22.05.11

Ayer iba a ser el fin del mundo…

A las 1:07 AM, por Luis Santamaría
Categorías : General
 

Pero no pudo ser. Al menos, si he podido escribir estas líneas y usted puede leerlas, significa que ha pasado el sábado 21 de mayo de 2011 y no ha venido nadie ni nada especial. Ciertamente no ha sido la Parusía del Señor Jesús ni los justos han sido arrebatados. Mirando fijamente a mi alrededor no parece que haya comenzado el reinado milenario de Cristo, y los signos apocalípticos del fin del mundo son los de todos los días (a los que, desgraciadamente, ya estamos acostumbrados). Aunque el tema es serio y no caben muchas bromas, podemos tomárnoslo con una cierta superficialidad, quitando hierro a un asunto que ha vuelto a estar, una vez más, en una posición de protagonismo en los medios de comunicación. Hace algo más de un mes, un multimillonario estadounidense fue noticia porque llenó medio mundo con grandes anuncios publicitarios alertando sobre la fecha del 21 de mayo. Harold Camping, que así se llama el señor, dirige un movimiento de inspiración cristiana evangélica –aunque no sabemos hasta dónde la “inspiración”– llamado Family Radio. Y escudriñando la Sagrada Escritura, y quizás con calculadora en mano, se ha dado cuenta de que el día de ayer coincidía con el 7.000 aniversario del diluvio universal. Qué cosas.

La versión española del cartel, también en gran formato de valla publicitaria, decía: “Día del Juicio, 21 de mayo, 2011. La Biblia lo garantiza. Clamen a Dios fuertemente”. Son más de 3.000 carteles por todo el mundo, lo que supone un despliegue –y un coste– nada reducido. ¿Y qué se preveía en concreto para ayer? Un terremoto y otras catástrofes varias, la transformación de los cuerpos de los justos y, finalmente, el 21 de octubre, la destrucción total de la tierra. De aquí a octubre no sabemos lo que pasará, pero lo cierto es que la fatídica fecha inicial ha pasado y, unas horas después, aquí seguimos. ¿Qué pasará ahora con Harold Camping? ¿Y qué pasará con otros grupos y personas que siguieron su misma predicción y la amplificaron por todo el mundo?

Para contestar a esta pregunta es importante tener en cuenta un dato que también nos han proporcionado los medios de comunicación. Y es que ya en 1994 el señor Camping profetizó el fin de los tiempos. No es un novato en esto de las predicciones, ni tampoco en sus fallos estrepitosos. No es el primero ni será el último. El año 2000 congregó en torno a sí a un montón de agoreros que predijeron el fin del mundo o, al menos, un importante cambio de época o transformación cósmica. Un año antes, ya había gente que esperaba el cataclismo provocado por un planeta errante al chocar con el nuestro, y otros construían refugios subterráneos para evitar lo que vendría con el eclipse solar del verano. Ahora, la profecía de moda nos habla del año 2012, supuestamente fijado por la cultura maya para el acabose.

Como esto daría para muchas reflexiones, quiero dejar a un lado todas esas profecías y centrarme en las que se basan en la Biblia y en la fe cristiana, pues aquí se encuadran Harold Camping y sus muchos y variados secuaces. El aviso dado para ayer no ha sido más que un episodio –anecdótico, diría yo– de una constante milenarista y apocalíptica que subyace a ciertas corrientes marginales del cristianismo y que emerge a lo largo de la historia, desde la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, tal como la predicaron sus testigos y seguidores. La Edad Media, por ejemplo, fue un tiempo propicio para la aparición de movimientos de este tipo, y no sólo en torno al año 1000. Otro momento importante de surgimiento de corrientes que preconizaban un inmediato retorno de Cristo fue el siglo XIX en los Estados Unidos, con un terreno religiosamente abonado para conseguir seguidores a base de anuncios escatológicos inminentes. Fue ésta la época en la que los primeros Adventistas del Séptimo Día marcaron el año 1844 (y antes el 1843) como la fecha del regreso de Cristo a la tierra, y después lo fueron retrasando para ocasiones posteriores. Como herederos naturales de esta mentalidad, los testigos de Jehová también se han destacado por ir señalando diversas fechas a lo largo de más de un siglo.

¿Cómo han podido sobrevivir algunas de estas sectas hasta hoy, si a un anuncio público ha seguido un fracaso aún más notorio? Muchos expertos han estudiado esta experiencia, y el fenómeno curioso del “retraso” de lo que había prometido el Señor, ya con fecha y todo. En ocasiones ha sido a través de una referencia a la misericordia y a la paciencia de Dios, que ha escuchado las oraciones de su pueblo y se ha reblandecido, posponiendo sus amenazas. Otras veces, no ha habido mejor excusa para urgir a un compromiso mayor por parte de los adeptos de estos grupos, que no se han esforzado lo suficiente para lograr un mundo preparado para la venida del Mesías. Una respuesta alternativa, que también se ha empleado, ha sido espiritualizar el hecho esperado o transformarlo a conveniencia, explicando que sí se ha producido un hecho extraordinario, pero en el cielo, y entonces no podemos ver sus efectos mundanos, aunque llegarán pronto…

El experto Manuel Guerra señala que una de las características fundamentales que ha encontrado después de analizar cientos de sectas es que esperan “un cambio maravilloso, ya colectivo –de la humanidad–, ya individual o del hombre en una especie de superhombre”. En la primera nota es donde debemos encuadrar a todas estas corrientes apocalípticas y milenaristas de impronta cristiana, que están ahí y resurgen de vez en cuando. Hay que estar atentos a tales reacciones, para señalarlas y hacerles una crítica desde la fe cristiana y desde la recta comprensión de la Sagrada Escritura. Lo que supone, además, discernir los excesos catastrofistas y la tentación apocalíptica de ciertas corrientes de espiritualidad cristiana, también dentro de la Iglesia católica y de las otras Iglesias y comunidades eclesiales. Algunos grupos seguidores de apariciones marianas, por ejemplo, caen en estos excesos y tentaciones.

Y, en clave positiva, nos corresponde a los que creemos en Cristo y leemos como Palabra de Dios la Biblia, recuperar la comprensión eclesial del libro del Apocalipsis, el último libro de la Sagrada Escritura. Hay que dejar de mirarlo con recelo como algo catastrofista (cuando resulta que menos de la tercera parte de su contenido alude a hechos desastrosos) y mirarlo como el libro que, en tiempos duros para los seguidores de Jesús, lo vuelve a proponer como centro de la vida, inicio y fin de la historia humana y del cosmos, y esperanza de los que creen en él. Como señala Enzo Bianchi en un buen comentario al Apocalipsis, este libro contiene “la descripción de la relación de este mundo, esta humanidad y Dios mediante el acontecimiento de Cristo”, y por eso presenta “la manifestación de la victoria actual de Cristo”. Y añade: “no es un libro de calamidades, aunque ciertamente es un libro de juicio, juicio que se expresa mediante la categoría apocalíptica de la calamidad”. Pasado ya el 21 de mayo, los cristianos seguiremos caminando a la luz de Jesús, hacia el Reino de Dios. Y no con expectaciones y curiosidades malsanas, sino desde la esperanza.

Luis Santamaría del Río
En Acción Digital