es un inicio de vecindad y de diálogo más profundo del de las comisiones de alto nivel. Y también la relación entre nuestros párrocos y los católicos que hospedan a la mayor parte de nuestras comunidades en Italia. Es un diálogo muy importante entre las diversas comunidades, porque por ejemplo en algunas iglesias la comunidad católica reza por la mañana y la ortodoxa a las 10 o a las 11.

Vemos la presencia de los italianos en el bautismo de los niños y en nuestras iglesias. Además hay tantos matrimonios mixtos, entre rumanos e italianas y viceversa. Por lo tanto un tipo de diálogo sin precedentes.

¿Qué fue determinante para este cambio?

--Su Exc. Siluan: Hay que decir que Rumanía durante el comunismo no pudo tener un diálogo de este tipo. Estaba un representante que salía una o dos veces por año y que no tenía la libertad de decir lo que quería. Y por lo tanto en estos quince o veinte años se crearon relaciones sin precedentes.

A nivel horizontal es claro. ¿Y entre los religiosos?

--Su Exc. Siluan: Aunque haya lugares y momentos en los cuales el diálogo está en crisis, indudablemente las relaciones maduraron. Veo los encuentros con los monjes católicos, sacerdotes y obispos que conocí hace veinte años atrás, en mi caso en Francia. Hoy nos encontramos como amigos de viejos tiempos.

No hay desconfianza cuando nos encontramos por la primera vez, no solamente entre hermanos sino también entre clérigos. Habíamos aprendido los unos de los otros solamente en libros y cuadernos, con una actitud más bien crítica.

De esa manera no era fácil insertarse, pero poco a poco comenzamos a conocer a las personas, a dialogar, a encontrarnos, a compartir lo que se podía.

Compartir es fundamental, los alimentos por ejemplo. Ayuda a superar la desconfianza que no se podía eliminar a través de las argumentaciones teológicas.

Por H. Sergio Mora

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


En Polonia, se discrimina a la televisión católica
Monseñor Skubiś habla de amenaza contra la democracia
ROMA, jueves 26 enero 2012 (ZENIT.org) - “La decisión del Consejo Nacional de la Radio y de la Televisión polaca (KRRiT) de excluir del multiplex a la televisión católica Trwam atenta a la democracia”, declaró el sacerdote polaco Ireneusz Skubiś.

Monseñor Ireneusz Skubiś, redactor jefe del semanario católico Niedziela, concedió una entrevista a ZENIT en la que explicó la situación de discriminación para los católicos polacos. Monseñor Skubiś es sacerdote de la Archidiócesis de Częstochowa y redactor jefe de la citada publicación desde 1981.

¿Cómo valora la decisión del Consejo Nacional de la Radio y Televisión Polaca de no conceder espacio a TV Trwamn, en el multiplex digital?

--Mons. Ireneusz Skubiś: Veo tal decisión totalmente injusta y contra la democracia. En todo estado moderno, se deben respetar las reglas democráticas y las leyes deben ser iguales para todos los ciudadanos. Cada persona tiene derecho a la libertad de palabra.

En cada estado moderno se deben respetar las reglas democráticas y las leyes deben ser iguales para todos los ciudadanos. Cada persona tiene derecho a la libertad de expresión. Las decisiones de los responsables del Estado deben ser justas y democráticas. Polonia es un país democrático y por ello las instituciones del Estado polaco deben respetar los derechos de cada uno y de todos. Pienso que la decisión de no conceder espacio a TV Trwam en el multiplex digital no es sólo una acción contra la Iglesia católica en Polonia sino también un acto que niega el derecho a la libertad de prensa y de transmisión de millones de católicos polacos. Esta televisión es importante para muchas personas y gente sencilla que no tiene mucho dinero. La técnica de multiplex digital garantiza a esta gente el libre acceso a los programas transmitidos.

¿Cuáles pueden ser las implicaciones de tal decisión para el futuro en la sociedad polaca?

--Mons. Ireneusz Skubiś: Es evidente que nos sentimos amenazados, porque estas personas podrían tomar decisiones y acciones injustas y antidemocráticas no sólo respecto a los católicos. Tememos que la decisión del Consejo Nacional de la Radio y Televisión polaca (KRRiT) puede calificarse de discriminación. No queremos que, en Polonia, los católicos vuelvan a ser discriminados. Cada persona tiene derecho a la libertad religiosa y civil, en un país democrático.

¿Qué papel desempeña TV Trwam en la sociedad polaca?

--Mons. Ireneusz Skubiś: TV Trwam desempeña un papel importante no sólo en el campo de la información sino también en el campo más amplio de la humanización, una obra educativa que los católicos llamamos evangelización. TV Trwam relata con objetividad la vida de la Iglesia y de la sociedad, desde el punto de vista económico y cultural. Transmite también las celebraciones litúrgicas y eventos importantes en la vida de la Iglesia, como las visitas del papa, que para muchas personas son sumamente importantes.

Por Mariusz Frukacz

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Asesinado un sacerdote ortodoxo en Siria
Primer episodio de violencia contra un religioso
ROMA, jueves 26 enero 2012 (ZENIT.org).- Un sacerdote ortodoxo fue asesinado en los arrabales de la ciudad siria de Hama, este jueves, mientras que del país medioriental llegan llamamientos para que la mediación internacional detenga la escalada de violencia.

El sacerdote ortodoxo de Kafr Buhum, Basilos Nassar, fue asesinado en los suburbios de la ciudad de Hama, en la tarde de este jueves, mientras prestaba auxilio a un hombre herido en el barrio de Jarajmeh, según fuentes contactadas por la agencia Misna.

La agencia de prensa siria Sana había informado que el crimen habría sido cometido por “grupos armados de terroristas”, infiltrados en el país mientras que los comités revolucionarios siguen acusando al régimen de Damasco de estar tras atentados con la mira puesta en ciudadanos desarmados.

“Lo que ha sucedido –declaró a Misna el jesuita Paolo Dall’Oglio, que desde hace años dirige el monasterio de Deir Mar Musa– es que, por lo que sé, es el primer episodio de violencia odiosa contra un religioso; debe servir de advertencia a la comunidad internacional. Es urgente que esta encuentre una vía para la mediación con el fin de que Siria salga de esta crisis y salga cuanto antes”.

La agencia Sana había informado de la muerte del religioso sin precisar su pertenenencia a la Iglesia ortodoxa, tras el asesinato también del jefe de la Media Luna Roja en el norte de Siria, Abdulrazak Jbero. Según los primeros datos, Jbero habría sido asesinado por un disparo mientras vijaba cerca de la ciudad de Idlib. Lo hizo público el Comité Internacional de Cruz Roja, según el cual las circunstancias del asesinato no estaban todavía claras.

Cruz Roja condenó lo sucedido subrayando la falta de respeto en Siria por las actividades de los médicos y agentes humanitarios.

El suceso ha desencadenado una confusión de acusaciones contrapuestas entre los comités revolucionarios, que acusan al régimen de Damascos de estar detrás del atentado, y la prensa pro gubernamental que inculpa a los “grupos de terroristas armados” presentes en la región.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Monseñor Salvador Piñeiro, nuevo presidente de los obispos peruanos
Asamblea Plenaria del Episcopado
LIMA, jueves 26 enero 2012 (ZENIT.org).- Se celebra en Perú, del 23 al 27 de enero, la 99 Asamblea Plenaria del Episcopado en la que se han renovado los cargos directivos. El nuevo presidente de los obispos peruanos es monseñor Salvador Piñeiro, arzobispo de Ayacucho.

Además de tratar los asuntos generales de la Iglesia en Perú, este año la Asamblea ha tenido como misión especial la elección del nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, así como a los dos vicepresidentes. De igual forma se nombró a los presidentes de las comisiones episcopales y oficinas del Episcopado. La reunión contó con la presencia del nuevo nuncio apostólico en Perú, monseñor James Patrick Green.

Durante este encuentro, se otorgó, como todos los años, la Medalla de Oro de Santo Toribio de Mogrovejo, a las personas e instituciones que han resaltado por su trabajo en favor de la Iglesia en Perú. Concretamente, la Asamblea entregó este reconocimiento a los obispos Luis Sebastiani Aguirre SM, y Miguel Irizar Campos CP, que recientemente pasaron a la condición de eméritos, por su destacada labor pastoral.

El arzobispo metropolitano de Ayacucho y obispo castrense de Perú Salvador Piñeiro García-Calderón fue elegido nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, para el período 2012-2015. Reemplaza en el cargo a monseñor Miguel Cabrejos Vidarte OFM.

Monseñor Salvador Piñeiro nació en Lima, en 1949. Curso sus estudios de Filosofía y de Teología en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Obtuvo la Maestría en Educación y Licenciatura en Teología. Ingresó en el Seminario Mayor de Santo Toribio en 1965. Recibió la ordenación sacerdotal en 1973 de manos del cardenal Juan Landázuri.
Fue nombrado obispo por el beato Juan Pablo II y tomó posesión canónica del Obispado Castrense del Perú, en la catedral de Lima, en 2001. En 2003, fue nombrado obispo auxiliar de Lurín.

En 2011, Benedicto XVI le nombró nuevo arzobispo de Ayacucho, en sucesión de monseñor Luis Sebastiani Aguirre SM. El 2 de octubre de ese año, tomo posesión en la catedral de Ayacucho.

En esta misma Asamblea se eligió a monseñor Pedro Barreto Jimeno SJ, arzobispo de Huancayo, primer vicepresidente de la Conferencia Episcopal, mientras que monseñor Javier Del Río, arzobispo de Arequipa, fue elegido segundo vicepresidente.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Documentación


Llamados a hacer resplandecer la Palabra de verdad
Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Misionera Mundial
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 26 enero 2012 (ZENIT.org).- Publicamos el texto del mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Misionera Mundial, que se celebra este año el domingo 21 de octubre, con el tema: "Llamados a hacer resplandecer la Palabra de verdad" (Carta apostólica Porta Fidei, n.6)

*****
Queridos hermanos y hermanas,
La celebración de la Jornada Misionera Mundial de este año se carga de un significado especial. La celebración del 50 aniversario del Decreto conciliar Ad Gentes, la apertura del Año de la Fe y el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización, contribuyen a reafirmar la voluntad de la Iglesiade empeñarse con mayor valor y celo en la missio ad gentes para que el Evangelio llegue hasta los extremos confines de la tierra.

El Concilio Ecuménico Vaticano II, con la participación de los obispos provenientes de cada ángulo de la tierra, fue un signo luminoso de la universalidad de la Iglesia, acogiendo, por primera vez, tan alto número de padres conciliares procedentes de Asia, África, América Latina y Oceanía. Obispos misioneros y obispos autóctonos, pastores de comunidades dispersas entre poblaciones no cristianas, que llevaban a la sede conciliar la imagen de una Iglesia presente en todos los continentes y que se hacían intérpretes de las complejas realidades del entonces llamado "Tercer Mundo". Enriquecidos por la experiencia derivada de ser pastores de Iglesias jóvenes y en vía de formación, animados por la pasión de la difusión del Reino de Dios, contribuyeron de manera relevante a reafirmar la necesidad y la urgencia de la evangelización ad gentes, y de esta manera llevar al centro de la eclesiología la naturaleza misionera de la Iglesia.
 

Eclesiología misionera

Hoy esta visión no ha disminuido, al contrario, ha experimentado una fructífera reflexión teológica y pastoral, y, al mismo tiempo, vuelve con renovada urgencia, ya que se ha expandido enormemente el número de aquellos que aún no conocen a Cristo: "Los hombres que esperan a Cristo son todavía un número inmenso", comentó el beato Juan Pablo II en su encíclica Redemptoris Missio sobre la validez del mandato misionero, y agregaba: "No podemos permanecer tranquilos, pensando en los millones de hermanos y hermanas, redimidos también por la Sangre de Cristo, que viven sin conocer del amor de Dios" (n. 86). Yo, también, en la proclamación del Año de la Fe, escribí que Cristo "ahora como entonces, nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra" (Carta Apostólica Porta Fidei, 7); proclamación, que, expresó también el siervo de Dios Pablo VI en su exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi, "no es para la Iglesia una aportación facultativa: es el deber que le incumbe, por mandato del Señor Jesús, para que los hombres crean y se salven. Sí, este mensaje es necesario. Es único. De ningún modo podría ser reemplazado" (n. 5). Necesitamos por tanto recuperar el mismo fervor apostólico de las primeras comunidades cristianas, que, pequeñas e indefensas, fueron capaces, a través de su anuncio y testimonio, de difundir el Evangelio en todo el mundo entonces conocido.

No sorprende, por tanto, que el Concilio Vaticano II y el posterior Magisterio de la Iglesia insistan de modo especial en el mandato misionero que Cristo confiaó a sus discípulos y que debe ser un compromiso de todo el Pueblo de Dios, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, laicos. El cuidado de anunciar el Evangelio en todas las partes de la tierra pertenece principalmente a los obispos, principales responsables de la evangelización del mundo, ya sea como miembros del colegio episcopal, o como pastores de las iglesias particulares. Ellos, efectivamente, "han sido consagrados no sólo para una diócesis, sino para la salvación de todo el mundo" (Juan Pablo II, carta encíclica Redemptoris Missio, 63), "mensajeros de la fe, que llevan nuevos discípulos a Cristo" (Ad Gentes, 20) y hacen "visible el espíritu y el ardor misionero del Pueblo de Dios, de manera que toda la diócesis se hace misionera"(ibid., 38).
 

La prioridad de la evangelización

El mandato de predicar el Evangelio no se agota, por lo tanto, para un pastor, en la atención hacia la parte del Pueblo de Dios confiada a su cuidado pastoral, ni en el envío de algún sacerdote, laico o laica fidei donum. Este debe implicar toda la actividad de la Iglesia particular, todos sus sectores, en breve, todo su ser y su actuar. El Concilio Vaticano II lo indicó con claridad y el Magisterio posterior lo confirmó con fuerza. Esto exige adecuar constantemente estilos de vida, planes pastorales y organización diocesana a esta dimensión fundamental de ser Iglesia, especialmente en nuestro mundo en continuo cambio. Y esto vale también para los Institutos de Vida Consagrada e las Sociedades de Vida Apostólica, como también para los Movimientos eclesiales: todos los componentes del grande mosaico de la Iglesia deben sentirse fuertemente interpelados por el mandato del Señor de predicar el Evangelio, para que Cristo sea anunciado en todas partes. Nosotros los pastores, los religiosos, las religiosas y todos los fieles en Cristo, debemos seguir las huellas del apóstol Pablo, quien, "prisionero de Cristo por los paganos" (Ef. 3, 1), trabajó, sufrió y luchó para llevar el Evangelio en medio de los paganos (cfr Ef 1,24-29) sin ahorrar energías, tiempo y medios para dar a conocer el Mensaje de Cristo.

Incluso hoy, la misión ad gentes debe ser el horizonte constante y el paradigma de toda actividad eclesial, porque la misma identidad de la Iglesia está constituida por la fe en el Misterio de Dios, que se ha revelado en Cristo para traernos la salvación, y por la misión de testimoniarlo y anunciarlo al mundo, hasta su retorno. Como san Pablo, debemos estar atentos a los lejanos, aquellos que no conocen todavía a Cristo y no han experimentado la paternidad de Dios, con la conciencia de que "la cooperación misionera se debe ampliar hoy a nuevas formas incluyendo no sólo la ayuda económica, sino también la participación directa en la evangelización" (Juan Pablo II, carta encíclica Redemptoris Missio, 82). La celebración del Año de la Fe y del Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización serán ocasiones propicias para un relanzamiento de la cooperación misionera, sobre todo en esta segunda dimensión.
 

Fe y anuncio

El afán de anunciar a Cristo nos impulsa también a leer la historia para discernir en ella los problemas, aspiraciones y esperanzas de la humanidad, que Cristo debe sanar, purificar y llenar de su presencia. Su Mensaje, en efecto, es siempre actual, entra en el corazón mismo de la historia y es capaz de dar respuesta a las inquietudes más profundas de cada hombre. Por esto la Iglesia, en todos sus integrantes, debe ser consciente que "los inmensos horizontes de la misión eclesial, la complejidad de la situación presente exigen hoy modos renovados para poder comunicar eficazmente la Palabra de Dios" (Benedicto XVI, exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini, 97). Esto exige, sobre todo, una renovada adhesión de fe personal y comunitaria al Evangelio de Jesucristo, "en un momento de cambio profundo como el que la humanidad está viviendo" (Carta Apostólica Porta fidei 8).

Uno de los obstáculos al impulso de la evangelización, de hecho, es la crisis de fe, no sólo del mundo occidental, sino de gran parte de la humanidad, que sin embargo tiene hambre y sed de Dios y debe ser invitada y conducida al pan de vida y al agua viva, como la samaritana que va al pozo de Jacob y conversa con Cristo. Como cuenta el evangelista Juan, la peripecia de esta mujer es particularmente significativa (Cf. Jn. 4,1-30): encuentra a Jesús que le pide de beber, luego le habla de una agua nueva, capaz de saciar la sed para siempre. La mujer al principio no comprende, se queda en el nivel material, pero lentamente es conducida por el Señor a realizar un camino de fe que la lleva a reconocerlo como el Mesías. Y a este respecto san Agustín afirma: “tras haber acogido en el corazón a Cristo Señor, ¿qué otra cosa habría podido hacer [esta mujer] si no abandonar el ánfora y correr a anunciar la buena noticia?” (Homilía 15,30). El encuentro con Cristo como Persona viva que colma la sed del corazón no puede sino llevar al deseo de compartir con otros la alegría de esta presencia y hacerlo conocer para que todos la puedan experimentar. Es necesario renovar el entusiasmo de comunicar la fe para promover una nueva evangelización de las comunidades y de los países de antigua tradición cristiana, que están perdiendo la referencia a Dios, de forma que se pueda redescubrir la alegría de creer. La preocupación de evangelizar no debe quedar nunca al margen de la actividad eclesial y de la vida personal del cristiano, sino caracterizarla fuertemente, en la conciencia de ser destinatarios y, al mismo tiempo, misioneros del Evangelio. El punto central del anuncio sigue siendo el mismo: el Kerigma del Cristo muerto y resucitado para la salvación del mundo, el Kerigma del amor de Dios absoluto y total para cada hombre y para cada mujer, culminado en el envío del Hijo eterno y unigénito, el Señor Jesús, el cual no desdeñó asumir la pobreza de nuestra naturaleza humana, amándola y rescatándola, por medio de la oferta de sí en la cruz, del pecado y de la muerte.

La fe en Dios, en este designio de amor realizado en Cristo, es ante todo un don y un misterio que hay que acoger en el corazón y en la vida y del que hay que dar gracias siempre al Señor. Pero la fe es un don que nos ha sido dado para que sea compartido; es un talento recibido para que dé fruto; es una luz que no debe quedar escondida, sino iluminar toda la casa. Es el don más importante que se nos ha hecho en nuestra existencia y que no podemos retener para nosotros mismos.
 

El anuncio se hace caridad

¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!, decía el apóstol Pablo (1 Cor. 9:16). Esta palabra resuena con fuerza para cada cristiano y para cada comunidad cristiana en todos los continentes. También para las Iglesias en los territorios de misión, Iglesias en su mayoría jóvenes, a menudo de reciente fundación, el ser misioneras se ha convertido en una dimensión connatural, incluso si ellas mismas aún necesitan misioneros. Muchos sacerdotes, religiosos y religiosas, de todas partes del mundo, numerosos laicos y hasta familias enteras dejan los propios países, sus comunidades locales y se van a otras Iglesias para testimoniar y anunciar el Nombre de Cristo, en el cual la humanidad encuentra la salvación. Es una expresión de profunda comunión, compartir y caridad entre las Iglesias, para que todo hombre pueda escuchar o volver a escuchar el anuncio que resana y acercarse a los Sacramentos, fuente de la verdadera vida.

Junto a este gran signo de fe que se transforma en caridad, recuerdo y agradezco a las Obras Misionales Pontificias, instrumento para la cooperación en la misión universal de la Iglesia en el mundo. Por medio de sus acciones el anuncio del Evangelio se hace también intervención en ayuda del prójimo, justicia hacia los más pobres, posibilidad de educación en las más perdidas aldeas, asistencia médica en lugares remotos, emancipación de la miseria, rehabilitación de quien está marginado, apoyo al desarrollo de los pueblos, superación de las divisiones étnicas, respeto a la vida en cada una de sus etapas.

Queridos hermanos y hermanas, invoco sobre la obra de la evangelización ad gentes, y en particular sobre sus agentes, la efusión del Espíritu Santo, para que la gracia de Dios la haga caminar más decididamente en la historia del mundo. Con el beato John Henry Newman querría orar: "Acompaña, oh Señor, a tus misioneros en las tierras por evangelizar, pon las palabras justas en sus labios, haz fructífera su fatiga". Que la Virgen María, Madre de la Iglesia y Estrella de la evangelización, acompañe a todos los misioneros del Evangelio.
Vaticano, 6 Enero 2012, Solemnidad de la Epifanía del Señor
Benedictus PP. XVI

Traducción del original italiano por ZENIT

© Librería Editorial Vaticana

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Benedicto XVI: El empeño activo por la unidad es un deber y una responsabilidad
Celebración ecuménica de Vísperas en San Pablo Extramuros
ROMA, jueves 26 enero 2012 (ZENIT.org).- Este miércoles, en la basílica de San Pablo Extramuros, Benedicto XVI presidió la celebración de las segundas vísperas de la solemnidad de la Conversión de San Pablo Apóstol, como conclusión de la XLV Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que tuvo como tema "Todos seremos transformados por la victoria de Jesucristo, nuestro Señor". Participaron en la celebración representantes de otras Iglesias y comunidades eclesiales cristianas presentes en Roma. Publicamos el texto de la homilía pronunciada por el papa durante las vísperas.

*****

¡Queridos hermanos y hermanas!

Con gran gozo dirijo mi cordial saludo a todos ustedes que se han reunido en esta basílica en la fiesta litúrgica de la Conversión de San Pablo, para dar por concluida la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en este año en que celebraremos el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, que por cierto el beato Juan XXIII anunció en esta basílica el 25 de enero de 1959. El tema ofrecido para nuestra meditación en la semana de oración que hoy concluimos es: "Todos seremos transformados por la victoria de Jesucristo, nuestro Señor" (cf. 1 Cor 15,51-58).

El significado de esta misteriosa transformación, de la que habla la segunda lectura breve de esta tarde, se nos muestra de forma admirable en la historia personal de san Pablo. Tras el evento extraordinario que sucedió en el camino de Damasco, Saulo, quien se distinguía por el celo con que perseguía a la Iglesia naciente, fue transformado en un apóstol incansable del evangelio de Jesucristo. En la historia de este extraordinario evangelizador, es claro que tal transformación no es el resultado de una larga reflexión interior y menos el resultado de un esfuerzo personal. Es, ante todo, obra de la gracia de Dios que ha actuado conforme a sus inescrutables caminos. Por esto Pablo, escribiendo a la comunidad de Corinto unos años después de su conversión, dice, como hemos escuchado en la primera lectura de estas Vísperas: "Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí." (I Corintios 15:10). Por otra parte, examinando cuidadosamente la historia de san Pablo, se comprende cómo la transformación que ha experimentado en su vida no se limita al plano ético --como una conversión de la inmoralidad a la moralidad--, ni al nivel intelectual --como cambio del propio modo de entender la realidad--, sino más bien se trata de una renovación radical de su ser, similar en muchos aspectos a un renacimiento. Tal transformación tiene su base en la participación en el misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo, y se presenta como un proceso gradual de configuración con Él. A la luz de esta conciencia, san Pablo, cuando luego sea llamado a defender la legitimidad de su vocación apostólica y del evangelio por él anunciado, dirá: "Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Esta vida en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gal 2,20).

La experiencia personal vivida por san Pablo le permite esperar con una fundada esperanza, el cumplimiento de este misterio de transformación, que abarcará a todos los que creyeron en Jesucristo y también a toda la humanidad y a toda la creación. En la segunda lectura breve que se proclamó esta tarde, san Pablo, después de desarrollar una larga argumentación para fortalecer en los fieles la esperanza de la resurrección, utilizando las imágenes tradicionales de la literatura apocalíptica de su tiempo, describe en unas pocas líneas el gran día del juicio final, en el que se cumple el destino de la humanidad: "En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final... los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados" (1 Cor 15,52). Ese día, todos los creyentes serán conformados con Cristo y todo lo que es corruptible será transformado por su gloria: "Es necesario que este ser corruptible se vista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad" (v. 15, 53). Entonces el triunfo de Cristo será finalmente completo, porque –nos dice todavía san Pablo mostrando cómo las antiguas profecías de las escrituras se cumplen--, la muerte será vencida definitivamente, y con ella, el pecado que la hizo entrar en el mundo y la Ley que fija el pecado sin dar la fuerza de vencerlo: "La muerte ha sido devorada en la victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley" (vv. 54-56). San Pablo nos dice, por lo tanto, que cada hombre, a través del bautismo en la muerte y resurrección de Cristo, participa de la victoria de Aquel que venció primero a la muerte, comenzando un camino de transformación que se manifiesta a partir de ahora en una novedad de vida y que alcanzará su plenitud al final de los tiempos.

Es muy significativo que el pasaje termine con un acción de gracias: "¡Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!" (V. 57). El canto de victoria sobre la muerte se transforma en un canto de agradecimiento elevado al vencedor. También nosotros esta tarde, celebrando las alabanzas vespertinas a Dios, queremos unir nuestras voces, nuestras mentes y corazones a este himno de acción de gracias por lo que la gracia de Dios ha hecho en el Apóstol de los gentiles y por el admirable plan de salvación que Dios Padre cumple en nosotros por medio de nuestro Señor Jesucristo. Al levantar nuestra oración, confiamos en ser transformados y conformados a imagen de Cristo. Esto es particularmente cierto en la oración por la unidad de los cristianos. De hecho, cuando imploramos el don de la unidad de los discípulos de Cristo, hacemos nuestro el deseo expresado por Jesucristo en la oración al Padre, la víspera de su pasión y muerte: "Que todos sean uno" (Jn 17,21). Por esta razón, la oración por la unidad de los cristianos no es otra cosa que la participación en la realización del proyecto divino para la Iglesia, y el compromiso activo para el restablecimiento de la unidad es un deber y una gran responsabilidad para todos.

Aún experimentando en estos días la dolorosa situación de la división, los cristianos podemos y debemos mirar el futuro con esperanza, ya que la victoria de Cristo significa la superación de todo lo que nos impide compartir la plenitud de la vida con Él y con los demás. La resurrección de Jesucristo confirma que la bondad de Dios vence al mal, el amor a la muerte. Él nos acompaña en la lucha contra el poder destructivo del pecado que daña a la humanidad y a toda la creación. La presencia de Cristo resucitado nos llama a todos los cristianos a actuar juntos en la causa del bien. Unidos en Cristo, estamos llamados a compartir su misión, que es traer esperanza donde domina la injusticia, el odio y la desesperación. Nuestras divisiones hacen menos luminoso nuestro testimonio de Cristo. La meta de la plena unidad, que esperamos con activa esperanza y por la cual oramos con confianza, es una victoria no secundaria, sino importante para el bien de la familia humana.

En la cultura hoy dominante, la idea de la victoria se asocia a menudo con un éxito inmediato. En la óptica cristiana, sin embargo, la victoria es un largo y, a los ojos de nosotros los hombres, no siempre lineal proceso de transformación y de crecimiento en el bien. Esta llega según los tiempos de Dios, no los nuestros, y nos exige fe profunda y paciente perseverancia. Aunque el Reino de Dios irrumpa definitivamente en la historia con la resurrección de Jesús, este no se ha realizado por completo. La victoria final vendrá sólo con la segunda venida del Señor, que esperamos con paciente esperanza. También nuestra espera por la unidad visible de la Iglesia debe ser paciente y confiada. Sólo en esta disposición encuentran su pleno significado nuestras oraciones y nuestro compromiso diario con la unidad de los cristianos. La actitud de espera paciente no significa pasividad o resignación, sino una respuesta pronta y atenta ante cada posibilidad de comunión y fraternidad que el Señor nos da.

En este clima espiritual, quisiera dirigir algunos saludos en particular; en primer lugar al cardenal Monterisi, arcipreste de esta Basílica, al abad de la comunidad de monjes benedictinos que nos reciben. Saludo al cardenal Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, y a todos los colaboradores de este dicasterio. Extiendo mis cordiales y fraternos saludos a su eminencia el metropolita Gennadios, representante del Patriarcado Ecuménico y al reverendo canónigo Richardson, representante personal del arzobispo de Canterbury en Roma, y a todos los representantes de las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales, reunidos aquí esta tarde. Además, me complace especialmente dar la bienvenida a los miembros del Grupo de Trabajo compuesto por representantes de diversas Iglesias y Comunidades eclesiales presentes en Polonia, que han preparado los materiales para la Semana de Oración de este año, a quienes quisiera expresar mi gratitud y mi deseo de continuar en el camino de la reconciliación y la fructífera colaboración; así como a los miembros del Foro Cristiano Mundial, que en estos días están en Roma para reflexionar sobre la ampliación de la participación de nuevos actores en el movimiento ecuménico. Saludo también al grupo de estudiantes del Instituto Ecuménico del Consejo Ecuménico de las Iglesias de Bossey.

Deseo confiar a la intercesión de san Pablo a todos aquellos que, con su oración y su compromiso, se esfuerzan por la causa de la unidad de los cristianos. Aunque a veces se puede tener la impresión de que el camino hacia el pleno restablecimiento de la comunión es aún muy largo y lleno de obstáculos, invito a todos a renovar la propia determinación de perseguir con valentía y generosidad, la unidad que es voluntad de Dios, siguiendo el ejemplo de san Pablo, quien ante dificultades de todo tipo, conservó siempre firme la confianza en que Dios lleva a cumplimiento su obra. Por lo demás, en este camino no faltan los signos positivos de una reencontrada fraternidad y de un compartido sentido de responsabilidad hacia los grandes problemas que afligen a nuestro mundo. Todo esto es motivo de alegría y de gran esperanza, y debe animarnos a continuar nuestro compromiso de llegar a la meta juntos, sabiendo que nuestra fatiga no es vana en el Señor (cf. 1 Cor 15,58). Amén.

Traducción del original italiano por José Antonio Varela

©Librería Editorial Vaticana

Envìa esta noticia a un amigo

arriba